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Alberto Pérez: El futbolista que le dijo no a Ernesto Valverde (1)
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Alberto Pérez: El futbolista que le dijo no a Ernesto Valverde (1)

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Kuitxi

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Alberto Pérez Zamarreño, ´Alberto´ (Portugalete, 12-4-83) cuelga las botas... y su talento, luego de, ahí es nada, treinta temporadas en activo. Y lo hace en el Club en el que, aún en edad juvenil (17-18), debutó en categoría Regional Preferente de la mano de Ricardo Moreno, su gran valedor, con el que, en la misma temporada de su bautizo como “senior” (2000-2001), conseguiría el ascenso a la Tercera División, una “pieza” que al club de La Florida se le resistía desde que descendiera, con Uriarte, a Regional en la temporada 87-88.

A pesar de la perdida de horas de entrenamiento, e incluso de no estar a disposición del míster para algunas convocatorias por  exigencias de su trabajo, el Club le ofrecía un año más de contrato, lo que habla mucho y bien de un futbolista que habría de comenzar la liga con 34 años y cumplir los 35 allá por abril.    El 16 de junio, el futbolista jarrrillero le dijo “No” al Club. Un adiós que uno tuvo que callar por expreso deseo de Alberto: “Esperemos a que el Club lo haga oficial”. Alberto espera “alguna cosa bonita” a la ahora de decirle ¡Adios! al equipo de sus amores, y de disgustos morrocotudos como haber sido cortado por Kike Alonso con la llegad de Ezequiel Loza, técnico que le habría sacado a Alberto todo su potencial en una temporada de ensueño.   Alberto, luego de meditarlo, le ha dicho “Basta” al presidente, “Basta”, también, a “Etxeba”, su padre deportivo, “Hasta aquí hemos llegado, si no estoy en condiciones de regalarle al club el cien por cien de mí mismo, a mi gente, a la fiel afición de mi equipo, es mejor que otro ocupe mi lugar. Fin de ciclo. Aún consciente de que mi condición física es más que notable debido a las horas muertas que me paso en el gimnasio”.  
  El fútbol seguirá siendo parte de él, de su propia vida, es una manera de entender su paso por este mundo. Se deja atrás el buen rollo, el olor a linimento, la seguridad que te dan unas buenas espinilleras... “el corro previo al partido, aquellas palmas que chocar contra las de todos mis compañeros, cosas de Ander Vidal, un futbolista, un capitán ejemplar, para que, de seguido compitiéramos como un equipo de verdad, y que, además, lo pareciéramos”.
Gimnasio es una palabra muy recurrente a la hora de poner a prueba el diccionario que maneja este futbolista que ha hecho historia, y de las buenas y grandes. Treinta años jugando a fútbol, sí: Alberto fue un futbolista precoz…  A los cinco años de edad, cursando estudios en el colegio San Antonio (Portugalete) de la Travesía de las Siervas (ventanas al Ojillo), fue alistado para participar en el torneo interescolar de fútbol sala en el que habría de competir con niños tres años mayores que él. La diferencia de edad, lejos de ser un obstáculo que salvar, se convirtió en un estímulo, un acicate. Y es que, como él confiesa, ¡¡¡le pegaba unos pepinazos al balón!!!  A los ocho años entró a formar parte del entramado futbolístico de Menesianos, un club nacido al amparo del colegio Santa María. “En aquel Menesianos coincidí con Jon Moya, con este Moya que ya denunciaba por entonces el poderío físico del que, aún ahora, sigue haciendo gala”... Pre-benjamines, Benjamines, Alevines, Infantiles... Hagamos un parón. Detengámonos.
