Castro-Molina: unos apellidos con historia verde y blanca

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Andrés Molina (izquierda) y Miguel Castro (derecha).
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Rubén Castro y Jorge Molina son los dos futbolistas más importantes en el Betis de los últimos cinco años. Los arietes fueron piezas fundamentales en los ascensos del equipo con Mel, y también en su papel en Primera división. Uno es el máximo goleador de la historia del club, el otro, se encuentra en el top 10. Este viernes podrían formar un nuevo tándem en ataque frente al Levante en el Ciudad de Valencia. Una conexión, de Castro y Molina, que ya se produjo en el Benito Villamarín hace más de 50 años, concretamente, en 1963. Por aquel entonces, el conjunto verdiblanco entrenado por Domingo Balmanya Pereira contaba en sus filas con un elenco de talentos del balompié que les permitió finalizar el campeonato liguero en tercera posición, sólo superados por Real Madrid y Barcelona. En aquel Betis, con nombres tan ilustres como Luis Aragonés, Rogelio Sosa, Pepín, Eusebio Ríos, Bosch o Fernando Ansola, ya había un Molina y un Castro. Se trata de Miguel Castro Bohórquez, natural de Camas, y Andrés Molina Soler, de Elche (también alicantino como Jorge). Ambos se estrenaron a domicilio con la elástica de las trece barras frente al Levante, en el que a la postre sería el primer encuentro oficial entre los dos conjuntos en Primera división.Miguel Castro nació un 22 de septiembre de 1941. Era delantero, como Rubén Castro. De familia bética, fue pieza clave en el filial del Sevilla FC, del eterno rival, proclamándose campeón de Copa en la categoría juvenil en 1958. Sin embargo, su deseo era militar en el equipo que apasionaba a sus padres, algo que logró en 1962, aunque no fue hasta el 63 cuando se vistiese de corto en su primer partido. El debut del Betis esa temporada fue precisamente contra el conjunto de Nervión, aunque él no disputó aquel partido. Se estrenó como verdiblanco frente al Levante, próximo rival heliopolitano, y formaría en el Benito Villamarín durante cuatro temporadas.

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El juvenil del Sevilla campeón de Copa, con Miguel Castro (abajo en el centro). Andrés Molina Soler, que nació el 14 de febrero de 1940, fichó por el cuadro de La Palmera en 1963, procedente del Valladolid. A diferencia de Jorge Molina, era interior izquierdo, eso sí, con gol. En sus dos años en el club verdiblanco marcó 12 goles, 9 de ellos en su primer curso. Amigos dentro y fuera del campo, comparten múltiples vivencias de aquellos años. ElDesmarque se ha puesto en contacto con ambos. Miguel Castro, que atendió amablemente a este medio web:"Hombre, qué recuerdos. Cuatro años estuve en el Betis. Fui campeón de España de la Copa de Juveniles con el Sevilla, pero por circunstancias de la vida me tuve que marchar. Eso sí, sin carta de libertad. Para conseguirlo tuve que mudarme a Madrid"."Los jugadores en aquella época tenían retención de por vida, los contratos no eran como los actuales. Cambié de residencia, me fui a Madrid y quedé libre. Fiché por el Atlético, y vino José María de la Concha (secretario técnico del Betis) y me fui al Betis, donde jugué 4 años", explica Miguel.Aquella generación de la temporada 63-64 finalizó la temporada en tercera posición, tras Madrid y Barcelona, y contaba en sus filas con futbolistas que permanecen en la memoria de beticismo. Miguel lo recuerda como si fuese ayer: "Era un equipo muy bueno, buenísimo. Pepín, Bosch, Ríos, Ansola, Lasa, Molina, Luis Aragonés, Martín Esperanza, Portillo, Pallarés... Y también me acuerdo de mis técnicos, Balmanya, Ernesto Pons y Martím Francisco, entre otros".En la primera temporada, Castro se lesionó de gravedad en el choque ante el Levante y quedó apartado un año de los terrenos de juego, al año siguiente volvió. Recuerda con alegría las jugadas con Molina. "Yo era delantero centro, pero jugaba donde me ponían (risas). Molina jugaba de extremo izquierdo. Yo con Rubén me puedo comparar en algunas características de juego, aunque (Andrés Molina) él era extremo, algo diferente a Jorge. Precisamente recuerdo el partido que jugamos en Levante. Fue mi debut en Primera división. Recuerdo que ganamos 0-1 con gol de Pallarés y fue un partido muy bonito. Yo me lesioné aquel día y tuve que ir a Barcelona a que me inspeccionaran. Me operé y estuve casi un año escayolado. Debuté en Copa del Rey en Pontevedra tras volver, fue muy bonito. Me acuerdo que ganamos allí en Balaídos, que era donde jugaban, en la vuelta por 1-0. En la ida empatamos a cero", apuntó.

