No hay palabras, sólo hechos

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Jonas Martin presiona a Bruno.
  • Así vivimos el Villarreal-Real Betis

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No hay palabras, sólo hechos. El Betis da pena, sobre todo a los béticos. Una derrota en El Madrigal, otra más esta temporada, la sexta, para confirmar que el Betis, con Gustavo Poyet, va a pelear por la salvación. Ni mejorar el décimo puesto de la temporada pasada ni luchar por grandes cosas. Así es imposible. Ante el Villarreal dejó otra vez esa imagen de equipo débil, sin reacción tras los golpes y, lo que peor, de no estar trabajado. Que se quede a dos puntos del descenso no tendría que ser suficiente para tomar una decisión. Está a cuatro del décimo, el primer objetivo. Y una imagen lamentable. Porque dentro de esa exigencia implantada desde la planta noble del Benito Villamarín no debe estar este nivel en las primeras once jornadas. El equipo no juega a nada desde el primer día y en El Madrigal lo volvió a demostrar. Dos zarpazos amarillos para sentenciar al Betis. Y con la sensación de que no hacía falta apretar el acelerados. Cuando bajó dos marchas el Betis pisó el área rival, pero no por méritos propios. Ver un partido del Betis duele a la vista y es bonito para el rival. Porque sabe que tarde o temprano va a marcar y, si no lo hace muy mal, ganará. Porque el Betis de Gustavo Poyet por no tener, no tiene ni alma. Los números de la primera parte fueron espectacularmente horribles: siete disparos a puerta por uno y ocho córneres a cero. Bien es cierto que en el fútbol los números engañan muchas veces, pero el que no engaña es el Betis. Es lo que hay. Con Rubén en el banquillo, la apuesta de Poyet fue la misma de Pamplona. Esta vez se encontró con un buen equipo enfrente y su idea de esfumó. Primero Musacchio avisó en una jugada a balón parado hasta que Manu Trigueros se sacó un derechazo perfecto que entró casi por la escuadra. Sólo Adán sabe si pudo hacer algo más o no. El gol, lejos de envalentonar a un equipo herido en su orgullo, golpeó al Betis. Porque un minuto después Mandi evitó in extremis el gol de de Sansone y tras un asedio local, sin saber el Betis siquiera dar un pelotazo tras cinco saques de esquina seguidos, Víctor Ruiz remató al larguero. No había palabras y sí muchos hechos. Sanabria era un islote, Joaquín no tenía amigos y la conexión Jonas-Petros-Cejudo-Felipe... Y la defensa, un flan, como en toda la Liga. Tras el descanso el Betis quiso cambiar su disfraz de corderito degollado por otro de policía serio. Pero no sabe ni disfrazarse. Y el Villarreal, vestido de un equipo de verdad, sin alardes, pero con calidad en muchos de sus jugadores, siguió a su ritmo, frenético comparado con el del Betis, hasta que Soriano lanzó un obús que se coló por encima de Adán. El portero, muchas veces salvador, falló esta vez. Lo que le faltaba al Betis.

Triple cambio

Poyet, quizás en unas de sus últimas decisiones como entrenador del Betis, hizo un triple cambio. Lo que había planteado ya no valía, ahora sí tenía que ser Rubén Castro quien le sacara del peligro. También Alegría y Nahuel. Sanabria, que ya no tiene timing, otro partido negro más en la lista. Pero no había hechos para creer en un milagro. El primer acercamiento de peligro del Betis fue en el minuto 60, con un centro de Álex Martínez que Víctor Ruiz estuvo a punto de meter en su portería. El primer trabajo de Asenjo fue tras un cabezazo de Alegría, que ya había hecho más méritos para jugar que su compañero Sanabria. Rubén, en su partido 100 consecutivo en la Liga, entre Primera y Segunda, se volvió a quedar a cero. Demasiadas jornadas sin marcar para el máximo goleador de la historia del Betis. Sólo Nahuel olió el gol de cerca, pero su disparo se marchó muy alto ya el el tramo final del partido. Y así está el Betis. Perdido, sin rumbo y sin alma. Lo próximo es saber si será Poyet quien enderece el camino, que tiene muy mala pinta. Poyet y el Betis. Y en el Betis son todos. Porque no hay palabras, sólo hechos.   Todos los resultados en resultados.eldesmarque.com