Postdata: era una final

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Arda Turan marca el primer gol ante el Sevilla.
  • Así vivimos el Barcelona-Sevilla

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Al Sevilla se la ha ido el segundo título que disputaba este verano, este mes de agosto. Y viene bien recordarlo porque el Sevilla que se presentó en el Camp Nou pareció no recordarlo ni tenerlo presente. La actitud no fue por momentos la mejor posible, eso sin duda; en otros momentos ni siquiera hubo actitud. Y perder se puede perder de muchas formas pero da la sensación de que en esta Supercopa de España el Sevilla apenas ha sido competitivo. Con el Barcelona se puede y se suele perder, pero el equipo nervionense no ha dado la talla en esta final, porque era una final. Y en ningún momento se ha merecido siquiera discutírsela al Barça. La imagen hasta ahora es bastante pobre en general con algunas luces en particular. Quizás con el tiempo el Sevilla crezca, mejore, y ojalá sea así; pero la cuestión es que ha afrontado y perdido una nueva final de una forma deficiente, y a día de hoy al Sevilla se le han ido dos finales como el que no quiere la cosa. Porque sí, lo de esta noche en el Camp Nou era una final.La derrota abultada del Sevilla en esta final a doble partido encuentra explicación en muchas razones. Algunas exógenas, desde luego, porque las lesiones y las ausencias de los centrales, de tantos defensas, son un obstáculo y un hándicap de gran calibre. Además, hay que tener en cuenta que el rival era el Barcelona, con su superioridad inherente, con su calidad, a pesar de las ausencias de Neymar y Luis Suárez, que se quedó en el banquillo. También se puede considerar con justificación aquello de que el proyecto está incipiente, que hay muchos cambios en la plantilla. Pero el proyecto y los numerosos cambios son algo que elige el mismo Sevilla, por lo que no debe ser demasiada excusa. Pero luego ocurrieron varias cosas de difícil explicación, aunque Sampaoli recurra a la poesía para hacerlo. Tiene poca explicación utilizar a Iborra como central, como libre, sin que tenga velocidad ni conceptos para actuar como central (se vio bien en la línea del fuera de juego del 1-0); tiene hasta difícil explicación lo de utilizar tres centrales cuando solo había en el primer plantel uno hábil, Mercado (tras el descanso ya cambió el sistema); tiene difícil explicación que el mismo Iborra tire un penalti cuando no es el encargado de hacerlo; tiene difícil explicación el desastroso partido de Konoplyanka; y tiene poca explicación que, a día de hoy, al menos a día de hoy, Ganso sea titular en una final, porque sí; porque sí, era una final.El Sevilla solo tenía un central hábil de la primera plantilla, Mercado, pero Sampaoli insistió en su idea de colocar a tres, y no 'protegerse' con cuatro defensas; rectificó al descansoEl Sevilla tuvo unos buenos cinco minutos en el partido, en los que salió a por el rival, el Barcelona, en los que enlazó varias ocasiones seguidas, varios saques de esquina y puso en algún aprieto que otro a Bravo. Pero bastó un ataque del montón del conjunto azulgrana, a velocidad rutinaria, con controles rutinarios, con desmarques previsibles, para desmontar cualquier atisbo de remontada, cualquier ilusión o sueño de lograr la Supercopa de España. Todo lo bueno que en esos pocos minutos había intentado el conjunto de Sampaoli se vino abajo por una disposición defensiva de primaria, por un marcaje al hombre... sin hombre marcado, por una actitud defensiva pasiva y por errores, en definitivas, de colegio.Pero más allá de los errores defensivos individuales, puntuales, debe entender el Sevilla, sus jugadores, su entrenador, que la defensa es una actitud colectiva, no solo un posicionamiento ni una postura. Esa deficiencia a día de hoy lastra al equipo nervionense demasiado, lo lastra hasta mantenerlo con poco margen de reacción en los partidos. Si el Sevilla supiera mantenerse en los partidos, si no concediera tanto, tendría mucho más sentido el peligro que por ejemplo generó en la primera mitad en el Camp Nou, sus llegadas. Hasta de un penalti disfrutó el equipo andaluz provocado por el mejor de los de blanco en Barcelona en los primeros 45 minutos, Correa. Tan inexplicable fue el lanzamiento de Iborra como el hecho de que el valenciano lanzara el penalti, inexplicable por los jugadores que había en el campo e inexplicable porque el mismo Sampaoli aseguró hace apenas una semana que los penaltis los lanzaría Konoplyanka siempre que estuviera en el campo. Y lo estaba el ucraniano, aunque por su rendimiento pareciera que no. Se le fue ese penalti al Sevilla, que podría haber puesto algo de interés en la cita. Pero la realidad es que, al margen de esas ocasiones o arrancadas peligrosas, casi siempre de Correa, el Barcelona jugaba muy cómodo. Excesivamente cómodo. Jugaba hasta andando, sin nadie en el Sevilla que mostrara agresividad, sin nadie en el Sevilla que protagonizara esa presión intensa y sin nadie en el Sevilla que pudiera superar la línea de presión del Barcelona. En esa labor debió aparecer algo más Ganso, pero del brasileño por ahora poco se sabe. La segunda parte del Sevilla fue paupérrima, en fútbol, que no hubo, ni en actitud. El equipo nervionense fue un 'digno' acompañante en el paseo azulgranaSe esperaba quizás cierta agitación en el Sevilla tras salir de los vestuarios, más intensidad, más rabia, pero ocurrió precisamente lo contrario. A los dos minutos de juego, un fallo en la salida del balón, unido a la pasividad de la zaga sevillista y a la calidad de Arda Turan propiciaron el segundo tanto del Barcelona. Aunque prácticamente no había dado tiempo, ya para entonces Sampaoli había corregido su defensa, recurriendo a los cuatro atrás. Metió a Mariano, desaparecido como carrilero, de lateral derecho, a Mercado e Iborra de centrales y Diego de lateral izquierdo. 