Sobre su compañero Molina, sólo guarda buenas palabras, tanto dentro como fuera del campo. "Recuerdo que era un extremo izquierdo extraordinario, muy rápido, de dribling bonito, rapidísimo, y centraba perfectamente. Estaba con nosotros Rogelio... vaya la zurda de caoba que tenía. Por algo es uno de los mejores delanteros de la historia del Betis. ¿Mis goles? No recuerdo la cantidad que fueron, pero algunos cayeron (risas)", rememoró.

Al igual que Jorge Molina y Rubén Castro, Miguel y Andrés eran buenos amigos fuera del campo

Al igual que ocurre entre Rubén y Jorge, Miguel Castro y Andrés Molina mantenían una gran amistad también fuera del verde: "Nuestra relación era una maravilla. También como persona era un gran tío, eh. Muy simpático, muy agradable, una persona extraordinaria. En aquella época, había una serie de futbolistas que eran encantadores. Un volante que llegó del Barcelona, Andrés Bosch, que tanto Rogelio como yo no lo llamamos Andrés, sino que le llamamos 'maestro'. Lo era en todo, en el campo daba gloria estar con él, era todo un maestro. Y también fuera de él, te enseñaba de todo".

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Alineación del Betis 1963-64 en la victoria por 3-1 ante el Sevilla FC (Molina, abajo a la derecha). Sin embargo, Miguel no se ve muchas similitudes con el actuar goleador y compañero de apellido, Rubén Castro. "Rubén es un fuera de serie, y gracias a Dios que nos ha cogido mayor para que no se lo lleven. De él opino como ocurría con Cardeñosa. Siempre dije que gracias a que fue muy canijillo no se lo llevó un grande, porque era excepcional. Como futbolista era de los mejores que había en España". "Yo no me parecía del todo a Rubén jugando, yo era más rápido que él y tenía buen dribling. Pero no tanto gol. No era delantero nato como él, era más mediapunta. Él es nato, y gracias a que ha explotado tarde no se lo han llevado (risas)".El camero sigue la actualidad del Betis, club del que es socio. No está del todo contento con la imagen del equipo en el Villamarín, aunque confía en que cambie la situación. "No veo bien el Betis, lo veo muy desconfiado en casa. Fuera lo veo más tranquilo, creo que es el nerviosismo de querer agradar. Suelo ir al fútbol siempre. Espero que mejore", finalizó.        

Andrés Molina está en Elche, pero mantiene contacto con sus excompañeros verdiblancos

