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Cronología de la odisea del Real Madrid para llegar a Nueva York

Así fue la odisea del Real Madrid para llegar a Nueva York
Redactora especializada en el Atlético de Madrid

Lo que prometía ser un vuelo rutinario entre Miami y Nueva York acabó convirtiéndose en una auténtica odisea para el Real Madrid. El equipo blanco, que viaja para disputar las semifinales del Mundial de Clubes, vivió una jornada repleta de imprevistos, retrasos y muchas vueltas (literalmente) por el cielo estadounidense. Un trayecto que debía durar poco más de dos horas acabó siendo una larga espera entre tormentas, permisos de aterrizaje y malabares logísticos.

Así fue la odisea del Real Madrid para llegar a Nueva York

Todo empezó en Miami, justo después de completar el último entrenamiento. El plan inicial era despegar con tiempo suficiente para llegar cómodos a Nueva York, atender a los medios y preparar con calma el duelo contra el PSG. Pero una tormenta eléctrica lo torció todo. El avión del Real Madrid permaneció en tierra más de hora y media antes de poder despegar, con la expedición dentro y el ambiente ya cargado de tensión.


Cuando por fin el vuelo despegó, parecía que lo peor había pasado, pero nada más lejos de la realidad. Al acercarse al área de Newark, el aeropuerto se encontraba congestionado y no autorizó el aterrizaje. En lugar de descender, la aeronave empezó a describir círculos en el radar, primero sobre Virginia y más tarde sobre Allentown. Durante ese tiempo, los jugadores y el cuerpo técnico permanecieron dentro del avión sin mayor información que la que llegaba a cuentagotas desde la cabina. El retraso obligó a cancelar las ruedas de prensa previstas y la FIFA tuvo que intervenir para dar por suspendida la atención a medios.


Finalmente, tras un largo rodeo aéreo y varias gestiones, el avión logró aterrizar en Newark ya bien entrada la noche. El Real Madrid llegó al hotel pasadas las 22:00H (hora local), con caras largas y evidentes signos de cansancio. Aun así, Kylian Mbappé, con su habitual cercanía, restó importancia al percance: "Bueno, no. No mucho", dijo entre sonrisas al ser preguntado por el agotamiento.

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