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La mala cara ya salta a la vista

El primer gol encajado por el Sevilla en Bilbao.
  • Así vivimos el Athletic-Sevilla

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El Sevilla venía logrando buenos resultados, pero a la vez, daba señales alarmantes en su juego y en su imagen. Hasta ahora, los resultados, la alegría del derbi, tapaban las deficiencias, pero ha sido tener la primera prueba de altura, el primer examen más o menos serio de la Liga junto a Villarreal, y patinar. En El Madrigal lo salvó Sergio Rico, en San Mamés no estaba Sergio Rico, sino Sirigu, porque Sampaoli ha optado por una rotación absurda para no enfadar al italiano que empieza a costar caro. La actuación del portero transalpino fue desastrosa, pero no sería justo cargar las tintas sobre el cancerbero y no hacerlo sobre el plan preparado para jugar ante el Athletic. O el no plan, porque la realidad es que el Sevilla jugó a nada, o más bien jugó a lo que pudo Nasri, que individualmente tiró del carro cuando pudo, incluido eso sí en un once leonino y no a la altura de la cita de este sábado. Porque la realidad es que las decisiones del técnico argentino algunas tienen difícil explicación. La de quitar a Sergio Rico cuando está en plena forma y encadenando actuaciones de mérito, además es de difícil comprensión. Como lo es que en un partido importante recurra al doble pivote menos creativo posiblemente de todas las combinaciones. Pero ese es el Sevilla que de momento muestra Sampaoli, un Sevilla que lejos de mostrar su filosofía apenas se sostiene por la calidad de algunos jugadores. En San Mamés, el que dio la cara fue Nasri, pero con tan poco no se compite. Resulta un poco desesperante que el Sevilla no tomara, o no tome habitualmente, la iniciativa en nada en el partido. En San Mamés, y ya empieza a ser una manía repetida fuera de casa, el conjunto nervionense salió sin plan, sin saber si atacar o defender, sin presionar ni esperar. Salió a jugar con una indefinición desconcertante que propició por supuesto unos primeros minutos soporíferos en el partido, sobre todo de parte hispalense, y una desventaja en el juego que, con equipos decentes suele traducirse en desventaja en el marcador. Todavía no había pisado el área de Kepa el Sevilla y ha había tenido 8 remates y varios saques de esquina el Athletic. Y claro, cuando además la defensa se duerme, se echa siestas y permite ocasiones al contrario, el gol, salvo ocasiones excepcionales, suele llegar. El tanto llegó en una jugada de chiste, de circo por parte sevillista, pero que dejó de mal humor a los suyos, empezando por Sampaoli. Rebotes, pasividad, y tres remates facilones de los vascos dentro del área. Y gol. Sirigu falló en su posicionamiento en el segundo gol y acabó con toda esperanza de empate con una expulsión absurda cuando el partido se agotabaLlegó así el tanto, pero lo cierto es que el Athletic en esos 25 minutos fue bastante mejor. Entre otras cosas porque Sampaoli, el Sevilla por extensión, demostró tener poco conocimiento del rival, de los jugadores contrarios y de la liga española permitiendo que uno de los laterales más ofensivos de Primera, De Marcos, y uno de los extremos más rápidos, Williams, camparan a sus anchas ante un central colocado de lateral, Kolo, y ante uno de los extremos de menos retorno, menos defensivos en definitiva, Correa. Es decir, Valverde lo vio claro, Sampaoli no lo vio. Por ahí, por esa banda, por cierto, llegó el córner que dio origen al gol de Sanjosé.  Al menos el gol pareció despertar al Sevilla, que en todo caso cerró la primera mitad sin un solo remate a puerta, algo que empieza a ser ya un clásico en este equipo de Sampaoli. Nasri empezó a entrar algo en acción en ese tramo final de la primera parte, a lo único que se agarró un Sevilla sin fútbol en el centro del campo (Iborra-Kranevitter) y en el que uno de los más ofensivos sigue siendo Mariano, lateral derecho. El caso es que con un poquito de Nasri, un poquito de Sarabia y un poquito de Mariano al menos empezó a jugar en campo contrario. De Carlos Fernández, de Correa... poco o nada. Esa mejora fue aparente, pero el resultado fue el mismo, cero remates a puerta, cero ocasiones.

Solo Nasri

Eso sí, el primer remate a puerta, se coló. Lo generó todo Nasri, que lo cocinó y se lo comió. El francés en el costado izquierdo empezó a combinar con Mariano, luego con Iborra, y luego con Sarabia... y hasta con Kepa, que dejó muerto el centro-chut del madrileño hasta que Nasri remachó en el área. Fue la coronación a esa mejora que venía leve de la primera parte. Pero lo triste fue que con ese gol, ese empate, volvió a acabarse el Sevilla. De nuevo con el empate el Athletic retomó el mando del partido, y no tardó en ponerse otra vez por delante a la mínima, al mínimo fallo. Balenziaga aprovechó una defensa flojita de Mariano, una cobertura inexistente y una colocación espantosa de Sirigu, que le dio toda la portería al lateral para que marcara su primer gol en Primera. Nunca antes se lo habían puesto tan fácil. Sampaoli cambió el equipo en esos primeros minutos. Entraron Vitolo primero, luego Vázquez y luego Vietto, por un lesionado Correa, por un nulo Carlos y por un defensa, Pareja. Pero curiosamente el Sevilla apenas generó fútbol. Tampoco es que hubiera generado mucho antes, pero desde entonces pareció costarle más. Nasri, el único jugador que pensaba en fútbol, que pensaba en peligro, no encontraba socios, tampoco tras los cambios, porque Vázquez anduvo desaparecido y Vitolo, aunque lo intentaba, no encontraba continuidad. Es más, con el cambio de jugadores y disposición Iborra retrasó su posición a central, y perdió dos balones peligrosísimos, que el Athletic perdonó. Pero no pasa nada, ahí iba a estar Sirigu, que ya falló en el segundo gol, para regalar la sentencia al Athletic. Por si no se le habían dado opciones, el meta italiano, la elección de Sampaoli para sustituir a Sergio Rico más en forma que se recuerda, propinó un codazo absurdo a Aduriz sin sentido alguno. Y claro, vio la roja y fue penalti. Aduriz castigó merecidamente al Sevilla por su partido timorato y a Sirigu, y a Sampaoli por elegirlo sin razón aparente.