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Mugarra: Las dos caras de la misma montaña (III)
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Mugarra: Las dos caras de la misma montaña (III)

DMQ
Foto autor
Kuitxi

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Esta sierra que a mi izquierda veo / la prefiero compartida / hasta de arruinar mi vida no es perfecta / más se acerca / a lo que yo / simplemente / soñé”... Esta sierra de Aramotz, o Legarmendi, que por el norte, levemente escorada al este, nos viene desde Lemoa encabezada por el Urtemondo. Preciosa, sin duda.

Ya la surqué. Era un día triste aquel. Presa del miedo que produce la sensación de que a uno ya le han vendido y a la que llegue a su casa vendrán para prenderlo. Aún así mis sentimientos, La travesía desde Lemoa hasta Dima resultó una experiencia apasionante. Aquella tarde podría haber hollado el Mugarra, pero terminé con mis huesos, y la piel que los cubre, en la cima del Leungana, que en metros “Legana” a este pico calizo en cuya crestería ya me hallo, casi al borde, como retando al precipicio, Anda, valiente, a ver si tienes lo que hay que tener para atraerme hasta el borde con engaños satánicos, Póstrate ante mí, adórame... y todo lo que en el fondo del valle ves será tuyo.   Miré hacia abajo y me hice cargo de una caída en vertical de, como en los libros se dice, 300 metros. No pudo conmigo el diablo. Yo buscaba la hermosura. El goce de caminar por el borde peligroso de la vida, Mugarra, mi vida, sin montaña este hombre que soy yo no existiría. Soy más consciente de ello ahora, desde la calma  contemplativa, que entonces, desde la militancia activa.
  La roca es el borde que delimita. El cortado es la señal que nos advierte y avisa. El que nos muestra que a su izquierda uno pisa suelo firme. Y sobre la sombra que provocan los árboles que tengo al frente, habré de pasar, siervo del refranero /El que a buen árbol se arrima / buena sombra lo protege...Y me agarraré a su tronco / y me prometeré a mí mismo que / Nunca / Nunca / nunca más volveré a ser viejo” / porque / cada vez que subo al monte / a la cumbre del monte / me dedico a detener el tiempo /  en ello me afano / aunque de mi esfuerzo en solitario se haya de beneficiar toda la humanidad que en mis expediciones no esté presente.
Hoy vine con Iker. Al que sólo volveré a ver junto al buzón, al lado del vértice geodésico, o tal vez recostado sobre un saliente, un respaldo, silla como dios manda a la hora de comer, que este hombre es muy dado a respetar los horarios de las tres comidas del día, no como yo, como de modo, no de comer, no como yo, les decía, que desayuno a las once y mi comida es a las 14:30. Así me va. Así será que tan duro se me haga ascender unas ladera que antaño las remontaba cantando poesías que improvisaba pensando en ella, en que habrían de servirle como lúdico material para impartir de manera heterodoxa la docencia entre los más pequeños: “Dejad que los niños se acerquen a ella”…  Ella y yo nos acercamos a la plaza de toros de Salamanca, en la que, invitado con motivo de la celebración del año de ´Capital de la Cultura´, actuaba un irlandés del Belfast nacido un día como hoy (day like this), 31 de Agosto, pero de 1945. Van Morrison cumple años, Happy berdy to you, Sir Van Morrison: 72. Entonces era 2002 y el ´león de Belfast´ aún tenía 56: 28 de junio era. ´El sigue a los suyo; ella se cansó de creer que mi palabra fuera para ella su verdad. Temerosa de hallarse rodeada de un mar de nubes mentiroso, se salió de la niebla que la envolvía y despareció hasta desaparecer.
  En Diciembre Van Morrison aterrizará en Madrid. Me gustaría ir a recibirlo y sacarme junto a él una fotografía. Me conformo, sin embargo, conque a la entrada del conque a la entrada del concierto que dará en el antiguo Palacio de los Deportes de la villa del oso y el madroño, una azafata, o un portero de cine de barrio venido a arriba validen mi boleto con la ciencia del escaneo o con el arte, la maña del corte bien hecho en uno de los cuatro vértices de la hoja que me procuré luego de haber comprado mi entrada a través de internet.   Poco menos de tres horas le quedan al Van Morrison´s Day. Days like this: “Cuando nadie te traicione con el viejo beso de Judas. En el monte no hay traición. Todo es tal cual se nos muestra. Aunque, a la hora de describir aquella ascensión al Mugarra, yo, por exigencias del guión, me vea obligado a comerme la realidad a dentelladas. Para, de seguido, en digestión distorsionarla…  Al borde del abismo plantado me hallaba la última vez que estuve con ustedes. Me demoré, tal vez, porque sabía que, superado el bosquecillo pisando un suelo de sombras, no tendría la correa suficiente como para dedicarme a sacar fotografías. Y así fue. Duro resto del camino que nos lleva a la cumbre del Mugarra. Voy con la reserva. Pero voy. Lento progresar pero ni una duda sobre si alcanzaré o no la cima. Es un asunto de amor propio, pero también ajeno: la naturaleza, a estas ´alturas´ de la ´pelicula´, no se merece un feo por mi parte.

