Muerto de remate

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Vietto y Vázquez, tras el primer gol del Barcelona.
  • Así vivimos el Sevilla-Barcelona

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Ante el Barcelona se puede perder, está claro. Es más, se suele perder. Y el Sevilla, en esta ida de la Supercopa de España, ha perdido. El problema es el cómo, y hasta el cuándo, justo cuando al Barcelona se le pueda dar un susto porque al comienzo de la temporada siempre anda despistado, como hizo el Athletic. El problema es que el Sevilla no se muestre del todo competitivo cuando cae, el problema es que la nueva propuesta de Sampaoli no cale y el problema es que el nuevo Sevilla pueda ser un viejo Sevilla, aquel que ya muchos olvidaron porque llegó la época gloriosa, aquel Sevilla que ni fu ni fa, que nadaba para morir en todas las orillas y que resultaba incompleto, inocuo. Algo de eso es este Sevilla mostrado en la Supercopa de Europa y en la ida de la Supercopa de España. Un Sevilla incompleto. Y, faltaría más, hace falta tiempo, lógico; pero es un Sevilla, y eso puede ser preocupante, incompleto en su propuesta. El Sevilla se fue de Nervión sin rematar a puerta este domingo, algo inaudito como local. Tocó, presionó, rondó, se aproximó, pero no remató. Y luego, en defensa... bueno, no es un muro. Es decir, que el Sevilla concede y no genera. Generará, se supone, pero a día de hoy no lo hace, y así, la cosa no pinta bien. El Sevilla tocó, presionó y hasta robó en ocasiones, pero no remató. El equipo de Sampaoli domina a veces el juego, pero nunca las áreas Pero hace falta tiempo, lógico, para que los jugadores se adapten, para que el mismo Sampaoli se adapte, para que el sistema de juego deje ver virtudes y no carencias y para que esas armas del técnico argentino empiecen a ver la luz. Para eso hace falta tiempo, como hace falta para que los nuevos fichajes rindan (Ben Yedder, Kranevitter, Vázquez, Ganso...). Pero el tiempo no es el maná. El tiempo no va a solucionar todos los errores ni todas las carencias. Y debe de saber el Sevilla que para presionar 90 minutos al ritmo desplegado ante el Barcelona en la primera mitad hace falta un poderío físico inaudito. Y debe de saber el Sevilla que ante el Barcelona claro que se puede perder 0-2, y hasta 0-3, pero lo que no se puede es no disparar a puerta en todo el encuentro.

