Sevilla empequeñecido
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El Sevilla ha caído con toda justicia este miércoles en Turín ante la Juventus. Y no ante una gran Juventus. El equipo de Emery, absolutamente inofensivo, apocado, ni pudo ni pareció poder crear peligro en ningún momento. Un planteamiento absolutamente defensivo, un estado físico cuestionable a estas alturas y una falta de agresividad alarmante son deficiencias demasiado groseras para hacerle siquiera cosquillas a un conjunto experimentado como la Juve. Al Sevilla no hay que exigirle que gane a la Juve en su estadio, es evidente, pero sí hay que exigirle que presente más argumentos para intentar al menos puntuar. Y este miércoles ni lo hizo ni se acercó. Fue muy pobre la imagen del Sevilla ante la Juventus. Mínimamente sobria, pero demasiado escasa de argumentos. Por eso cayó con justicia (un disparo en 90 minutos) y por eso en el grupo de la Champions League quedará mucha tela por cortar, porque la clasificación habrá que trabajársela y ganársela. Y será complicado y dependerá mucho de lo que ocurra en Manchester en la siguiente jornada. Un Sevilla como el de Turín poco recorrido tendrá. El Sevilla tiene una falta alarmante de agresividad. Se salva quizás Krychowiak, pero la línea de cuatro, donde hay que morder la creación del equipo rival, es blanda a día de hoy, blanda y cómoda para los rivales. Como cómodo es N'Zonzi, para los rivales y para él mismo, pues parece no entrar en dinámica competitiva. Además, y quizás tenga mucho que ver, el físico no permite mucho más que el ritmo cansino al que trota el conjunto hispalense. A ello se le suman las numerosas bajas (nueve), muchas de ellas de calidad, como Banega o Vitolo, generadores de fútbol. Y fútbol falta mucho, por ahora, en el Sevilla. Tampoco los laterales están en buen momento, ni la defensa ni por supuesto la portería. Todo ello conjuga una ecuación que es imposible que resulte victoriosa en desafíos como el de Turín. El Sevilla adoptó su plan sin rubor. Más allá de algunos cambios de posiciones, más allá de colocar a Reyes como mediapunta, a Krohn Dehli en la izquierda, para tapar a Guardado, y a Konoplyanka en la derecha, el argumento principal era defenderse, replegarse e intentar salir en alguna contra lanzada por el utrerano o por Gameiro. Lo cierto es que el equipo de Emery no se defendió del todo mal en la primera mitad. La Juventus llegó, dominó y controló la pelota, pero no gozó de ocasiones muy claras ni de un abrumador juego ofensivo. El Sevilla, con dos líneas de cuatro muy marcadas, replegado y junto, se defendía con orden, y conforme pasaban los minutos también se iba armando de más confianza. Porque en realidad la primera parte, hasta el gol local, se agotaba con un dominio infructuoso de la Juventus pero también con poca presencia del Sevilla en ataque, con poco balón y poca profundidad. Encontraba poca salida el Sevilla y eso propiciaba que apenas inquietara a Buffon. Konoplyanka tardó en entrar en el partido, Reyes se peleaba por balones áereos más que por el piso y el resto del centrocampistas apenas aportaba en la construcción, salvo un activo Krychowiak, de lo mejor en el Sevilla. En todo caso, con sus más y sus menos, andaba cómodo el conjunto nervionense por el partido, sin demasiados problemas y con algún susto en algún disparo de Dyabala. Pero nada hacía temer que el juego colectivo de la Juve sobrepasara o superara a la defensa sevillista. Además, curiosamente, los de Emery empezaron a tocar y entrar en contacto con la pelota justo cuando llegó el gol de Morata. Un balón aéreo dentro del área se convirtió en peligroso desde el momento en el que Andreolli perdió la marca del delantero centro rival, Morata, y desde el momento en que Sergio Rico, con dudas en la salida, se descolocó. Más culpa del italiano que del meta, en cualquier caso. Y fue una pena ese gol, porque el Sevilla crecía en el partido con la igualdad en el marcador. Lo que con el 0-0 era buena noticia, ese ritmo cansino de partido, ese desarrollo plano, esa poca profundidad, se convirtió en nocivo con el gol del equipo italiano. Al Sevilla ya no le valía seguir atrás, no le valía replegarse y esperar la oportunidad, aunque se mantuvo en esa idea, quizás con el plan de llegar al tramo final del partido con el resultado ajustado. El caso es que el equipo nervionense apenas hizo cosquillas a la Juventus. Solo Konoplyanka intentó desequilibrar, y es cierto que alguna vez lo consiguió, aunque sin encontrar rematador. Pero en general, el Sevilla estuvo demasiado plano, y casi exclusivamente intentaba atacar por la derecha, donde el ucraniano parecía ser el único con arrojo para intentar el uno contra uno. En todo caso, resultó tremendamente previsible, la Juventus casi defendía cómodamente. Y además, para colmo de bienes de la Juventus, era casi un imposible que los de Emery lograran robar una pelota. Es un mal que afecta al Sevilla en este inicio de la temporada. No roba, el centro del campo, salvo Krychowiak, no es agresivo, N'Zonzi deambula, no compite, y los laterales, otrora incisivos, en Turín fueron inocuos, cuando no desacertados. La Juventus, cómoda, con Buffon como espectador, mató el partido en una contra en la que de nuevo la defensa (Kolo, Andreolli) estuvo bastante floja al intentar evitar que el atacante italiano se plantara solo ante Rico. El partido se fue sin que el Sevilla contrarrestara lo aportado por la Juventus y con la sensación de que apenas enseñó los rasgos que han llevado al equipo a escenarios como el de Turín. La pregunta es si esas virtudes subyacen y si de verdad saldrán a relucir o si la constante será este Sevilla venido a menos.
