El Tesla Model Y es el modelo que peor envejece

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Tesla. Tesla
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Pese a haberse convertido en uno de los eléctricos más vendidos del mundo, el Tesla Model Y empieza a destacar por un aspecto menos favorable: es el modelo que peor envejece dentro del catálogo de la marca. Su éxito comercial no ha evitado que, con el paso del tiempo, acumulen notoriedad diversas carencias en calidad constructiva, confort y fiabilidad, aspectos que se acentúan frente a la evolución de sus competidores directos.

El diseño exterior, que en su lanzamiento apostaba por una línea limpia y minimalista, ha quedado visualmente rezagado frente a nuevas propuestas más elaboradas y expresivas dentro del segmento SUV eléctrico. Los acabados interiores, por su parte, evidencian un desgaste prematuro en comparación con modelos equivalentes, tanto en materiales como en ajustes. Elementos como el revestimiento de asientos, la calidad de los paneles o el aislamiento acústico muestran signos de deterioro tras pocos años de uso, incluso en unidades con bajo kilometraje.

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Por otro lado, la experiencia a bordo también acusa el paso del tiempo. El sistema multimedia, aunque sigue siendo funcional, ha dejado de marcar la diferencia como en generaciones anteriores. La ausencia de botones físicos, la interfaz centrada en una única pantalla y la gestión limitada de funciones clave sin redundancias físicas generan incomodidades que se agravan con el uso continuado. Cabe destacar que otros modelos de la propia marca, como el Model S o el Model 3, presentan una percepción de mayor solidez estructural y conservación general a lo largo del tiempo.

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Carencias estructurales y desgaste tecnológico

Más allá de la percepción, también se han detectado problemas mecánicos y eléctricos con relativa frecuencia. Fallos en la bomba de calor, funcionamiento irregular del climatizador, ruidos parásitos en la suspensión y desgaste irregular de neumáticos son algunas de las incidencias reportadas de forma recurrente. En este sentido, llama especialmente la atención que estas anomalías no siempre aparecen tras un uso intensivo, lo que pone en entredicho la consistencia del proceso de fabricación.

Además, la evolución tecnológica de otros fabricantes ha dejado al Model Y en una posición comprometida. Aunque Tesla mantiene su sistema de actualizaciones inalámbricas, la plataforma base del vehículo no ha experimentado mejoras estructurales significativas, lo que contribuye a una sensación de obsolescencia progresiva. Por todo ello, el Model Y se enfrenta al desafío de recuperar su atractivo en un mercado donde la durabilidad y la evolución constante son factores cada vez más decisivos.