Rubén Castro, el justiciero

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Vargas felicita a Rubén Castro, goleador del Betis ante el Villarreal.
  • Así te contamos el empate del Betis

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Al bético no le tienen que explicar lo que ocurrió en la primera parte. Que no le cuenten milongas, ni rebusquen en el manual del que ve lo que nadie ve. Eso son historias. El bético sabe muy bien lo que pasó porque el año pasado fue testigo de esas mismas primeras partes prácticamente una semana y otra también. El Betis recibió ante el Villarreal la misma medicina que administraba el año pasado a diestro y siniestro. Fue mejor, dominó, creó las mejores ocasiones, pero prácticamente en la primera llegada amarilla se puso abajo en el marcador. Es la Primera división. Es el Villarreal. Un equipo que no es manco y que volverá a estar arriba este año a poco que funcione bien esa pareja formada por Soldado y Leo Beptistao. El Betis gustó en su regresó a la Primera división. Gustó y se gustó. Buenas maneras, conducción de balón rápida y una banda derecha letal. La dupla Piccini y Cejudo fue un quebradero de cabeza brutal para la zaga amarilla. Es cierto que la gasolina les duró apenas 45 minutos, lógico por otro lado a estas alturas de temporada, pero lo que mostraron fue muy bueno. Si aguantan a este ritmo, el Betis ha ganado una banda para todo el año. Ni Cejudo, ni Piccini eran los del año pasado. Parecían jugadores diferentes. Toca preguntarse que pasó el año pasado. ¿Motivación? ¿Desgana? ¿Suficiencia? Pero esto es asunto para otro capítulo. El Betis funcionó bien en el centro del campo. Xavi Torres y N'Diaye se impusieron a Bruno y Tomás Pina. Y esto, señores, son palabras mayores. El Villarreal no tenía la pelota. Y estaba incómodo. Decidió agazaparse, cubrirse con la manta y esperar a que pasara el temporal. Y lo hizo bien. Tampoco llegó a sufrir demasiado. El Betis jugaba bien, combinaba y se plantaba en las inmediaciones del área amarilla, pero no creaba ocasiones claras. No se llegaba a conectar con Rubén Castro y Jorge Molina, aunque se colgaron muchos balones al área. Atrás sufrió más Pezzella que Bruno. El tinerfeño, que dejó dudas en la pretemporada, rayó a buen nivel en su debut en Primera. Vargas cumplió sobrado y hasta salvó al Betis en un par de ocasiones en la segunda mitad, especialmente en una clarísima doble ocasión de Nahuel y Bakambu. El Betis mereció el empate y podría haber llegado en la primera mitad si el colegiado, un desesperante Vicandi Garrido, con un criterio nada más que discreto, hubiera señalado un claro penalti del portero del Villarreal, el prometedor Areola, sobre Jorge Molina. Se lo llevó por delante en un despeje en el que nunca tuvo opciones de llegar al balón. El Betis estuvo mejor en la primera mitad que en la segunda. Tras la reanudación le puso mucho corazón y ganas, pero menos fútbol que en la primera. Rubén Castro tuvo dos ocasiones claras. En una respondió perfectamente Areola y en otra no llegó a conectar un cabezazo cuando estaba solo en el área. También Xavi Torres, a la salida de un saque de esquina tuvo una ocasión muy clara, pero no logró meterla entre los tres palos. El Betis fue mucho ¡uy¡ ante el Villarreal. Y pocas nueces. Que son las que valen en Primera división. El Villarreal pudo sentenciar a la contra en la segunda mitad, pero no acertó con las claras ocasiones que tuvo y permitió que el Betis llegara con vida al tramo final. Mel metió a Ceballos, Fabián y Rennella para buscar más ocasiones, pero ninguno fue determinante en los minutos que estuvo en el campo. Ceballos lo intentó y firmó alguna buena jugada. De hecho, de sus botas salió la jugada del empate. Una falta provocada por el utrerano fue botada por Vargas y el atrevimiento de Piccini en el rechace, pegando desde su casa, obligó a Areola a repeler el balón como pudo y ahí no perdonó Rubén Castro. Llegó el gol del empate cuando apenas quedan cuatro minutos para acabar. Gol más que merecido. El equipo que más lo buscó y que más fútbol creó durante los 90 minutos obtenía la justa recompensa. El Villareal también recibió el castigo que mereció. Tras el tanto bético, el equipo de Mel se creció y tuvo alguna ocasión más muy clara, especialmente una falta botada al borde del área en el minuto 90. El lanzador fue Vargas, pero rebotó en la barrera.