Andrés Molina reside en Elche. En el club ilicitano sólo jugó una temporada pese a ser natural de allí, donde disputó 17 encuentros. En Heliópolis, entre la 63-64 y la 64-65, fue un fijo en la banda izquierda, siendo alineado en 53 ocasiones y marcando 12 goles. Compartió ataque con Castro, y también con Rogelio, Luis Aragonés y Ansola. Posteriormente, puso rumbo a Mallorca, aunque siempre guardó muy buen recuerdo de su pasado bético. "Yo tengo muy buenos recuerdos de Sevilla. Mi hijo nació allí. Aprecio mucho la ciudad, he estado muchas veces allí.  Siempre me han tratado muy bien". Al igual que Castro, el ilicitano afirma que tenían una plantilla para hacer algo importante. "Teníamos un equipazo. Luis Aragonés, Rogelio, Ríos...y Castro, aunque por la lesión no pudo demostrar su potencial. Cuando llegué, la fama del equipo importante era la del Sevilla, y fíjese, quedamos terceros". Molina recuerda el partido ante el Levante, próximo rival del Betis, aunque el que más le marcó fue el derbi inicial frente al eterno rival, a quien además anotó un gol (el segundo) en el 3-1 definitivo: "Yo tengo muy mala memoria, pero digo una cosa. Los años en Sevilla los tengo muy grabados. Lo que más recuerdo fue la victoria ante el Sevilla. Rogelio ya me decía, mamón ya tienes asegurada la titularidad ahora que le has marcado al Sevilla (risas)".Sobre sus cualidades, explicó que "yo era un extremo izquierda, rápido, le pegaba con las dos piernas a la pelota y marcaba goles. Era uno más de equipo, pero podía desequilibrar en cualquier momento". De la misma forma que Castro, ensalzó aquel vestuario que tenían en el 63: "El vestuario del Betis había que darle de comer a parte. Porque había gran armonía. Yo recuerdo una cosa que nos dijo Luis Aragonés tras perder un partido '¿habéis perdido y os reís encima?'. Así éramos, por eso perdíamos tan poco, porque disfrutábamos sobre el césped y también fuera". Un Molina que tuvo un bonito detalle con Rogelio Sosa cuando compartían equipo, que demuestra la unión en el plantel: "Rogelio era un fuera de serie. Él si jugaba un partido, cobraba un dinero, y si no no. Me acuerdo que estaba Domingo Galván de entrenador y yo tenía muy buena relación con él. Hablé con el míster y le dije que yo no jugaba el domingo y quería que jugara Rogelio, y me dijo 'molt be', en catalán (risas). Lo hice porque si no no cobraba un duro y era mi amigo".   Rogelio y la familia del Betis del 63Un antiguo compañero suyo, el mítico Rogelio Sosa, también llamado 'La zurda de Caoba' por la hinchada verdiblanca, no puede evitar sonreír al rememorar aquella época. Mantiene más contacto con Miguel Castro que con Andrés por la cercanía, aunque aprecia a ambos.

"Claro que me acuerdo de los dos. Vaya equipazo teníamos ese año (risas). Molina era técnicamente muy bueno, zurdito, rápido. Era un tipo diferente a Miguel Castro. Este era delantero, iba bien al remate de cabeza. Molina era más rápido, no era muy alto. Daba también asistencias a Ansola, Pallarés, Luis Aragonés. Cada uno era de un perfil diferente, pero se complementaban muy bien. Jorge y Rubén ahora son atacantes, pero ese entendimiento era parecido".

Con Miguel han sido muchas las anécdotas desde juveniles hasta la actualidad. "Con Castro siempre he tenido mucha amistad. Él estaba en los juveniles del Sevilla y yo en el Betis. Fíjate, estábamos hablando de los 50. Ahí nos enfrentábamos y luego compartimos vestuario. No era muy parecido a Rubén en su forma de jugar. Miguel era más grande, iba muy bien de cabeza, aunque sin tanta calidad, cada uno tenía un perfil. Y Molina, pues es un tipo de jugador diferente a Jorge. Pero mira la casualidad, que hay un antecedente en el ataque del Betis con esos apellidos (risas)", finalizó. El apellido Castro y Molina ha dado muchos alegrías al beticismo en las últimas cinco temporadas, pero lo que quizá muchos de ellos no sabían, es que sus abuelos, tíos, y demás familiares, ya pudieron disfrutar de la versión 1.0 de estos.  [galeria_jm path="201516/Betis/Ex/ReportajeMolina_Castro"]