¡¡¡Sevilla, Sevilla, Sevilla y nada más!!!

Así cantamos los goles del Sevilla en la Final
El uno por uno del Sevilla en la Final de Basilea
Y nada más, y nada más. Después del Sevilla no hay nada más. Nada. Ni leyendas, ni mitos, ni historia del fútbol, ni cantos legendarios. En la Europa League solo existe el Sevilla. Esta noche mágica de Basilea pasará a los anales de la historia del fútbol y de esta competición porque su auténtico Rey, el Sevilla FC, remontó al histórico Liverpool en una segunda parte inolvidable para proclamarse por tercera vez consecutiva, por quinta vez en la historia, campeón. Pentacampeón. El Sevilla ha ido más allá, ha ido hasta donde nadie ha llegado. Y lo ha hecho al ritmo de unas voces, de una alma, de un coraje que van bordados en su escudo, en su corazón y en los miles de gritos que callaron a la afición del Liverpool en el St. Jakob Park. Sevilla y nada más. Sevilla, fútbol y nada más. Porque lo logrado por este equipo de leyenda lo hizo con coraje, con reacción, con una remontada épica, pero con un gran fútbol en una segunda parte que solo saben jugar los campeones. Tras una primera mitad para olvidar, en la que fue bañado por el Liverpool, en la que dio gracias por llevar solo la desventaja de un gol al descanso, salió tras los vestuarios como lo que es, un conjunto de Leyenda, el campeón todopoderoso de la competición. Fue una segunda parte repleta de inteligencia, de táctica, de fútbol y de eficacia, porque este campeón es asesino, no perdona, y el Liverpool lo sufrió bien en sus carnes.
La 'Emeryna'
Sevilla y nada más. Sevilla, Coke y nada más. El lateral reconvertido a interior brilló de forma sorprendente con dos goles en un día que ya recordará hasta su senectud. Su golpeo, su concentración, su corazón en el equipo, lo convierten en el imprescindible de los imprescindibles. Él levantó y encarriló la remontada espectacular. Sevilla, y nada más. Sevilla, Emery y nada más. El técnico vasco, tras una primera parte decepcionante, zarandeó a los suyos. Se convirtió en la banda en una mezcla de técnico y aficionado que arengaba en cada momento a los suyos a la vez que a la grada. Sevilla, y nada más. Sevilla, Banega y nada más. Porque el argentino volvió a dar un recital en una noche que probablemente será la penúltima como jugador nervionense. Pero su despedida bien rematada está si se confirma, porque le ha dado noches como esta de Basilea a su equipo, en la que fue la absoluta referencia cuando peor le iba a los suyos y el canalizador cuando mejor le fue. Las arrancadas del canario son de esas desgarradoras, que tiran de las raíces, que salen de lo más hondo de la tierra de forma costosa pero que luego se liberan hasta ser imposibles de derribarSevilla y nada más. Sevilla, Vitolo y nada más. Las arrancadas del canario son de esas desgarradoras, que tiran de las raíces, que salen de lo más hondo de la tierra de forma costosa pero que luego se liberan hasta ser imposibles de derribar. Una suya en el centro del campo, una de esas suyas... como en tantos campos sobre todo en Europa, fue generando una jugada maravillosa que acabó en el corazón de todo el St. Jakob Park, de un equipo y de otro, a uno para herirlo, a otro para elevarlo hasta el cielo. Sevilla, y nada más. Sevilla, Mariano y nada más. El brasileño hizo el mejor partido de la temporada en el mejor momento. En la segunda mitad se creció y una jugada suya convirtió el partido, lo revolvió para que Gameiro marcara. Porque el Sevilla es el Sevilla y nada más, el Sevilla, Gameiro y nada más si sus goles han llevado al equipo a dos finales y ha vuelto a marcar en la noche de noches, por más que perdonara y aplazara ek éxtasis de la noche. Sevilla, y nada más. Sevilla, qué equipo, y nada más. Póngale el nombre de la testiculina que prefieran. Pero remontar al Liverpool como lo hicieron los hombres de Emery requiere de carácter, personalidad y muchos bemoles. Espectacular la segunda mitad de todo el equipo, del primero al último. Los que dudaron fueron robles, los que no aparecían, omnipresentes. Este equipo tiene un gen de campeón que nadie ni nada le puede ya arrebatar. Sevilla, y nada más. Sevilla, ni el Liverpool, y nada más. El equipo inglés fue muy superior al equipo nervionense en la primera mitad. Pudo hacer varios goles, pudo gozar de dos penaltis no señalados, y en realidad perdonó a su rival cuando era mucho más fuerte. Fue una muy buena primera parte un buen equipo, de esos que sucumben a equipos mayúsculos. Si la victoria al final en el campo fue con margen, la goleada en la grada fue evidente. Los sevillistas y Emery tiraron de su equipo y coparon el sonido del St. Jakob ParkSevilla, y su afición. Y nada más. El Sevilla es su afición. Ante la multiduinaria afición del Liverpool, esas miles de gargantas incansables que cuentan kilómetros y ciudades por copas y finales, también vencieron en las gradas. Y por mucho más que 1-3. Por una goleada que no tiene marcador suficiente. Se escucharon tanto, tanto que hasta Klopp se lo reclamaba durante el partido a sus seguidores. Sevilla, y nada más. El Pentacampeón. Después ya no hay nada. En la Europa League el Sevilla es todo.