Y fue así como aparecí en lo alto de la cresta cimera: puro orgullo. Alcé la vista y allí estaba él. Creo que comiendo. Caminé los últimos metros con la satisfacción que reporta el trabajo bien hecho: si atravesé el Paso de Mahoma y escalé rapelando la Brecha de Latour y superé aquella montonera negra y brillante como la escarabilla y exigente como una prueba infernal hasta pisar la birria de cruz que el viento había derribado en lo más alto del Balaitous, y si ambas cosas hice amén de remontar corriendo las últimas cuestas que conducen al vértice del Monte Perdido, ¿cómo no coronar esta emblemática mole dela ´Suiza del Duranguesado?´…  Además de Mikel, en la cima me encontré con dos montañeros de esos que además de serlo lo parecen. Por dónde habéis subido, les pregunté, Por la cresta Este. Al igual que vosotros -continuó el más aparente-, partimos desde Mañaria. Pero al de un tramo de esa cuesta tan cruel que ambas parejas subimos, giramos a la derecha, dirección de las Canteras, para empezar a crestear allí donde el ser humano no metió, de momento, la mano con su pala y su piqueta.   Difícil, le cuestioné, Más que difícil, arriesgada es la escalada porque es de esas que están al límite a un tris de alcanzar un grado tal que, para negociarla, se precise de material de escalada. O sea a pelo, Eso es, pies, cuerpo, manos para qué os quiero, bonita en cualquier caso, mezcla de riesgo y aventura, echarle un pulso a la suerte para que termine perdiendo la muerte…
  Ya se sabe que cuando los montañeros se ponen a hablar de montañas, una lleva a la otra...”Hace poco estuvimos en el Curavacas, Vaya, qué fantástica casualidad, Yo estuve allí en Abril, y también lo escalé, partiendo desde Vidrieros, Como nosotros, La mía era la tercera incursión en la ´Montaña Palentina´, les advertí.  Para nosotros era la primera, Hicisteis el Espigüete, Lo hicimos, y de buena nos libramos porque antes de la culminación se desató una tormenta de mil demonios, Los contasteis, Es una frase hecha, es más, nosotros no creemos que exista criatura tal y tantas veces recreada. Yo les conté que desde el inicio hasta la culminación, la ascensión al Espigüete por su Arista Este fue una de las experiencias, no exenta de riesgo, más bonitas que he vivido:¡brillaba el sol de tal manera!…  Avezados montañeros. Pero, a la hora de la fotografía, por dios, qué desastre de hombres. Mira que he sacado cientos de fotografías con la aplicación ´cámara´ de mi teléfono móvil y ni siquiera una moví...da. Ni con un mal propósito se da  a luz un desastre de fotografía. Adrede no lo hicieron.
  Es por ello que uno no se explica que, ahora, mientras me fijo en la instantánea para poder así seguir ´Imaginando Palabras´, cuanto más agrando la fotografía para poder ver el rostro de Iker y el mío, las dos manos del chaval posadas, la derecha sobre una placa, la izquierda sobre una roca, mi muñeca diestra apoyada sobre su hombro facilitando el desmayo de mi mano, sus gafas azules, su mirada perdida, mi visera azul, mi pose de montañero consumado (¿consumido?), mientras me fijo, se decía, la imagen más alta y ancha posible, todo resulta un difumine total.   Si esta fotografía fuera de estudio, el fotógrafo la habría partido en mil pedazos con la sana intención de no dañar la vista del cliente por habérsela incluido en el lote regalada. Y qué decir de la segunda. Un desastre. Y eso que la suerte los sonrió. Me sirve para que la lectora verifique que hicimos cumbre. Los dos juntos. Cumbre y poco más: lo que el observador sea capaz de arrancarle de sus manos a este Caos ciego e idiota que nos domina…  Ya no están. Los que por la cara Este escalaron ´a pelo´ se fueron por donde no vinieron, por donde nosotros lo hicimos y habremos de repetir a la hora del descenso o la bajada. Pero antes, alentado por mí, convenciéndolo a base de, Si te dejas adorar por mi mirada, todo lo que detrás de ti queda... será tuyo.