  Alberto tiene trece años. Su equipo juega en las instalaciones deportivas de San Roque. Campo muy corto y sumamente estrecho. De arena. “Ese estadio, esos vestuarios, ese rectángulo de juego arenoso serían escenario y superficie que habrían de marcar toda mi carrera de futbolista”. La pretemporada va a comenzar, y en el banquillo de San Roque, ilusionado, hay una cara distinta que aún no conocen Su entrenador se llama “Luis” (ex futbolista del Club Portugalete que se apresta a debutar como técnico luego de tener acreditado el nivel uno de la Escuela de Entrenadores de Bizkaia) “Luis”, alter ego de Samuel Agirre, pero, sobretodo, de Kuitxi.   En ese equipo infantil del Menesianos, ya se ha dicho, figura Alberto, y Ander Lafuente, un doble mediocentro que, en menos de un lustro, empezaría a dar mucho que hablar en el fútbol de alta escuela. Aquel Alberto, audaz, descarado, creativo, así como Ander Lafuente, fino, ordenado, buen amigo del balón, pura seda, apuntaban lo que terminarían escribiendo en el historial de sus dos carreras. Alberto guarda un grato recuerdo de aquel año de infantil: “Jugábamos muy bien a fútbol.   Aunque lo que más me llamaba la atención era tu manera de trabajar el aspecto táctico: hasta que llegaste tú nadie lo había hecho. Fuiste un pionero para mí, y para todo el equipo”. Se agradece, Alberto...”¡Espera!”, Luis...imposible olvidar aquel choque frente al Athletic infantil que entrenaba Santi Urkiaga. Los aguantamos en la primera mitad. Y eso que marcaron en el primer minuto en un saque de banda mal defendido. Llegamos al descanso con empate a uno, o quizás perdiendo por la mínima.
  Marqué de penalti. En la segunda mitad, y con el paso de los minutos, la preparación física del ¡primer equipo infantil del Athletic de Lezama! acabó por tumbarnos”. “Digno partido aquel, es verdad, Alberto, y eso que tú, desobediente, te sumabas al ataque cuando te venía en gana”. Diálogo entre un futbolista y su entrenador. Haciendo corro y entre risas, a mí me llamaban ´Capello´; a Alberto se le conocía como ´Poti´...  Palmarés se le dice a lo que uno cosechó en su trayecto por el carril del fútbol. En el de Alberto, que recién ha concluido, se puede leer ya, sin miedo a nuevos registros...  Un ascenso a Tercera División con el Club Portugalete (2000-2001), un ascenso a Segunda B con el Zalla de Urtubi (2004-2005), y una temporada jugando en Segunda B con el mismo equipo (2005-2006), un Campeonato de Tercera con el Zalla de Javi Glez. Etxebarria (2006-2007), seis fases de ascenso a Segunda B con el Club Portugalete. Amén de estos registros, Alberto habitó Lezama en calidad de futbolista del segundo filial del Athletic Club, el Basconia, a las ordenes de Felix Sarriugarte y Kike Liñero.
