Una Copa, pero sin mucha fiesta

El Sevilla solventó su eliminatoria de Copa del Rey ante el Velarde con cierta solvencia, con un resultado corto dada la diferencia de los dos equipos, Primera y Preferente, pero la realidad es que con un control total del partido que no permitió al modesto equipo cántabro ni pisar su área en todo el encuentro. La poca diferencia en el marcador tuvo que ver, y no es sorpresa, con la falta de precisión en los metros finales. No solo de los rematadores, sino de los pasadores, que estuvieron fallones y ambiguos en sus acciones. Eso provocó que el partido llegara al 88 con 0-1 nada más, expuesto el equipo nervionense a cualquier accidente futbolístico que le complicara la vida. Ahí llegó el 0-2 de Rafa Mir que por fin enterró el partido y la eliminatoria. El Sevilla se tomó, al menos de inicio, en serio el partido. Muy metido en campo contrario, prolongando posesiones hasta encontrar hueco en el costado opuesto, presionando arriba, buscando remates y entradas por banda. Y sobre todo, no concediendo nada atrás, donde prácticamente el modesto Velarde, de Preferente, ni pisaba campo contrario. Tuvo ocasiones el Sevilla, con remates dentro del área, aunque mal ejecutados, y muchos pases desde las bandas que difícilmente encontraban rematador. Encontró al menos el gol el equipo nervionense en una buena combinación que acabó con buen pase de Óliver y remate de Nianzou. Pero ese gol empezó a significar un descenso de concentración e intensidad en el Sevilla, que poco a poco fue de más a menos y además su precisión fue menguando. Suso e Isco la pedían bastante, pero la realidad es que la ejecución de las acciones, sobre todo en el caso del primero, estaban al nivel del oponente, y eso privó al Sevilla de generar ocasiones en ataque cuando claramente era superior física e individualmente. Pero eso no se plasmaba en el césped. La segunda mitad fue incluso más triste. Salvo una clara ocasión de En Nesyri, y un penalti clamoroso a Rafa Mir que el árbitro se tragó, el Sevilla tampoco es que agobiara con oportunidades al Velarde. Sí, tenía la pelota. Sí, no sufría nada porque el Velarde no salía de su campo casi nunca. Pero evidentemente se esperaba más del Sevilla, incluso de este Sevilla, ante un rival de preferente. Isco y Suso acabaron por desaparecer, metafórica y físicamente, porque fueron sustituidos, y los minutos fueron avanzando alcanzar el tramo final del encuentro con un resultado ajustado, sorprendentemente, aunque en el campo no hubiera sensación de inquietud. El partido tuvo que esperar al 88 para quedar sentenciado, en un pase de Navas que Rafa Mir metió a la cazuela para rematar la eliminatoria y, ahora sí, dar por finiquitada esta parte de la temporada hasta el regreso tras el Mundial. Una vez regresado el curso doméstico, muchas cosas habrán de cambiar en el Sevilla.