Puesta de sol en Formentera

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Iñigo Lekue durante el empate en Formentera.
  • Óscar Gil , uno más para la lista

  • "Sola debe reivindicarse si surge la oportunidad"

  • Una copa a modo de bálsamo

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Había tres cruces coperos entre equipos de Primera y Segunda B: ninguno de los 'grandes' consiguió ganar. El Villarreal perdió frente a la Ponferradina de Carlos Terrazas. El Atlético de Madrid no pasó del empate en el monumental Martínez Valero ilicitano. ¿Y el Athletic Club?... A la altura de las circunstancias. En un 'San Francesc' con hierba artificial que no es de primera ni de última generación, sino todo lo contrario, la 'Macedonia' de frutos de Lezama que repartió Ziganda sobre el 'verde' ni perdió ni gano, sino todo lo contrario, empate a uno, expediente cumplido, juicio visto para la sentencia que San Mames dictará cuando el cuadro 'rojinegro' de la idílica Formentera rinda visita a Bilbao con su ofrenda de equipo primerizo y su ramo de rosas a colocar junto al busto de Pitxitxi.  Había gente, mucha, a la espera de que el primer partido copero sirviera de termómetro para medir la temperatura del juego del Athletic: si bajo cero...o enfebrecida. Espera vana, por expectativa sin sentido: el once que alineó Ziganda era de esos llamados de circunstancias, y la superficie de juego, hierba de artificio más apropiada para el tenis USA neoyorkino que para la práctica del fútbol, juego que nació en las campas donde pastaban las vacas y el barro surgía con lo punzante de los tacos de madera adheridos con clavos de hierro a la suela de las botas incidiendo en la tierra reblandecida por el agua de la tormenta.  Hay césped de artificio como el del Mundial Femenino 2015, difícil de adivinar por lo sofisticado del trabajo de los especialistas. O como el del Ostersund,  donde el Athletic, haciéndose 'el sueco' según me cuentan, debió salir vapuleado a base de una goleada vergonzante. Y otros, como el del 'Municipal de San Francesc', donde el Athletic no lo hizo peor que cualquier otro equipo de Primera que se hubiera presentado al envite.  Rasear donde era permisible. O sea, en la línea de zagueros y en horizontal. Lo de progresar ya era otra historia bien distinta y diabólicamente complicada, semejante al juego del Parchis o al enigmático de la Oca,  intentar avanzar para, de seguido, tras la presión del rival, darse la vuelta por no poder domar la pelota encabritada, volver en regresion al lugar de salida para tirar otra vez, con el cubilete de la bota, el dado sobre el tablero y observar hasta donde era posible el avance.  En una Formentera a la que no se llega en avión, se añora tanto lo aéreo que el cuero pasa a convertirse en una suerte de juguete que vuela y vuela porque huye de lo quemante del césped como gato del agua en puchero tras minutos posado en la chapa encendida.  En esa tesitura, el cuadro de García Sanjuan, cuyo disco duro había insertado en lo profundo de las mentes de sus jugadores, se movía como pez en el agua: balones largos, fuego cruzado, por aire, se trataba de salvar el centro del campo a fin de intimidar los aledaños de la portería que guardaba 'de regalo' Arrizabalaga. El Athletic, obligado por su rango a poner el espectáculo, fracasaba en su propuesta. Como fracasan las leonas de Joseba Agirre cuando se ven obligadas a disputar sus partidos en superficies infames: cemento-hormigón pintado de verde, no nos llevemos a engaño.  Pasaban tan pocas cosas en el partido, que los cámaras de 'Bein' elevaron sus artilugios para atrapar ese atardecer que, entre un ocre rojizo liviano fruto de la fogata del Sol, ofrecía imágenes oníricas, "de postal" llamadas por los tres comentaristas del encuentro. El cielo de Formentera al atardecer. Qué delicia. Pero no superior a aquella otra que se derivó luego de un desembarco en una playa de ensueño a la que llegue en 2010 procedente de Ibiza en un Ferry que se desplazaba sobre una mar que estaba como un plato. Día de arenas blancas y aguas ora  verdes ora azul turquesa. Que mañana la de aquel día, por Dios. Que tarde está, que lujo poder observar el atardecer de una isla sobre cuyo nombre se pronuncian los historiadores y filólogos: que si "de serpientes" griegas, que si "de trigo" romano , que si "de Promontorio"  arabe, caprichosa forma de un islote diminuto en el que el Athletic se ha presentado para que el cuadro local pueda hacer historia.  Embobados de lo onírico, Liñan cazó en el corazón del área un balón que le había llegado llovido. Ziganda, sorprendido por el tanto, activo a Raúl García, "sal y empata", le arengo, y 'Rulo', dos minutos más tarde de que su Athletic hubiera quedado en desventaja, 'disparo' con la cabeza un balón bien servidito desde la banda izquierda por Enric Saborit, apellido catalán en el país de las 'Pitiusas'. Fue un alivio, y una gran virtud, que los de Ziganda empataran tan pronto. Porque el resto del partido, ya entrada la noche, no fue sino un continuo añorar esa hermosa puesta de sol que nos regaló ayer la paradisiaca Formentera. Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', periodista y exfutbolista