Día Mundial Sin Idiotas

20160922-636101482600521563_20160922134347-k5rD--656x437LaVanguardia-Web.jpg
El Día Sin Coche en Madrid (Foto : EFE)
Compartir

Desde que tengo uso de razón —incluso cuando la he perdido— me ha llamado poderosamente la atención la posmoderna carajotada de los 'Día-mundial-de' o los 'Día-mundial-sin', y siempre los he contemplado como un producto más del cinismo civilizatorio que predica lo contrario de lo que impone, como queriendo contrarrestar la barbarie de sus designios con antídotos más antinaturales si caben. El jueves pasado ya no se celebró el 'Día Mundial de la Bicicleta', sino directamente el 'Día Mundial sin Coche'. La peña progre y superguay que promovía el evento consiguió el cierre al tráfico de calles importantes, durante unas horas, para montar en bici, leer y tocar el piano en la calzada. Qué emocionante, primo. Si lo llego a saber, me llevo la guitarra a la Plaza España y termino al popurrí... De aquí a la Revolución sólo falta un paso... pero un paso atrás.   En Barcelona, los niños, en una exhibición de inocente lealtad a las normas, multaron simbólicamente a los mayores. Uno de ellos, borjita total, salió en la tele orgulloso: "parecíamos policías de verdad". Espero que el niño aún no haya visto a los policías matando a los negros en Estados Unidos, ni a los que retiran con la grúa a los coches que no estorban, ni a los que linchan a palos a un manifestante, ni a los que arrastran a los desahuciados de sus casas, ni a los que colaboran con los narcos, pues esos también son "policías de verdad", y muy de verdad. La mayoría, no, claro. La mitad menos uno. No obstante, la reflexión de hoy no va contra la policía, sino contra la organización social de la idiotez. En el mundo en que vivimos, promover un día sin coche es como promover en el mundo de la caza un día sin perro. O en la pesca un día sin anzuelo. O en el Patronato del COAC un día sin Quiñones. Con la de injusticias y miserias que tenemos por delante, promover un retorno a la naturaleza constituye una romántica cortina de humo espeso, ante la que aparecen los mismos sinvergüenzas que los otros 364 Días Mundiales con Coche los usan con un chófer que pagamos nosotros y a velocidades tales que los "policías de verdad" no pueden sancionar. El resto de los pringaos que lo usamos a diario no solemos hacerlo por gusto, sino porque nos vemos obligados a recorrer cientos de kilómetros para trabajar. Aún así, algunos hacemos al año más kilómetros en bicicleta que toda la peñita que la cogió el jueves (muchos de los cuales no montaban desde el día de su primera comunión, sólo había que verlos), y sin carril bici, como sucede en Cádiz, ciudad en la que un "policía de verdad" inauguró la jurisprudencia de la sanción —200 euros y cuatro puntos del carné— contra un ciclista por saltarse un semáforo a 5 kms por hora (ciclista identificado como el abajo firmante). Al margen de la docencia, la labor social del filósofo consiste en liberar al individuo de los prejuicios dogmáticos y las ideologías encubiertas. Y una ideología encubierta es, por ejemplo, el falso ecologismo derivado de estas carajotadas organizadas, mientras la industria del coche lucra a tres cuartas partes del mundo. O sea. Si el sistema te impone el coche como una prolongación de tu cuerpo, no puede luego proponerte el día sin coche, porque un día sin coche puede ser peor que un día sin nabo. Y aunque parezca un símil gratuito y soez, no lo es: como con el nabo sobrepases los límites de velocidad o lo metas en un parking privado, también pueden cascarte una multa para toda la vida, peor que cualquiera de las que ponen los "policías de verdad". No estoy sistemáticamente en contra de todo. Entiéndaseme bien, suplico. Estoy sistemáticamente en contra de todo lo que sea hacer el idiota. El idiota, en la terminología aristotélica, es el individuo que anda perdido y desorientado, entre otros motivos, por desentenderse de los motivos políticos que lo convierten, precisamente, en un idiota. Y el sistema es el mejor especialista político en organizar a los idiotas para instalarlos definitivamente en la idiotez, e incluso conseguir que se identifiquen con ella. Es por ello por lo que entiendo mucho más urgente organizar de modo alternativo el Día Mundial de las Elecciones sin Idiotas, el Día Internacional de la Audiencia Televisiva sin Idiotas, el Día Universal del Idiota sin Twitter y el Día Final del Mundo sin Idiotas. Supongo que con este artículo muchos idiotas no estarán de acuerdo. JUAN CARLOS ARAGÓN