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El Sevilla no se encuentra

N'Zonzi, autor del gol del Sevilla, celebra su tanto con los compañeros.
  • Así vivimos el Levante-Sevilla

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El Sevilla sigue sin encontrarse. Van tres jornadas de la Liga y aún no ha ofrecido síntomas positivos reales. Más bien al contrario. Se le encuentran más defectos que virtudes si se pone bajo la lupa. Arriba, aun con algunas ocasiones, no tiene continuidad, ni efectividad. En defensa flaquea. Y no solo por las bajas, que también, sino por el concepto, la idea defensiva del equipo, poco arraigada sobre todo en los nuevos futbolistas (N'Zonzi, Konoplyanka...). El resultado es un Sevilla insulso, que aún no se ha definido y que no se sabe si es aguerrido u ofensivo, intenso o templado, peligroso o cómodo. El partido ante el Levante fue una mezcla de eso. Apenas 15 minutos buenos que pudieron recordar al buen Sevilla, y una hora de encuentro de desaparición, de un equipo difuminado, que además cuenta con un portero que comete errores forzados y no forzados. No sirve de consuelo que el árbitro se comiera un penalti a favor. Este Sevilla de momento no carbura ni espabila. Van tres jornadas, un gol, y ni una sola victoria. Pobre bagaje para tanta aspiración. El Sevilla saltó al campo con dos delanteros, con Llorente y Gameiro, pero en realidad no desarrolló su juego en función del posicionamiento de sus atacantes. Incluso cambió el Sevilla algunas variantes de juego conforme a lo que hace habitualmente, porque buscó muy asiduamente abrir el campo. Como muestra, un botón. Emery colocó a los jugadores de banda conforme a su pierna natural. Vitolo en la derecha, cuando casi siempre parte desde la izquierda, y Kakuta en la izquierda, cuando habitualmente y sobre todo en el Rayo ha jugado en la banda derecha. La intención era doble, primero, fomentar pases al área donde Llorente siempre es un arma fiable a la hora de rematar; segundo, aprovechar la espalda de los carrileros del Levante, que partía con un 5-3-2 y con dos jugadores de banda ofensivos que dejaban huecos atrás y que intentaban aprovechar tanto Vitolo como Kakuta, y luego Konoplyanka tras el cambio del francés, y también Coke y Tremoulinas desde los laterales. Sin ser demasiado apabullante, el conjunto nervionense poco a poco se fue haciendo con el control del partido y de la pelota. El Levante se limitaba a defender pero sin demasiada llegada, mientras que el Sevilla poco a poco, por medio de Vitolo sobre todo, empezaba a pisar área. La pelota transitaba por donde había más sevillistas y menos granotas, las bandas. Y casi nunca rondaba donde había más locales, el centro. Ahí solo Llorente aparecía y era para distribuir rápidamente.  El caso es que el Sevilla empezó a sentirse cómodo en el campo. Y llegó una primera clara oportunidad en un cabezazo de Llorente que se fue por poco. Luego, y en una relajación clara de la línea de medios del Levante, N'Zonzi recibió una pelota en la frontal y se reivindicó y se 'disculpó' por su primer mal partido con un buen golpeo y un buen gol que ponía el partido de cara a los de Emery y refrendaba los buenos minutos andaluces. El gol dio aún más placidez al conjunto nervionense, que solo dejó de controlar el duelo a partir de la media hora, cuando se rompió Kakuta y cuando se interrumpió el partido. Sí, dejó de controlar, porque fue por cierta dejadez propia. Entonces el Levante ganó metros a través de sus carrileros, Toño y Morales, pero tampoco se inquietó el Sevilla demasiado y Beto apenas tuvo que intervenir. Precisamente la defensa, la línea más castigada, andaba muy segura y tranquila. Mejor Kolo que en sus últimas intervenciones y correcto Andreolli, aseado y muy seguro en la salida de la pelota. Pero tan cómodo y tan cómodo anduvo el Sevilla que se relajó. Empezó a pecar de suficiencia y a perder la posesión de la pelota, a perder la distancia entre líneas y a diluirse mentalmente, y por ende en el campo. Eso propició que la reacción del Levante, tímida en circunstancias normales, se convirtiera en peligrosa. Antes de que empatara, ya tuvo alguna ocasión en sendos despistes de la zaga y en pérdidas de balón reiteradas en la salida. Un resumen de esa relajación tras el descanso fue el gol de Camarasa, que rompió en diagonal hasta recibir en el área ante el hueco gigante que había dejado la defensa sevillista. Luego, su pase al segundo palo acabó convirtiéndose en un remate de Verza en el que Beto se venció inexplicablemente provocando un rebote que el mismo Camarasa convirtió en gol. Ese 1-1 deshizo la previsibilidad del partido, que se convirtió en algo más entretenido. Con más espacios por ambas partes entró más en acción Konoplyanka, pero no acababa de encontrarse el Sevilla, ni su centro del campo, que ya fuera por falta de ayudas o porque los Camarasa, Verza y José Mari le ganaban la partida, anduvo desaparecido. Se dio cuenta Unai Emery de que el encuentro se iba por el centro del campo, e intentó revitalizar a su equipo con uno de esos cambios no tan obvios. Se retiró Gameiro (antes se había ido Llorente por Immobile) y entró Krohn-Dehli.  El encuentro pareció templarse en los últimos minutos. Siguió intenso, pero menos arriesgado, pues los equipos empezaron a contar con lo que podían ganar pero también con lo que podían perder. Se pudo romper, eso sí, en un claro penalti de Juanfran a remate de Immobile por manos. Pero Iglesias Villanueva, correcto hasta entonces, se lo comió, como su asistente en la banda, que tampoco lo vio. Fue casi la única ocasión que el Sevilla se echó a la boca en el tramo final del partido, que apenas tuvo recursos para inquietar a la defensa del Levante. Los nuevos no aportaban demasiado y los que ya estaban no encontraban sus viejas fórmulas efectivas. En resumen, un Sevilla perdido en ataque y demasiado acomodado en facetas defensivas. En resumen, un Sevilla que todavía no sabe a lo que juega.