Opinión

El penalti que Nico Williams nunca debió tirar

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Nico Williams, tras fallar su penalti en el Celta-Athletic. LaLiga
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Los periodistas también nos lesionamos. Me dio pena no cronificar el hermoso partido, saldado con victoria, que protagonizó el Athletic frente al Atlético de Madrid del inquietante Simeone. El rok and roll había regresado al Kafe Antzokia en que se convierte San Mames cuando la historia impide que La Catedral se convierta en una cueva de ladrones, templo para el mercadeo.

Causé baja, también, frente al PSG del simpático Luis Enrique Martínez. Ha tenido que llegar el momento del Celta en Balaidos para volver a ElDesmarque. Pero tal sigue siendo mi indignación, que he decidido escribir del Celta vs Athletic. Un partido extrañamente defectuoso el llevado a cabo por el Athletic.

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Luego de dos exhibiciones, cada una con sus matices, el cuadro de Valverde llegaba a Vigo con las mejores expectativas. Fue casi de inicio cuando caí en la cuenta de que algo raro estaba sucediendo. "Este no es mi Athletic", el "famoso Athletic Club" que guarda Iker Muniain en su yo más profundo, me dije.

Ni el excelso y brillante que bloqueó al Atlético de Madrid, ni el que resistió todas las brutales embestidas del PSG parisino. Vigente campeón de la Champions. Una de las mejores plantillas del mundo.

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Tarde dominical en Balaidos. No daba crédito. Algo raro pasa, me decía. El Celta se parecía más al PSG que jugó en San Mamés que al propio Athletic Club que sometió al Atlético de Madrid. Por qué sucede lo que estoy viendo, me preguntaba.

Un serio meneo vigués. De inicio. Depurada técnica colectiva que le bastaba y sobraba para controlar hasta el dominio el choque. No daba crédito. Ernesto Valverde vs Claudio Giráldez. Victoria aplastante del técnico cuyo equipo había sido incapaz de ganar en su propio terreno. Un campo en obras. Dos cuadrillas jugándose una botella de jariguay en un descampado.

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Tuvo que ser Valverde el que arrojara luz a mi mente aturdida.

Fue en sala de prensa cuando se refirió a la falta de frescura. Déficit vital. Las dos últimas exhibiciones en San Mamés se acababan de pagar con la factura a campo abierto bajo el cielo de Vigo.

El derroche físico de los leones para someter al Atlético de Madrid y el Paris Saint-Germain. Si no fuera por el factor físico no recuperado, no se explicaría el decadente juego de los leones. Que nunca fueron más que su rival, ni siquiera iguales.

El Celta manejó la partida desde su inicio. El Athletic, incapaz, impotente. Aguantó, sin embargo. El marcador no se movía. Y fue así que se llegó al descanso.

En zona mixta, Iñaki Williams confesó que "el descanso del partido entre parte y parte es lo que nos ha matado". Se refiere Iñaki al intermedio de los partidos, a los descansos, a los 15 minutos de la caseta, no nos vienen bien. Increíble. "Los descansos no nos vienen bien".

"Me matan si no descanso, y si descanso me matan: ¡nos matan, ay, siempre nos matan".

Dos goles en los primeros minutos. El Athletic hacia aguas. 'Aguas mayores' sobre un terreno al que le echaban la culpa.

Quedaba tiempo. Tiempo de sobra, o ese otro que no se termina echando en falta. Fue pateado por Iñaki la tarde de su reaparición. En mala hora. Seguro que su hermano, Nico, le va con el cuento. O le quita la pelota. El penalti lo tiro yo porque el balón es mío. Como en el patio alto del Colegio de la Salle de Sestao. ¿Te acuerdas, Sarabia?

Al final de la partida, un compañero habría de decirme que "Nico Williams no sabe tirar penaltis". Ha sido uno de los más inocentes que he visto lanzar a un jugador del Athletic. "Es Sancet el encargado", habría de confesar Ernesto. Pero como en la caseta a Oihan que se quedase en la ducha al igual que a Berenguer… Salieron en su lugar Selton e Iñaki Williams.

Valverde sabrá qué es lo que pretendía.

Regresemos al penalti. Un jugador que se dirige a la pelota sin ninguna convicción y con el miedo en el cuerpo. La golpea. Con el interior de su pie derecho, e incluso con una ligera rotación interior del tobillo. Lo que obligó al balón a que llegara a la altura del portero centrado y manso. Dejarse caer, no más. Estirar el cuerpo para contactar con el esférico. Se le queda al lado. Se estira. Lo abraza. Más mérito en esta segunda acción que en la primera.

Si el Athletic dependiera de un jugador como Nico Williams para resolver una tanda de penaltis en la que estuviera en juego otra copa más, el problema sería gravísimo.

De haber marcado, el Athletic se habría acercado. Cierto. No habría cambiado, sin embargo, la suerte del partido. Su devenir. Esa tendencia iniciatica que se respiraba al saltar al campo.

Leones con el cuerpo ya muy cargado y deshecho como lógica consecuencia, pago de recibo por las exhibiciones físicas, técnicas y tácticas llevadas a cabo ante Atlético de Madrid y PSG.

Fue así que el Athletic no pudo estar nunca en el partido luego de haber bajado las escaleras del avión.

Cautivo y cojo. Ahogado. No le alcanzaban las fuerzas. Dificultosa la respiración. Causas que mermaron al Athletic hasta desfigurarlo.

Freno a la racha, corta pero llamativa, de los dos últimos partidos. Las exhibiciones ante el Atlético de Madrid y el PSG. Completa, ante el equipo del linquitante Simeone. Y relevante, en lo físico y en lo defensivo, frente al vigente campeón de Europa.