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Unai Simón nos enseña dónde crecen las Cruces de Hierro

(MEDIASET) Croacia 3-5 España: El partido de Unai Simón
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El Croacia-España de Copenhague es un partido que hará crecer a Unai Simón como portero. El meta del Athletic Club, que sólo tiene 24 años, ha sufrido un calvario tras su error, en colaboración con Pedri, ojo, pero ha acabado siendo totalmente clave en “la distancia del dinero”, que dice nuestro buen amigo Jaime Ugarte en el Noble Arte del boxeo. Allí donde o te vas a la lona o sales a hombros repartiendo cuero tras regresar mareado del infierno. Para mí el tema de Unai Simón no es de que juegue sobrado, que critican algunos, sino de dudas. En su segundo año, siempre complicado, le han ido creciendo durante toda la temporada, tan irregular como la de todo el equipo, y es difícil que se vayan de su cabeza por hacer un par de buenas paradas. Creo que es menos frío de lo que da a entender hacia afuera, y que, como tod@s, tiene una cabecita que da muchas vueltas.

Como la que dio él al partido y a su actuación. El de Murgia demostró una personalidad fuera de lo común. Sabes que la has cagado, que estás en el foco hagas casi lo que hagas y que te están viendo millones de espectadores en todo el planeta.

Y lejos de rajarse eligió convertirse en el salvador que te agarra la mano cuando estás a punto de caer de una pared vertical.

Aunque una atajada fuera invalidada por un dudoso fuera de juego soltó cuatro paradas de esas que te meten en los cuartos de final. Ahí se vieron sus virtudes: los reflejos felinos pese a su estatura, el 1x1, con el momento clave de la que realiza con el 3-3 y los croatas a la carga... E incluso, pese al debate sobre su juego con los pies, no dejemos fuera del menú su salida de balón espléndida en el 2-1 de los de Luis Enrique.

Unai Simón y Sam Peckinpah

Una de cine, un crudo alegato antibelicista del controvertido director californiano para explicar el porqué del título de este artículo. En el frente oriental, un escuadrón de soldados alemanes se enfrenta al ejército ruso. El pelotón está liderado por el respetado sargento Steiner (James Coburn), que también debe hacer frente a las decisiones ambiciosas y suicidas del capitán Stransky (Maximilian Schell), un aristócrata prusiano recién llegado al frente que busca la gloria a cualquier precio.

Steiner encuentra a Stransky y se enfrentan. En lugar de dispararle, invita al oficial a luchar junto a él y demostrarle su tan cacareado valor enfrentados a la muerte casi segura, cara a cara. En ese momento se produce entre ellos el diálogo más celebrado de la película: Stransky: «Yo le enseñaré cómo lucha un oficial prusiano». Steiner: «Y yo le enseñaré dónde crecen las Cruces de Hierro». Palabras de Peckinpah. Hechos de Unai Simón.