Lo que nunca te han contado de Jackson Martínez

Detrás de todo gran futbolista hay una historia, unos orígenes, un pasado que en muchos casos sorprende, pues poco o nada tienen que ver con el jugador que conocemos. El caso de Jackson Martínez, por quien según Televisa ya negocia con el Valencia, es uno de ellos.

Dejando de lado la potencia física, las capacidades técnicas y el gran instinto goleador que hacen de Jackson Martínez uno de mejores delanteros del fútbol mundial y por el que muchos equipos suspiran, entre ellos el Valencia CF, existen una serie de circunstancias y de valores que marcaron al colombiano durante su infancia y que lo llevaron a convertirse en el jugador que es a día de hoy.
El joven Cha Cha Chá, así es como se conocía a su familia, se crió en un humilde barrio de la ciudad colombiana de Quibdó. Desde muy temprana edad, el fútbol despertó el interés de Jackson, tanto que, constantemente se ganaba las reprimendas de su madre por patear descalzo las piedras que encontraba en el camino a casa.
La cancha de Los Álamos, próxima a su casa, fue el primer lugar donde Jackson Martínez comenzó a jugar al fútbol. Los virtuosos, la primera escuela de fútbol a la que Jackson perteneció desarrollaba los entrenos en esta cancha que a simple vista se asemejaba más a un descampado para utilizar de vertedero que a una superficie para la práctica del fútbol. Fueron unos inicios duros, con una gran escasez de necesidades básicas pero por suerte, Jackson, al igual que muchos otros niños de aquella zona, encontraron en el fútbol un medio para evadirse de la miseria que les rodeaba.
El pequeño Jackson, a pesar de no ser corpulento, sino más bien, todo lo contrario, comenzó a destacar por su batalla y agresividad, siempre deportiva, dentro del campo. Martínez solía jugar contra niños más mayores y fuertes que él por lo que sus opciones de éxito pasaban por ser aguerrido y contundente. Además, su gran destreza técnica y su innato cabeceo de balón hacían vislumbrar una prometedora trayectoria.
La importancia de la familia de Jackson en su desarrollo y crecimiento personal es capital. Los suyos siempre le apoyaron y le concedieron una educación basada en el amor, el cariño, el respeto y la disciplina. La humildad siempre fue un principio fundamental que rigió su vida y la profunda fe que profesaba a Dios siempre le mantuvo en el buen camino, alejado de la droga y de la delincuencia que le rodeaban.

Su apellido: "Valencia"

La vida de Jackson Martínez siempre estuvo relacionada con Valencia de algún modo. Su familia materna mantenía ese apellido, Valencia, incluso su abuelo, el que fuera uno de sus grandes valedores en el fútbol, lo hacía por partida doble. Su nombre completo era Salomón Valencia Valencia.
Sus padres, aunque eran humildes y vivían con lo justo, tenían trabajo los dos, ambos de profesores. Es por ello que supieron inculcar muy bien en su hijo la importancia del esfuerzo y del sacrificio. Se mostraron conformes con la idea de que Jackson intentase convertirse en profesional del balompié, pero siempre sin perder de vista los estudios.
La perseverancia y un afán de superación desmedido no dejaron de sorprender a todos y cada uno de los entrenadores que estuvieron a cargo de Jackson Martínez. Ni siquiera cuando las cosas venían mal dadas el colombiano se rendía. Ni cuando se trasladó a Medellín con 15 años y ningún equipo lo quería aceptar, ni tampoco cuando debutó en el fútbol profesional con el Deportivo Independiente de Medellín. En aquella primera temporada el jugador no recibía más que críticas por parte de la afición al no ofrecer en los partidos el buen nivel que en los entrenamientos sí tenía.
Como un escultor que va puliendo poco a poco su obra de arte, el fútbol fue amoldando a un gran jugador cuya materia prima era óptima para llegar a lo más alto. Ese siempre fue su sueño desde niño, triunfar y llegar a la élite. Un día, por fin, lo alcanzó, sin embargo, eso no le hizo renegar de sus orígenes ni olvidar de donde venía. Por ello, Jackson Martínez, siempre que tiene ocasión vuelve a aquella escarpada cancha de Los Álamos en su ciudad natal, Quibdó. Allí, numerosos niños siguen jugando al fútbol como pueden, buscando una oportunidad tal y como hizo un día el propio Jackson.
El colombiano, en su vertiente más solidaria, trabaja conjuntamente con la Fundación que lleva su nombre. Esta fundación apoya a niños y jóvenes que persiguen sueños y objetivos similares a los suyos. Las nuevas generaciones tienen en Jackson todo un referente y este es elevado a la categoría de héroe nacional por todos los valores que transmite tanto dentro como fuera del terreno de juego. Y es que a veces, el fútbol, por cosas así, merece la pena.