Cobardía en el locutorio

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En la prensa deportiva hay también incompetentes.
  • Ganar, ganar y volver a ganar

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Asumo mi tardanza como pecado venial. Acción, la mía, "que se opone ligeramente a la ley o la norma y es fácil de perdonar". Perdón pido, Perdonado estas, hijo mío, el que esté libre de tardanza que te golpee con su verbo. Ya te golpeo uno a resultas de aquel artículo que escribiste sobre la figura deportiva y humana del entrenador del Villarreal, Fran Escribá. Con su pan se lo comió, me consta, porque la casa de los sueños no la asaltaron ni esbirros ni sicarios en lo negro de la noche. Llego tarde. Nunca es tarde si terminas escribiendo lo que debes, peor es no escribir nunca y quedarse suspendido en una deuda permanente con el lado humano de este deporte y juego llamado fútbol que lleva una deriva peligrosa, cual nave sin capitán en un mar sacudido por la más negra de las tempestades. Sobre la llamada "protección" quiero hablarles. Sobre ese "llegar tarde", expresión que se ha instalado de una manera virtual en el mundo que rige las leyes del Reglamento.  ¿Y tú de quién eres?... Yo soy de Bein Sport. No por nada especial. O si. En su día era de GOL con tarjeta a insertar en el costado derecho de mi plasma LG. Si mi compañía de teléfono móvil me lo sirve, me lo tomo como herencia de un grupo de periodistas y comentaristas deportivos que estaban varios escalones por encima del popularmente llamado 'PLUS'. Pero como el 'partidazo' me lo sirve la competencia, tengo argumentos suficientes para saber de qué pie cojean los unos y los otros.  No sé si será por miedo el 'modus operandi verbal'; por corporativismo, por ignorancia, por cobardia, o, lo que sería peor, por connivencia entre los que hablan y los que juegan, una suerte de 'amiguismo' más peligroso que la violencia latente y flotante sobre los estadios de fútbol que, merced al amparo de esos ángeles a los que Silvio Rodríguez les acusa de "incompetentes", y, al mismo tiempo, les exime de toda culpa porque a la humanidad no hay forma de ayudarla, de enderezar esa columna que se encorva como la de una malvada bruja antes de su acometida final hacia el centro de los sueños.  Habrá quien diga, tal vez la gran mayoría, que de qué va este, o de qué va esto. Entiendan, por favor, que entre con sigilo, antes de hacerlo como el elefante ese de la cacharreria. Y es que a uno le cuesta horrores asimilar ese lenguaje perverso, esa jerga bicéfalica de la que, básicamente, se han apropiado los locutores de los partidos de fútbol y aquellos ex futbolistas que ofician como comentaristas a sueldo de la casa con la que han firmado contrato.  Generalizar genera injusticia. No lo olvido, porque es una verdad de la que deben beneficiarse aquellos y aquellas que, al no casarse con nadie, le llaman a las cosas por su nombre, y a las acciones, en función de lo que son cuando las cámaras las atrapan y el realizador, cumpliendo con su cometido, las repite tantas veces como se precise para que el espectador se haga cargo si hubo nobleza en el lance, o un exceso de ímpetu, o temeridad, o imprudencia, o, llanamente, eso que se llama violencia y que en el mundo del fútbol adquiere maneras verbales como "dar hostias", con perdón.  Como ir de caza; como ir a dañar al hipotético compañero de trabajo y que salga el sol boreal por él Manzanares, como hoy, esta noche que ya camina hacia el jueves, en esta semifinal de Champions que enfrentaba al Atlético y al Real, ambos de Madrid capital, equipos, jugadores y, en especial, aficiones que se odian o, como cantaba Cabrel, "que se quieren a morir", con acento en la o, bonita canción, "Y yo que hasta ayer solo fui un holgazán: la quiero a morir"...  Sea dicho, para no faltar a la verdad, que lo de hoy ha sido paradigma que en paracaídas me ha hecho caer en el centro del campo del a Manzanares y ser testigo de lujo de una primera parte en la que se ha repartido más leña que la que Groucho Marx requería para ese tren de vapor que recorría entre carcajadas el Oeste americano. Leña. Patadas. Clavos de las botas en busca de la fibrosa carne de la víctima de turno. Codazos en las disputas aéreas. Manos en puño cerradas cual si de boxeadores, pero sin guantes,  con un peligro de vértigo.   Pues bien. Ante tamaña brutalidad, el speaker y los tres comentaristas, a saber, José Sanchís, en representación de la casa, Miquel Soler, Raúl González y Jorge Valdano, en labores de guías ante el peligro de una posible ceguera, han sellado a fuego esas dos expresiones que se vienen escuchando desde que las televisiones se dispararon en ofertas como un estómago sin fondón.  La una, no la hora, a la primera me refiero, es esa que dice "se ha protegido", bonita manera de llamar al codazo o puñetazo que un futbolista le propina a otro del equipo de rival al que ya ha superado en disputa o carrera. La otra, más grave todavía, se refiere a ese acto obsceno de los de la casa y los voceros de su amo que han convenido en llamar "llega tarde", "ha llegado tarde", "llegó tarde". Agarrados a esta peligrosa, cobarde y mentirosa teoría, convertidos en fantasmas, viajamos al lado de los futbolistas en sus procederes. Barra libre. Coto de caza.   Los futbolistas se convierten en vacíos cazadores que golpean a base de puñetazos, que dan patadas a la altura de la tibia, que, cogiendo bolida, se lanzan desde la distancia con los tacos por delante buscando los tobillos a pie de hierba, las rodillas y su entramado de tendones y toda clase de ligamentos. Hemos llegado a un punto en el que la malicia ha desaparecido del fútbol como por arte de magia. Nadie da patadas. Nadie busca el tobillo por el gusto que le da encontrarlo. Nadie golpea a mano abierta o cerrada para desatar toda su rabia, todo su odio, ese lado animal del Minotauro que en un momento dado pueden ser todos aquellos futbolistas de élite que se exhiben en los estadios VIP de la Liga Santander.  La mala intención no existe. Ni siquiera los motivos para un árbitro a la hora de sancionar con el silbato y las tarjetas. "Se ha protegido". "Ha llegado tarde". Y me enciendo cuando nadie de la 'cuadri' que la empresa ha seleccionado discrepa: "Lo ha golpeado como si fuera boxeo en vez de futbol". "Lo ha cazado", como si fuera perro veloz que se ceba con la liebre o el conejo.  En lo que al Athletic Club le afecta, viendo esa noche de Champions a Godin y Gabi, viendo cómo han repartido leña de manera gratuita, viendo como el turco colegiado los ha sostenido en el verde a pesar de tanta violencia desatada (UEFA no quiere que los partidos pierdan su encanto debido a las expulsiones), miedo me da ese partido con el que los chicos de Ernesto Valverde cerrarán la liga en el Manzanares.   Visto lo de esa noche, "Partido perdido por incomparecencia. Tres a cero goles para el Atlético". Puntos que nadie espera. "Y no les romperán ni uno solo de sus huesos". Profecía sobre el 'Enviado', que hago mía para que a los colchoneros no les diera por ir de caza al ver salir por el túnel de vestuarios once leones a los que se les ha prometido Coliseo de fútbol, y no Circo romano, escenario en el que tantos mártires fueron descoyuntados.  Post-Scriptum: Pepe, el central del Real Madrid, es el futbolista que tiende a "llegar tarde" con mas frecuencia, sobre todo cuando  el objetivo de su bota es la cabeza de un rival. Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, cronicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz