J. Navas 43´
N. Gudelj 81´
Los buenos, y malos, hermanos se perdonan
El Betis-Sevilla no defraudó como derbi que es. Tuvo de todo, muchas cosas, expulsiones, giros inesperados, resultado incluso algo sorprendente, goles cuando no se preveían... todo formó parte de un guion enrevesado, enrevesadísimo, para acabar en un empate. El Betis, realmente, se suicidó en parte con sus dos autoexpulsiones. Quizás más discutible la de Fekir, pero absurdas en comportamiento del francés y del gallego, que con el partido en ventaja, casi en bandeja se podría decir ante un rival herido, débil, le invitaron a subir al carro del derbi y acabar sumando. Claro que ese perdón fue correspondido. El Sevilla afrontó casi toda la segunda parte con un jugador más. Cuando antes apenas había creado peligro, se vio con opciones. Y empató, sí, y hasta pudo ganar al final con ocasiones de Gudelj, pero la realidad es que no supo acabar la remontada y lograr un triunfo que habría sido sanador. El empate le sirve para salir del descenso al menos y para mantener a raya en los derbis ligueros al Betis, pues ya son siete en los que se mantiene invicto.
Errores y errores
La primera parte fue abrupta. Muchos errores por ambas partes, algunos de ellos acabaron de hecho con jugadores en la caseta, un partido muy irregular pero en el que demostraba tener más llegada y más peligro era el Betis, que aprovechaba los fallos locales para hacer ocasiones claras, como la que acabó en el palo en propia puerta de Mir a falta de Fekir o con tiro alto de Aitor cuando tenía toda la portería para él. Los del Betis, por contra, dos balones en la frontal del área, no eran penalizados de ninguna manera, porque las dos pelotas que recogió Rafa Mir, una incluso en carrera ante Bravo, o la desperdició de inmediato o la convirtió en un remate con la zurda que era imposible que acabara en gol, cuando ya había superado al meta verdiblanco. El caso es que el Betis se veía que tenía más profundidad, más peligro, pero el dominio de la pelota era más del Sevilla, que a pesar de no tener mucha llegada sí que manejaba la posesión con cierta solvencia en las primeras fases del juego y también en el centro del campo. A partir de ahí, claro está, era otra historia, diametralmente opuesta, a la del Betis, que a la mínima hacía daño. El caso es que el encuentro, teniendo en cuenta esta diferencia de capacidad entre verdiblancos y sevillistas, andaba algo igualado, cuando empezó la sucesión de errores, los otros, los que sí tuvieron consecuencias. La primera, la justa expulsión de Montiel por una entrada criminal a Alex Moreno, que ya había cogido la autopista cuando fue detenido por las malas. A esa absurda acción de Montiel sucedió un fallo poco visto en Bono, pero fallo y trascendente al fin y al cabo, en un remate inocentón en propia meta de Navas que el Zamora del curso pasado se tragó de forma también absurda. Y siguiendo con lo ridículo y equivocado, le tocó el turno a Fekir. Cuando el Betis, con ventaja en el marcador, ya se relamía los labios ante un rival casi rendido y con uno menos, el francés soltó un codazo intempestivo, innecesario, a mala idea, al Papu Gómez, merecedor igualmente de roja.
Seguimos con las rojas
Al segundo tiempo no le dio tiempo casi ni a carburar cuando Bono ya había salvado otra vez a su equipo y cuando de nuevo el partido dio otro giro inesperado. Un taconazo a destiempo y totalmente inoportuno de Borja Iglesias a Jordán en el centro del campo supuso una nueva intervención del VAR y la expulsión del delantero. Ya antes el gallego había abusado de la fuerza al retirar a Rekik en una acción dividida. La agresividad mal entendida se lo llevó a la caseta. El Sevilla, casi de buenas a primeras, pasó de estar en inferioridad, a estar en superioridad. Claro que tener un jugador más en el campo es una ventaja, pero no cambia todas las cosas, no cambia la capacidad técnica, de precisión, de confianza de un equipo, ni tampoco lleva al lastre el orden, la jerarquía y la lectura de los encuentros de otros. Por eso al Sevilla le costó bastante encontrar situaciones de ventaja, situaciones favorables en ataque. Sí, tuvo algunas, casi siempre por la asociación de Navas y Lamela por la derecha, que una y otra vez buscaban la espalda de Sabaly para lograr la vía de pase y el espacio, y así llegaron situaciones de ataque para el Sevilla, aunque sin precisión. El que sí tuvo precisión fue Gudelj, que ante el atascó de su equipo, como en Mallorca, se sacó un castañazo que se coló por la escuadra de Bravo. De ahí al final, el Betis apenas tuvo salida ya, el equipo nervionense buscaba posiciones de disparo dados los precedentes y Gudelj casi firma él solito una remontada histórica con dos remates, uno al palo y otro que salvó ya en el descuento Bravo ante el suspiro de la grada. El partido acabó en empate que quizás a priori pudiera satisfacer más a los sevillistas, pero que en el desarrollo del partido puede que tampoco deje a disgusto a los béticos, que al menos no cedieron el partido tras tantos minutos en inferioridad. Primero perdonó el Betis, luego el Sevilla. Demasiados jaques para acabar en tablas.
