Objeción total

ISLA_D-1.JPG
Juan Carlos Aragón.
Compartir

¿Nos están poniendo de tontos o es que en verdad lo somos? La respuesta no la veo clara. Quiero pensar que no lo somos, sino que nos ponen. Pero si nos ponen y lo consentimos es que lo somos. Que te pongan de tonto es, por ejemplo, votar y, como no les ha gustado lo que has votado y no son capaces de formar gobierno, después de tirarse medio año haciendo el ganso con toda la prensa pendiente de ellos y tú atento a lo que hacen y dejan de hacer, te piden que vuelvas a votar. Entonces la pelota está en tu tejado. Si vuelves a votar, lo has consentido. Si ya no votas más y que los parta un rayo, te han intentado poner de tonto, como siempre, mas tú has resistido. Ojalá estés de acuerdo conmigo y, si esto ocurre, no votes. Ojalá todo el mundo esté de acuerdo en que esto es impedir que se cachondeen de ti, resurja el coraje civil y vote su puta madre. Que se enteren que el pueblo no es tonto y que de él no se ríen más, que ya se han reído bastante. Que los tontos aquí empiezan a ser ellos. Ya puesto, lo mismo haría con Hacienda. Mientras del dinero de nuestros impuestos se sigan pagando las cosas que se pagan en este país —sobresueldos, dietas, chóferes, Iglesia Católica—, los grandes chorizos sigan sin devolver lo que esconden es Suiza, nos sigan quitando recursos elementales de nuestros hospitales y escuelas públicas, y etcétera elevada al cubo de la madre que los parió, yo no pago a Hacienda. Y ya que me estoy embalando, para ver información manipulada, tertulias en las que el moderador permite que sólo se oiga la voz del más gilipollas, espacios publicitarios interminables con subida automática del volumen, que como no te coja el mando cerca te deja sordo, películas insufribles, series que incluyen hasta la risa, sálvames con famosos de PVC y concursos en los se gana dinero sin necesidad de mostrar virtud alguna, para eso, apago la tele y bailo el trompo.Pero, claro, si yo soy el único que no vota, el único que no paga a Hacienda y el único que apaga la tele, resulta que los políticos van a seguir chuleándome de la misma forma, Hacienda me va a embargar lo poquito que me queda y al final voy a ser yo más pringao que los que ven la tele. Vamos a unirnos. Objeción electoral, fiscal y televidente. Aquí ni se paga, ni se vota, ni se ve la tele, como único modo de hacerles ver que —por fin— el tonto está cambiando de bando. Además, si conseguimos que el tonto cambie de bando, lo siguiente que cambiará de bando será el miedo porque —no se nos olvide—, el miedo que aún perdura en nuestro bando no es más que el resultado de haber estado tanto años consintiendo que nos pongan de tontos Para ello sólo necesitamos una auténtica articulación de la sociedad civil, pero quienes nos la prometieron andan ahora enfrascados en otros mesteres de clerecía interna, y todo su potencial subversivo temo que se evapore a medida que vayan hundiendo sus nalgas en los asientos del Congreso. A mí, como a muchos habitantes de este país, sólo nos representa la unidad frente al abuso que viene de arriba. Y este abuso no termina en el despido y el desahucio que, aunque admitimos que son las primeras monstruosidades que hay que atajar, hay otras muchas barbaries que también urgen frenar aquí y ahora, antes de que se sigan normalizando. Podríamos tener mucho más dinero. Podría llegarse al pleno empleo. Podría meterse a los políticos imputados en la cárcel para que esperen juicio allí, como hacen con mohicanos y camellos, siendo éstos delincuentes menores. Podríamos disolver la monarquía. Podríamos invitar a la Iglesia a su autofinanciación, para con ese mismo dinero restituir lo recortado en educación y sanidad. El Podemos se está convirtiendo en Podríamos. El presente de indicativo, tal como va llegando se va convirtiendo en condicional, y eso no es lo que yo esperaba. Pero en todo caso, no es cuestión de poder, sino de querer, de voluntad política. Y si no la hay —que no la hay— vamos a olvidarnos de los partidos y vamos a hacerlo nosotros, porque estoy seguro de que si algo nos une, más allá de las ideologías, es la misma y urgente necesidad de hacerle un corte mangas a los políticos, de no pagar a Hacienda mientras no sepamos qué hacen con nuestro dinero, y que los lerdos que inundan el plasma de nuestros salones dejen de ocupar la retina y el oído de la gente. Gracias Johan (y lo siento por lo de ayer; te merecías más de los tuyos). JUAN CARLOS ARAGÓN