Abarth reconoce, ahora sí, que se ha equivocado

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Abarth-500. Abarth
  • Otra marca que a la que no le ha sentado bien la electrificación

  • Ahora viene lo más difícil: Abarth quiere dar marcha atrás

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Abarth afronta un momento crítico. Un punto de inflexión. La marca, convertida en 100% eléctrica, admite que la decisión fue un error. Un error grave. Y ahora lo reconoce abiertamente. Las ventas se hunden. Los clientes protestan. Y el futuro de la firma más canalla de FIAT está en riesgo. La realidad ha golpeado fuerte. Muy fuerte.

La estrategia eléctrica parecía lógica en 2021. Era el camino marcado por Europa. Era la ruta que todos seguían. Pero las proyecciones fallaron. Las previsiones no se cumplieron. Y Abarth, que rompió de golpe con su tradición de motores de combustión, se quedó sin su esencia. Sin su sonido. Sin su alma. La decisión implicó nuevas plataformas, proveedores distintos y un reposicionamiento caro. Pero no funcionó.

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Las cifras lo dicen todo. Las ventas se han desplomado. En Reino Unido pasaron de más de 1.000 unidades al año a menos de 300. Un bajón brutal. Lo mismo ocurre en el resto de Europa. El propio CEO, Gaetano Thorel, lo ha reconocido. Ha dicho que el cierre de la marca es una posibilidad real si no se frena la caída. Un mensaje duro. Un mensaje que nadie esperaba escuchar desde dentro.

Pero lo más revelador no son las ventas. Son los clientes. Los de siempre. Los fieles. Thorel lo explica: el comprador de Abarth quiere modificarafinartocar su coche. Quiere sentir el motor. Quiere ser parte del proceso. Algo imposible en un eléctrico. No se puede manipular la mecánica. No se puede jugar con el combustible. No hay chispa. Y los aficionados se han sentido traicionados. El club Abarth está enfadado.

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La marca busca alternativas. Varias. Ninguna sencilla. Podrían volver a la plataforma anterior, desarrollar una totalmente nueva o aprovechar la estructura híbrida del nuevo FIAT 500 Hybrid. FIAT lo hizo ya: lanzó un 500 más barato y eficiente para salvar ventas. Un modelo con motor de tres cilindros y 64 CV, insuficiente para Abarth. Pero es una pista. Un punto de partida posible.

El tiempo corre. La presión sube. Abarth necesita un giro. Y lo necesita ya. Porque la realidad es clara: la pasión no se enchufa. La pasión se enciende. Y el eléctrico, por ahora, no enciende nada. Abarth lo sabe. Abarth lo admite. Ahora, por primera vez, reconoce que se equivocó. Y empieza la carrera para salvar su futuro.

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