Interés, Rico y presión

Solo la puesta en escena del partido ya causaba interés, aunque al Sevilla de Sampaoli le costó tiempo presentarse en el Ramón Sánchez Pizjuán, unos 10 minutos en los que no sabía muy bien quién era, dónde estaba y contra quién jugaba. Cosas del nuevo curso, cosas del nuevo proyecto, lo que pasa es que bien pudo costar caro ese periodo de adaptación porque entre que el Sevilla quería a veces sacarla jugada, daba pelotazos sin sentido cada dos por tres y el Barcelona apretaba arriba, Luis Suárez tuvo una clarísima ocasión que abortó con una gran mano Sergio Rico. Recado a Sampaoli en su afán de buscar un nuevo portero.Y recado para el propio Sevilla, que ante su público, en su debut en el Ramón Sánchez Pizjuán esta temporada y en el estreno de Sampaoli tardó en reaccionar. Pero lo hizo. A poco que el partido entró en desarrollo, el equipo nervionense recurrió a una de sus nuevas armas, la presión intensa, intensísima, posesiva, como si no hubiera un mañana, como si no hubiera una segunda mitad. El conjunto sevillista se fue a buscar al Barcelona hasta las mismas barbas de Claudio Bravo. A la mínima en la que el Barcelona no sacaba la pelota clara, allá que iban el bloque los sevillistas. Ciertamente, esto sorprendió al Barcelona, que arriba respondía con el mismo arma, presión, presión, por muchas taquicardias que provocaran los toques dubitativos de Rico al sacar la pelota o las desafiantes altanerías con la pelota de Rami o Kranevitter. El partido no tenía demasiadas ocasiones, porque el Sevilla no las generaba ni remataba, pero también intentaba impedir crear al Barça como para propiciar remates. Eso sí, el ritmo era alto, el fútbol de verdad y los aficionados locales veían que los suyos ponían todo lo que podían en el campo. Sin la pelota, cansado por el esfuerzo de la primera mitad, sin peligro en ataque, el Sevilla se fue derrumbando y desinflando poco a poco Pero por imprecisiones azulgranas, porque Mercado estaba inmenso físicamente y arreglaba lo que parecían a veces desastres y por la fe en la recuperación de algunos jugadores sevillistas no aprovechó esas carencias el Barça, como tampoco aprovechó el Sevilla los robos de balón en campo contrario, que en algunas fases del encuentro fueron continuados. Quizás porque le faltó lo mismo que en Noruega ante el Real Madrid, remate. La madre de todos los corderos, el remate y el gol. Ninguno a puerta acumuló el Sevilla en la primera mitad y se trataba de que se trabajo físico, de presión de intensidad se plasmara de alguna forma en el área contraria. Vietto no encontraba su sitio y en segunda línea tampoco aportaron esa profundidad. Pretendía el equipo de Sampaoli aumentar sus opciones al comienzo de la segunda mitad, pero el chasco fue tremendo. Viendo la primera, estaba claro que en el partido faltaba bastante decisión y determinación, faltaba maldad e instinto, sorpresa. Y todo ello lo puso el Barcelona en el arranque ante un Sevilla que además pareció nada más saltar al campo pagar el esfuerzo de la primera mitad en la presión. Sin la pelota, de la que se apoderó el conjunto de Luis Enrique, el Sevilla era ya mucho menos Sevilla. No presionaba, no tocaba y por supuesto no remataba. Pero el Barça sí lo iba a hacer, aprovechándose de una jugada de pardillo del equipo nervionense. Se lesionó Escudero, y en lo que salía y no Sarabia (tres opciones tuvo el equipo hispalense de echarla fuera y prefirió jugarla en campo propio), Denis, Arda y Suárez conectaron y marcaron el primero en una gran jugada. El Sevilla había desaparecido, aquellas virtudes ya no existían y estos defectos florecían.  Los de Sampaoli, con 0-1, quisieron reaccionar. En el campo solo lo intentaba con cierto criterio Vitolo, acaso el que tenía fuerza y el que tenía un criterio ya ausente en el equipo. Desde el banquillo intentó propiciar esa reacción Sampaoli, sacando a Ben Yedder por un casi inaudito Vietto y a Ganso por un irregular Kranevitter (¡Ay Krycho!). Y el Sevilla se fue arriba, presionó de nuevo, de forma desordenada ya... pero no remató. Acaso un rebote de Vitolo. El Sevilla tocaba y tocaba, pero sin profundidad, sin claridad y sin remate. Era una aproximación eterna, el rondo sin fin, el fútbol sin culminar. Y a lo loco. Porque ya se verá ante otros equipos, pero el ataque sin orden, sin precaución ante el Barça es mortal. Como es mortal cerrar con tres defensas para tres delanteros y que la coja Messi. Aguantó, miró y se la puso a Munir para que el Barcelona rematara la faena ya en el partido de ida y pusiera el 0-2. La Supercopa de España está casi imposible, otra más que se va. Algo lógico también cuando se preparan sin cariño, sin respeto, cuando se cambia de pe a pa todo un equipo en previas de un título. Lo que tiene que empezar a pensar este Sevilla es cuál de verdad será su propuesta y su idea, y empezar a definirla pronto.    Todos los resultados en resultados.eldesmarque.com