  Poco me costó que el muchacho cayera en mi tentación, la de un montañero que sabe más por viejo que por diablo, diabluras las justas, o en exceso, pero siempre, siempre, escenificados en los campos de fútbol en los que jugaba cuando aún me creía capaz de comerme el mundo a base de intuición y tecnicimos. Poco me costó, les decía, que Iker posara para ustedes, quizás porque le prometí que estas tres fotos suyas en lo más alto nadie que él no quisiera las vería, quizás porque nada de eso le dije, tal vez porque permanecía callado mientras él se recreaba, de izquierda a derecha, en el Udalatx, Untzilatz, y, al fondo, luego de haberse recorrido una crestería, ¡el Anboto!   Y los valles. El verde de la hondonada. Lo verdoso oscuro de las montañas. El pletórico azul del firmamento (las estrellas, estar, están: es el Sol, que nos las ciega). Las rocas, caliza clara, que justo delante de mí tengo. Y detrás, hurtándonos la piedra sus morenas piernas, su tronco rojo, porque rojo es el color de su cortavientos.   Frunce el ceño obligado por las llamaradas del sol. Su mano derecha posada sobre lo alto de una bola de metal ocre cobrizo, que, para poder sostenerse en el aire, precisa de un tronco cilíndrico y de una antena, de cilindro es su forma también, cilindro que agarra con los dedos de una mano, una pose como cualquier otra, o, podría ser, ese clavo ardiendo al que se agarra para no perder el equilibrio y precipitarse al abismo, ´vacío´ vulgarmente llamado en los medios de comunicación, o sea en éste.   Es tan hermosa la imagen que, ¿saben lo que les digo?... que me rindo: una imagen, esta es paradigma y mucho más, vale más que mil palabras. Cuántas más, Todas las que ustedes sean capaces de imaginar: pasen y vean. Pasen, y vean, también, esta otra fotografía que, por haberse hecho en horizontal (como demanda mi ´jefe´ Asís Martín, y no en vertical, como su hermana gemela, parece distinta, en las formas, pero en el ´fondo´, es igual, un calco, dos gotas captadas una en el aire y otra de inmediato a impactar con el lecho de piedra que queda al fondo del Salto de Agua del Nervión, rio que en tierras de Burgos nació y en suelo de Delika se despeña en épocas de mucha llovida.
  La que no ríe en parangón es la tercera, la de la vencida. Iker decidió por su cuenta dar un paso al frente como si quisiera demostrarnos que lo que detrás de él queda es Liliput, y él, Un Glulliver gigante, nacido en Belfast, fruto de una colina, fébril imaginación la de X , como talento a raudales la voz tormentosa que nace en la garganta profunda de ´Van´ (175 in Himnford Street)...y por su boca tensa y torcida se precipita hasta el mar que son nuestras orejas, lenguas de agua por los oídos que riegan todo el cuerpo hasta mojarlo, y empapar el corazón.  ¿Se acuerdan de que les dije que Iker, por un momento, fue Moisés camino del Sinaí para vérselas a solas con ´el Señor´? ¿Recuerdan su temor al trueno y al fuego, y, sobretodo, a verse obligado a descender desde la cumbre de la montaña cargando en brazos las pétreas y pesadas tablas de la ley?... Pues bien, Desde aquel comienzo hasta este final, que, por fin, ya era hora, se ha avecinado, todo lo que ha mediado, créanme, ha sido un sueño.   Di antes de la dormida, ladera arriba como un penitente dejando el Mugarra a su diestra, a la hora de despertar, con los ojos bien abiertos, soy el primero en mirarlo, hélo ahi, visera, gafas, mochila oculta en su espalda. De tablas, nada. No hay empate que valga para Iker. Ha triunfado. Partió sano. Regresa salvo y sin heridas aparentes.
Detrás, cual decorado cartón-piedra debido a su perfección, la pared caliza, la de las oquedades, la cara Sur del Mugarra. Encima. Detrás. Al fondo. El cielo azul es un fondo, tan bien logrado, que ni pintado. Esto ha sido todo, jaun-andreok. Deseo, y espero, que les haya ´encantado´.

Un artículo para ElDesmarque Bizkaia de Luis Mari Pérez 'Kuitxi', futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, crónicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz

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