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Por qué en 30 horas este Final Fantasy VII: Rebirth huele a GOTY

Final Fantasy VII: Rebirth.
Periodista. Sevillano, cinéfilo y retrogamer.

Final Fantasy VII: Rebirth tiene todo lo que le gustaría a cualquier antecesor de la saga para ser un 10. Con sólo 30 horas jugadas quizás me engañe la experiencia, pero los peros de los históricos de la franquicia tienen aquí pinceladas para ser perfectos. Y eso no significa que la continuación del Remake lo sea, pero tiene todos los ingredientes para llegar a ello. Y hasta que no lleguemos al 100% esta será la mirilla de un universo inabarcable.

Los altares de la saga Final Fantasy tienen por primera vez en muchos años un juego diferencial. Las historias de Cloud, Yitán, Terra y Tidus están consideradas las mejores de las entregas de los cristales así como la de FF Tactics, y entre debates sobre el verdadero top 10 de la franquicia, aparece de nuevo un encapuchado Nomura.

En una comparación inasumible entre narrativas, estilos, géneros, años y consolas, la continuación del Remake se funde con todo. Final Fantasy VII: Rebirth un juego grandilocuente desde su concepción. Lo que era una continuación de pasillos aquí son horizontes de exploración sin fin, y eso es sólo el escaparate inicial. La profundidad es aún mayor con el paso de las horas.

La simbiosis en cada pelea es uno de los mejores upgrades.

El combate es el germen de todo. El mayor aliciente de Rebirth es la capacidad para reinterpretar un éxito con la implementación de los ataques combinados. Y con lo que llevo la evolución de la dificultad, progresión entre materias y desbloqueo de habilidades es un disfrute mucho mayor que en el Remake. Sobre todo con Tifa, el mayor exponente del cambio gracias a los lanzamientos en el aire de compañeros como Cloud y Barret con los combos.

La exploración es el segundo gran éxito, pero quizás el más impactante. A pesar de los adelantos en los miles de tráilers, el descubrimiento del mundo sorprende a cada paso. Primero por las posibilidades que ofrece, segundo por lo vasto del mapa y tercero por lo bien integradas que están los desafíos. Sea un minijuego, una activación, una caza o la búsqueda de un tesoro, todo avanza. No es repetitivo, tiene un desarrollo natural y multiplica todas las ramificaciones de la historia original de 1997.

Capítulo a capítulo, el despiece de todas las regiones de Gaia.

En los minijuegos todo cobra vida. La sensación de Rebirth es un descubrimiento constante, y el entretenimiento adherido es una desconexión divertida, original y muy bien trabajada. A pesar de los adelantos de casi 20 variantes, cada elemento es una sorpresa mayor que la anterior. Y a falta de llegar al Gold Saucer, el juego de cartas es de lo mejor que ha creado la saga.

Como amante de los card games tanto en los videojuegos como en los juegos de mesa, Sangre de la Reina es un anexo ideal para complementar la acción. Disponible en muchos lugares y con frentes abiertos incluso más allá de las zonas principales, es digno del mejor Gwent o del Triple Triad. No sé cómo todavía no han anunciado Sangre de la Reina para móviles con un PvP masivo.

El desfile de Junon, de Tifa a Aeris.

Sin descubrir nada de la trama, otro de los trazos más marcados es la gestación en sí y la actividad en las ciudades, del mimo incluso con personajes terciarios y de la importancia de las misiones secundarias. Ese proceso de descubrimiento es constante, y va mucho más allá de perseguir la trama principal. Descubrir una aldea repleta de posibilidades después de hacer una secundaria es sólo el prólogo de todo lo que hay detrás.

En general, Final Fantasy VII: Rebirth tiene vida, es entretenido y te deja constantemente con ganas de más. El único debe es su integración como segundo juego pero ahí reside su éxito, porque la gestación de un juego así necesitaba antes un Remake para llegar posteriormente a algo tan impactante. La suma de capítulos contrapuestos en forma de juego, el aprovechamiento del grupo, la adaptación de la dificultad con desafíos integrados…todo funciona. El mimo al original brilla, pero los detalles lo hacen aún más grande.

Un juego puede ser diferencial por muchas cosas. Para mí Final Fantasy X es el summum de la saga y he peleado visceralmente contra los fieles del VII, del IX y del VI, habituales en el top 3. Y amo los tres títulos, pero en mi clasificación ideal es así por narrativa, jugabilidad, minijuegos, dificultad del posgame y ampliación de la historia.

Lo que en Final Fantasy X eran los retos con chocobos, esquivar rayos, los eones oscuros o el blitzball aquí sólo es un apéndice. Y eso que en 30 horas no da para saciar a todo un fan de una saga, pero la mirilla con el primer vistazo de Gaia da para mucho.

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