Huesca, la humildad y la magia
Ángel A. Giménez
Zaragoza, 12 sep .- En Huesca la humildad se ha hecho rutina mientras el fútbol hace su magia. Un club con algo más de 6.000 abonados, con un presupuesto estimado de 55 millones de euros y un estadio de 7.500 localidades está a punto de estrenarse como local en la cima del mundo.
La cúspide de la montaña es un lugar que genera audiencias mundiales de televisión, que factura miles de millones de euros y que crea a su alrededor un entorno de publicidad y promoción mareante. La SD Huesca ya sabe lo que es jugar en Primera, de hecho lleva tres jornadas, pero lo que no sabe es qué se siente al ser sede de un partido de LaLiga Santander.
El próximo viernes llegará ese momento. El Huesca recibe en su estadio de El Alcoraz al Rayo Vallecano, y no es un hecho más en la vorágine de una ciudad con más de 52.000 habitantes. Es "el hecho". La magia del fútbol.
La Agencia Efe, con el patrocinio de Ibercaja, ha organizado hoy en la capital del Altoaragón un encuentro informativo con el director general de la SD Huesca, José Luis, "Josete", Ortas, para conocer cómo un club modestísimo, alérgico casi a la ostentación de este mundo del fútbol, vive los días previos al "hecho".
"Es un orgullo, una satisfacción y una alegría que Huesca tenga un equipo en Primera División porque es un escaparate", ha declarado el directivo, el número dos de una entidad que se maneja desde la Fundación El Alcoraz, accionista mayoritario.
La gestión iniciada hace una década no deja de sorprender. En una época en la que las inversiones millonarias de jeques, empresarios, sociedades o fondos de países lejanos se han convertido en tendencia, la SD Huesca es una rareza.
Ortas ha dado hoy dos ejemplos: uno: el equipo se mueve por debajo de un coste de 30 millones con el objetivo de reservar financiación para posibles refuerzos en el mercado invernal. Por ilustrar la medida: Vinicius Jr. ha costado al Real Madrid 45 millones, aproximadamente.
Dos: la remodelación de El Alcoraz, que se ha ampliado a 7.500 localidades, en la línea del estadio de Ipurúa, del Eibar, se ha hecho pensando no en la gloria, sino en la realidad. Tal y como ha destacado Ortas, el Huesca puede volver a Segunda y entonces... ¿Qué hacer con un estadio más grande de lo necesario?
Da la impresión de que todo en el Huesca está medido, sólo que aquí la medición no se eleva hasta cifras exorbitantes, sino que rueda por el mismo suelo.
Con los riesgos que conlleva: en vez de apostar por un entrenador curtido en Primera, apuesta por un novato absoluto, el argentino Leo Franco, que no es que se haya bregado como entrenador en equipos de máximo nivel; es que no había dirigido a equipo alguno.
Resultado a día de hoy: una victoria en Eibar, un empate en San Mamés, la derrota del Camp Nou, y sobre todo, orden, solidaridad y gusto por la circulación de la pelota.
La razón: el argentino conocía el club, pues hasta esta temporada trabajó en su organigrama.
Tampoco hay fichajes de renombre. Es una plantilla que mezcla la veteranía de jugadores como el vasco Etxeita con la juventud y descaro de Melero o del colombiano "Cucho" Hernández, por citar dos ejemplos.
Desde el 21 de mayo, cuando el Huesca obró el milagro del ascenso en Lugo, la ciudad, sus ciudadanos y ciudadanas, pasan los días al ritmo del balón y de la remodelación de El Alcoraz, que, como ha precisado hoy Ortas, se ha completado al 95 por ciento.
De todo ello, de la humildad en la gestión y de la magia del fútbol, se ha hablado en "el Café de Redacción" de la Agencia Efe que, además, ha congregado en un breve desayuno previo a cargos públicos, directivos del club y periodistas.
El nuevo director general de Deportes del Gobierno aragonés, Javier de Diego; el presidente de la Diputación de Huesca, Miguel Gracia; el presidente del club, Agustín Lasaosa; o el director provincial de Ibercaja, Bienvenido Sesé, han asistido al encuentro.
Las conversaciones delataban un entusiasmo comedido a la espera del partido del viernes, y así están en el club, más pendientes de retener las claves del éxito que del éxito mismo.
Fuera, mientras tanto, la ciudad vive la magia del fútbol.
