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Cerrado por derribo

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Lo primero que hay que saber para declararse “antifascista” es qué significa “fascista”. Últimamente, observo a mucha gente en este país usando términos de oído. Como yo cuando toco el piano, de oído. A mí me suena, pero quizás a alguien que lo sepa tocar con el debido magisterio le resulte una herejía musical. Es evidente que un fascista y un demócrata lo tienen complicado para coexistir dentro de un mismo individuo. Un demócrata celebra la victoria cuando gana unas elecciones. Y cuando las pierde se jode (pero no jode). De hecho, seguramente tú estés igual de jodido que yo (lo mismo no: lo mismo estás de enhorabuena. Entonces tengo que felicitarte, aunque me reconocerás que, más que ganar tu equipo, ha perdido el mío). Alguien que haya estudiado poca historia es bastante improbable que conozca el alcance y la significación del término “fascista”. Puede usarlo. Y puede también que se esté mirando en un espejo y no se esté viendo. Es un poco parecida a la acusación de “egoísta”: suele definirse así a la persona que mira por ella… en vez de por ti (que, evidentemente, no eres egoísta, pero atacas al que antepone su interés al tuyo). Es ciertamente lamentable que la democracia admita el fascismo como posibilidad electoral, pues a la inversa no se contempla. La democracia también admite el sufragio universal, lo cual permite el voto del fascista y del antifascista, del listo y del tonto (y, en breve, de los animales domésticos). Si intentan la convivencia demócratas y fascistas, alguno puede salir escaldado. A mucha gente esta democracia le parece la mejor forma de gobierno. A Platón, por poner un ejemplo de un griego que asistió a su fundación, le parecía la peor. Decía que la democracia corría el riesgo de terminar degenerando en tiranía porque —según él— la gente tiene una puntería del carajo para votar a quien mejor le engaña. A mí, la verdad, y viendo lo visto hasta ahora, la democracia me ha convencido menos que Platón. Pero como tampoco he conocido con uso de razón otra forma de gobierno, pues ahí ando jodido a expensas de lo que mis vecinos quieran. Lo mismo les da por uno que les da por otro. Cuando les sugiero que me razonen el sentido de su voto normalmente busco un punto fijo para no perder el equilibrio. Apuro el café y salgo por patas. Miedo me dan estas navidades. A propósito del fascismo y la democracia, tengo la sensación de que estas últimas elecciones no las ha ganado nadie. Los fascistas, al igual que los antifascistas, no pueden ganar en democracia, por definición, ya que, en democracia no se puede ser anti nada. Y por eso mismo, los demócratas han tenido que abrir las puertas a los enemigos de la democracia. Qué paradoja más chunga, ¿no? Como mal menor, quiero convencerme de que los antifascistas reales somos los que no nos hemos manifestado más que en las urnas, porque después de habernos visto tan solos y perdidos… nos da hasta corte protestar. Quiero convencerme también de que los que liaron la pajarraca no eran “antifascistas” reales; iban de tripi y punto. Tengo que convencerme de algo, no sé, algo que me permita seguir viviendo en este país. Lo que no tengo ya tan claro es que le siga cantando a la libertad y a su puta madre, porque cuando la medio hemos tenido, mira lo que hemos hecho con ella. De hecho, el grupo me propuso el miércoles acortar el popurrí de La Gaditaníssima porque medía más de once minutos. Estaba claro. Al carajo “La Chacarera de la Libertad”. Ya no pega ni con cola. Un día de verano de 2009, con el sunami empezando a azotar de lo lindo, miré alrededor; y en el centro del popurrí de Las Noches de Bohemia puse esta desazón: “Y libertad para qué, si luego nadie sabe qué hacer con ella.La libertad es un lujo que muy pocos pueden permitirse.Como dijo el sabio, es verdad que “hay esclavos por naturaleza”,porque es el miedo a la libertad lo que impide ser libre.Y la esperanza en un mundo mejor se convirtió en mi emboscada.Reventé mi puño y mi canción luchando por lo que creía.Y miro al mundo. y miro a mis heridas. y veo mi sangre derramada…¡Ya no creo en más revoluciones que en la tuya y en la mía!”El sabio del que hablo y entrecomillo es Aristóteles. Otro que tampoco iba mucho de demócrata: la veía como un buen gin tonic pero combinada con dos oligárquicos hielos y una rodaja de aristocracia (tú sabe, los griegos estos, que eran unos fascistas… Paulo Church debería hacer otro vídeo en el chalé con su perrito animando a los antifascistas a que asalten, si no el Cielo, las bibliotecas, y quemen la filosofía griega, que es un descaro). Quise seguir creyendo y combatiendo a mi manera. Pero tras la nueva victoria del PP de junio de 2016, como consecuencia de la demócrata negativa por parte de Paulo Church de la moción de censura propuesta por Pedro Sánchez, que degeneró en nuevas elecciones, dos años más de gobierno popular, rebrote desatado del independentismo catalán, exhibición del monopolio de la violencia de Estado y partido de rugby entre los de las banderas y los de los lacitos (¡cuánto se pudo haber evitado!)… dejé un penúltimo recado a Los Peregrinos: “De la democracia algún sabio decía,¿gobierno ideal? Ten cuidado con ella,que puede acabar en una tiraníaque a la mayoríala engaña cualquiera.Que no siempre gana el mejor gobernante.Que sí, que es bonito decir que el gobierno reside en las manos del pueblo.Que si es cuestión de elegir, siempre es mejor así que lo que hubo antes.Que sí, que no viá discutir, que poder decidir, significa progreso.Pero no, lo siento, pero no,no se me olvida la frase maldita, la del sabio aquel,cada vez que contemplo mis alrededores,miserias y horrores,los ricos más ricos, los pobres más pobres y resulta quenuestro gobierno es productodel miedo y del susto y de lo que tú quieras,pero de alguna maneratú le diste su poder.Y ahora quieres que yo te canteun himno de rebeldíacontra los mismos gobernantesque tú votaste en su día.Ignorando a quien te decía,y te gritaba “Cuidao,que en tu voto va tu ruinay la del que está a tu lao”.Yo sé que el voto es tan libreque nadie tiene derechoa los votantes decirle“Pero ¿Qué coño habéis hecho?Mas no alcanzo a comprenderque un paisano y compañero,un parado y un obrero,pueda votar al PP*.Ya no sé sí la cuestión es la poca valentía.Pero duele el corazón al ver que la mayoríasigue en la misma miseria, sigue en la necesidad,pero cuando le dan la oportunidad, le doy la razón a ese que decía,que la mayor desgracia, es que de una democraciallegue la tiranía”*Donde dije “PP” pude haber dicho otro sinónimo cualquiera. Pero ya hemos ido muy lejos. No creo que llegue la última. Hoy anuncio la disolución de mi banda, el cese de la conciencia y la entrega incondicional de las armas. Se veía de vení. Si vuelvo a escribir algo a propósito será un cuplé. Aunque solo sea por no llorar, que no es poco. La gente no me da para más. Pd.: si tienen la oportunidad, escuchen una canción de Silvio Rodríguez que habla por voz del Ché a Fidel Castro. “Ya no te espero”, se llama. JUAN CARLOS ARAGÓN