Actitud contemplativa

Al tran al tran, sin que pasara nada en el partido, el Sevilla fue gastando minutos sin competir y aumentó su actitud contemplativa. Algo de eso tuvo la jugada del tercer gol, un pase blandito desde la banda izquierda que remató... Messi, que ganó por alto a Mercado y cruzó la pelota, como todo en el partido, lentamente, hasta batir a Sergio Rico con la pelota llorando. Si a falta de casi toda la segunda parte algún sevillista cabreado decidió irse a la cama por lo tardío de la hora, puede quedarse tranquilo porque su equipo no volvió a ofrecer nada en el encuentro, ni orgullo, ni carácter, ni presión, ni fútbol. Nada. Dejó pasar los minutos, hizo algunos intentos sin fe y Sampaoli realizó un par de cambios, dejó al equipo sin delantero primero y luego dio minutos a Vietto y a Vitolo, al que había reservado de inicio. El Sevilla ha jugado esta pretemporada tres partidos oficiales, ante el Real Madrid y el Barcelona, cierto. Y el balance no puede ser más negativo. Dos títulos perdidos, tres derrotas y una sensación algo preocupante por ahora, porque hay fallos en defensa y en este partido de vuelta se ha apreciado hasta fallo de actitud. La mesura indica que hay que ver al Sevilla ante otro tipo de rivales, que hay que ver al Sevilla más rodado. Pero la realidad es que en esta reforma del Sevilla, elegida de una forma u otra al fin y al cabo, suscita muchas dudas. Tendrá tiempo, por supuesto, pero tendrá que solucionar errores. Porque parece que lo trabajado a día de hoy, con dos títulos en disputa, es absolutamente vano. El Sevilla, a día de hoy, es absolutamente vano. Por suerte se acabaron las Supercopas. Pero con la Liga, también se empezarán a acabar las justificaciones. Postdata: era una final.  Todos los resultados en resultados.eldesmarque.com