Más negros que gualdos

Esto ha sido un sin vivir. Uno que es natural de Barakaldo, donde pasó su infancia, juventud y más cosas, y que desde hace 30 años se pasó a vivir a seis kilómetros de distancia  más hacia la mar, donde el Puente Colgante se erige majestuoso, en Portugalete, no ha podido disfrutar de una temporada más aciaga de los conjuntos representativos de ambas localidades. Pasé de zona de hierro y acero a ver lo único de material férreo que nos queda en pie en la zona.

Paradojas de la vida, el color gualdinegro me ha perseguido en esta trayectoria geográfica, eso sí de corto recorrido, de tarjeta Barik para entendernos, emprendida por mí.  Decepcionante el balance final de temporada de, curiosamente también, los dos equipos centenarios de Ezkerraldea.   Uno, los portugalujos lo cumplieron hace varios años, los otros, los barakaldes en plena celebración este año. Pues mira por donde, ha sido una temporada más negra que gualda de dos equipos armados por lo menos para luchar por el play off de ascenso; de gran arraigo social, amplia afición e importantes presupuestos. Vamos, conjuntos con vitola de favoritos para logros mayores.  Quizás, por la diferencia de categoría y por estar encuadrado en un grupo con escuadras de capitales de provincia, el Barakaldo lo tenía algo más complicado. Pero tras la excepcional  campaña de la temporada pasada, donde lucharon por ser campeones de grupo, quedando finalmente segundos, pero con récord de puntos en la historia del club, las ilusiones permanecían intactas.   Mismo entrenador, refuerzos solventes…, pero casi al final luchando por no pasar apuros.  De vivir instalados en la zona media alta de la tabla, con miras a la cabeza, a tener que usar el catalejo para ver a los primeros y con la aldaba del descenso pegando a la puerta, tras una nefasta segunda vuelta liguera.  Sin embargo, ha sido sobre todo en la segunda vuelta y en los últimos meses de competición cuando todo se ha vuelto convulso y enfangado en el club fabril, donde lo deportivo se mezcló con lo económico, sembrándose muy serias dudas. El ambiente se contaminó y aún está sin depurar el aire que se respira por Lasesarre. A perro flaco todo son pulgas. Al Barakaldo le robaron hasta en sus oficinas.   No voy a señalar, porque es de todos conocidos y me resulta penoso revolver el asunto, lo que pasó con David Movilla, Iñaki Zurimendi, el presidente, la deserción de directivos que apoyaban al entonces entrenador, la división entre los aficionados (unos posicionados con un sector y otros con el resto).    El presidente de la entidad sacó la guillotina y cortó la cabeza del míster, el camino más fácil, como si este fuera Robespierre, cuando el equipo aún tenía esperanzas de entrar en play off. Quizás hubiese sido mejor ejercer de albañil, que de verdugo. De intentar  poner masilla o cemento sobre la  grieta  abierta por donde manaba todo el sentimiento fabril , esperar a ver si ésta se cerraba y al final de temporada cambiar toda cañería por otra nueva.  Pues no, se pasó del “Movilla maravilla” coreado por la afición a traer a Gonzalo Arconada, para nada, y permítaseme la rima con ambos apellidos. El remedio ha sido peor que la enfermedad. Total un desastre en pleno Centenario.
Y qué decir del decepcionante Portugalete. Cabeza de león siempre es la Tercera División, ha estado toda la temporada, bastante irregular por cierto sobre todo en su feudo, haciendo la goma y en la última jornada tanto estiramiento se rompió de la forma más dolorosa.   Se lo jugada todo, incluso para poder haber  ido primero y acabó quinto y de la peor forma. Goleado con estrépito- ni los más veteranos seguidores jarrilleros recuerdan cuando un equipo le metió cuatro goles al Portugalete- en Beasain.   Precisamente, los vagoneros ocuparán su plaza en la liguilla de ascenso. Castigo cruel por la manera en que se produjo, en la última cita del calendario y cuando todos los seguidores intuían que el equipo estaba en buena lid, cuando los de  la  villa habían realizado una muy buena segunda vuelta que palió la hecatombe de la primera.   Sin embargo, de los únicos cinco partidos que perdieron en toda la liga, cuatro fueron antes rivales directos y la friolera de 15 empates (récord del grupo) que jalonan su casillero particular no son números para un aspirante al ascenso.
En fin, otra temporada será, y a ver si el negro y el gualdo se juntan de nuevo y no se separan.
Por Patxi Arteta Orbea, periodista