  Antes de entrar en la disciplina del Athletic, Alberto (con 18 años) ya le había dicho “No” a Ernesto Valverde, cuando el actual técnico de Fútbol Club Barcelona le llamó, vía telefónica y  personalmente, para incorporarlo a Lezama. “Entrañaba mucha presión para mí por entonces; me resultaba agobiante”. No, sin embargo, cuando (20 años), asesorado por Javi González, su represente y excandidato al sillón de Ibaigane, se fue a Lezama para compartir vestuario, plantilla y equipo con Fernando Llorente, Joseba Garmendia, Iturriaga y Fernando Amorebieta…  San Antonio (3 años), Menesianos (8), Portu (3), Basconia (2), Zalla (3), Portu (7), Zalla (uno), Santurtzi (uno), Portu (uno...y retirada). Seis entidades y nueve etapas. Trece entrenadores desde que empezó en  edad de juveniles. Desde los cinco a los treinta y cuatro, imagínense. Qué distancia tan brutal. Qué mundos tan separados. Llama la atención la suma desde hoy (34) hasta la cuna (5): ¡Treinta! Toda una vida…  “Siendo juvenil, competí, formando parte del combinado vizcaíno, contra Gipuzkoa y Araba, ¡marqué un gol!. Nuestro entrenador era Roberto Pérez. En aquella época, a falta de entrenadores titulados, surgía la figura del “voluntarioso”... o la de un jugador retirado. Medio centro, media punta, central, líbero. Un futbolista “de centro”. Ni de izquierdas ni de derechas. No andaba equivocado yo cuando lo ubiqué en la medular como guardaespaldas excelso de Ander Lafuente, un jugón, mi “ojito derecho”, mi “prolongación en el campo”, porque a ti no había forma de “domarte”, “Es verdad: a veces tenias que frenar mi ímpetu de querer llegar a la portería rival...y golear”…
  Uno no tenía anotada la pregunta en su agenda. Tampoco es que sea ninguna respuesta lo que Alberto se dispone a decir. Es, como canta el trovador, “una declaración de amor” en toda regla. Un saludo. Un abrazo. Un reconocimiento al fútbol por “haberme hecho sentir un futbolista importante, querido y respetado por mis compañeros y entrenadores. Y si el pavo se me subía a la cabeza, una collleja bien dada conseguía que volviera a poner los dos pies en el suelo”. Futbolista y persona responsable. Mucho influyeron  en ello los entrenadores que tuvieron la suerte de contar con él  en su plantilla. Benjamín. Alevín. Infantil. Juvenil...  “Se supone que yo debería haber pasado ya por esa época difícil, la de los granos y espinillas de un niño rebelde. Sin embargo, desafiando las leyes de la pedagogía, mi época difícil, la de un adolescente “trafullero” (sic) se desarrolló entre los 25 y los 27. Antes, siendo juvenil, disputé la liga vasca dirigido por Manuel Varela, ´Pernas´, un entrenador, me consta, del que tú guardas un recuerdo indeleble (amén de aquel apodo que le pusiste: “El Capataz”)”... no en vano con el Portu (con “mi Portu”) consiguió dos ascensos consecutivos: desde el pozo de la Primera Regional (a la que lo había arrojado un tal “Pascual”, un tío desidioso con pasado en el Sporting de Gijón) hasta la tan ansiada Tercera División.  “Aquella Preferente en la que tú jugaste”, me apunta Alberto, “era una Tercera de ahora pero con más calidad aún: Basconia, Amorebieta, Arenas, Zamudio, Bermeo, Sodupe Zalla, una Cultural de Durango soberbia, el Balmaseda de Oteo, y un etcétera virtuoso…”.  Alberto Pérez insiste en la importancia que tienen los entrenadores que resultan ser muy buenos “educadores”. La suerte es un factor muy a tener en cuenta. Pero sin necesidad de reparar en ella, sin permanecer a su espera por aquello de que nos sonría (Fortuna, esa diosa caprichosa), se debe dar la importancia debida a los entrenadores que nos dirigen. Me mira. “Tú, por ejemplo. Y Patxi Esteban, portero que había sido del Portu.

