Decente y grosero

El Sevilla perdió ante el Manchester City en el último partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones, de la que se despide y tiene pinta que por un tiempo. El equipo de Jorge Sampaoli compitió. Compitió ante un City que empezó al tran tran y acabó acelerando con casi todas sus estrellas sobre el campo. De hecho, el Sevilla se adelantó en el marcador con un gol de Mir y mantuvo más o menos controlado al todopoderoso City en la primera mitad. Pero en la segunda, al poco que el equipo de Guardiola apretó, presionó algo más, el equipo nervionense se descosió. Pero no fue una avalancha, no fue superado de forma abrumadora ni mucho menos. La realidad es que el Sevilla puso en bandeja al campeón inglés la remontada merced a un excesivo riesgo en la salida de la pelota. Sampaoli planteó un partido con sus cosas buenas y sus cosas malas. Las buenas, que el Sevilla, cuando se junta mucho, cuando aprieta sus líneas, parece estar algo más entero. Lo estuvo en la primera mitad, como lo estuvo en Dortmund con un planteamiento algo similar. También tuvo de bueno el plan del técnico argentino la sorprendente posición de Rafa Mir, que actuó de extremo derecho para dar salida al equipo al espacio, algo de lo que adolece el equipo andaluz. La realidad es que el valenciano, más allá de la cuota de acierto, que copó con su gol de cabeza, tuvo protagonismo. Se marchó en velocidad y a la espalda de Dani Gómez y propició en algunas ocasiones la salida de la pelota. Novedad para un Sevilla que nunca juega en largo. Papu e Isco jugaron de delanteros aunque la realidad es que apenas gozaron de opción de remate. El único que la tuvo, casi siempre al espacio excepto en el córner, fue Mir. Pero luego hubo muchas cosas malas. Sampaoli planteó la construcción del juego desde una arriesgadísima apuesta por la salida de la pelota desde atrás. Ante un City de presión altísima plena de fe, no parecían Marcao, Carmona o Rekik los más adecuados y los más seguros con la pelota en los pies. El partido acabaría dando la razón a este argumento. Los fallos propios del brasileño, del canterano y de Montiel, entre otros, propiciaron las ocasiones más claras del City. Es más, con 0-1 en el marcador, el 1-1 llegó en una pérdida de Telles. El 2-1 en una pérdida en el mediocampo de un ataque mal gestionado (luego, claro, están De Bruyne y Álvarez para penalizar). Y el 3-1 en un error ridículo de Carmona, que ya había amagado durante todo el partido con perder balones peligrosos. El chaval se muestra demasiado inseguro con la pelota para ser a día de hoy fiable para el equipo nervionense. Así, y con un nulo fruto de esas arriesgadas salidas de la pelota, porque en solo una ocasión sacó la pelota con verdadero peligro el Sevilla en la segunda mitad, se acabó ahogando el equipo hispalense, que sigue teniendo tantas fugas que se hace difícil ver cuándo puede acabar la sangría. Al menos, esta derrota, más allá de la autoestima, no castiga tanto. El Sevilla estaba clasificado para la Europa League y la visita al City era como la visita al dentista.