Entrenadores y educadores.  Educador. Educación en el más extenso sentido de la palabra. Ese arte que a Alberto le sirvió para aguantar tantas temporadas en el Portu siendo un referente, un ejemplo, respeto hacia el rival. Respeto al fútbol, que es la mejor manera de respetarse a uno mismo, y ser así reconocido por entrenador y compañeros.  Recuerda los 14 como un año difícil, por aquello que él llama “las crecederas”. El cadete de Preferente, en el que lo entrenó Jose Luís Trigo (compañero mío en el Portu de Pernas). Esos 25 y 27 un tanto difíciles, “quizás porque yo era muy exigente conmigo mismo”.  Se da un salto (la memoria es un caballo que a menudo se desboca y no hay forma de frenarlo porque el animal es uno mismo). Un salto de esos tan espontáneos como el de respirar cuando se duerme. Es 29 de octubre de 2008. Lo es porque la dichosa memoria de Alberto así lo ha querido. La memoria es caprichosa. Selectiva le dicen los psicólogos. El cerebro tiende a borrar lo malo y latir con fuerza para dar salida a sucesos que nos alegran la vida.  Lasesarre. 7000 almas. Es la Copa. El Valencia nos viene a visitar obviando el choque, también copero, entre Athletic y Recreativo que se disputa a la misma hora en San Mamés. En teoría, seria los leones los que deberían quitarle público a los jarrilleros. Pero no. El Portu llenó por primera vez en su corta historia el precioso y coqueto Lasesarre. Récord que no se ha roto, y que será muy difícil de superar.
  Alberto disputó los últimos veinte minutos de aquel memorable cruce copero. Una excitación que se frena para no ser exagerada. Lúcida conciencia. Habla de memoria. Pero parece un ´spicker´ leyendo en grito el once de inicio del cuadro “ché”: ¡Guaita; Simo Navarro, Marchena, Helguera, Del Horno; Baraja, Edú; Hugo Vico, Pablo Hernández, Vicente; y Morientes.
Lasesarre es un clamor y un sólo grito: ¡Portu, Portu!. El Valencia se adelantó por partida doble. Urko Vera, ¡el eterno Urko Vera!, de cabeza, y de una manera un tanto heterodoxa, acortó la distancia, pero el equipo de Emery, que no quería disgustos, “frenaba nuestras ganas e impulsos metiéndole al partido una marcha  más, mecanismo del que nosotros no disponíamos. La mejor manera de respetar a un equipo inferior (la diferencia de categoría es incontestable) es marcar el mismo ritmo de juego que ofrecería ante un equipo de su misma división.    Y fue así que el Valencia, dirigido por Baraja y Edú, y con dos cuchillos en las bandas, especialmente el “acero” penetrante de Pablo Hernández, que se gustaba rasgando lo que parecía un delicado velo de cuatro en línea y uno tan sólo a encarar.
Vidal, Ander Vidal Batiz, el “comandante” Vidal, dirigía, junto a David Otero, futbolista, este último, al que Alberto suplió para disfrutar ante su gente de los últimos veinte minutos. Uno a cuatro goles. Pero, paradojas del fútbol, el Portu había ganado. A Alberto le habría gustado llevarse a su casa “la camiseta sudada de Vicente, o la del “Moro” Fernando Morientes. Pero tuve que conformarme con la de Edú, que era el jugador valencianista que me quedaba más a mano camino ya de los vestuarios”.
  En la semana que separaba el partido de ida, en Lasesarre, del de vuelta, en Mestalla, Alberto, así como sus compañeros, sufrió el asedio (tan placentero, por otra parte) de la prensa: Radio Marca, Deia, Correo, amén de las sesiones fotográficas sólo comparables a la que es sometida, y soporta, una pareja de recién casados en el parque de doña Casilda, en Bilbao, o en “el de los monos” (Doctor Areilza), en Portugalete.   Lo mejor, sin embargo, estaba por venir, o por llegar a Mestalla en el autobús del Club. Disfrutar de un Mestalla vacío con el traje de lujo que no es sino el chándal de la entidad jarrillera, gualdinegros los colores, y el escudo de la Villa tejido justo encima de los latidos del corazón. El tres a cero goles. La superioridad del que ya es superior antes de parecerlo no empañó la hazaña de aquella noche: el 'Portu', en un estadio imponente, el escenario en el que Mario Kempes, el “matador” se gustaba ejecutando a los arqueros con la sequedad de sus disparos.   Alberto fue de la partida. Alberto había sido, también, días atrás, uno más de aquellos futbolistas que escuchaban, ansiosos, en el Gran Hotel Puente Colgante de Portugalete el sorteo de aquella eliminatoria a la que no se llegó por invitación de la Federación, sino luego de salvar una carrera de obstáculos a cada cual más duro y enrevesado… (Seguirá...)

Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, cronicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz

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  1. Invitado

    Artículo excelente,buen conocedor de la trayectoria de Alberto,buen jugador ,sacrificado para darlo todo,y por supuesto muy querido,por la afición portugaluja héroe de muchos niños ,siempre atento y educado con todos,un abrazo

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