Las patatas son una gran fuente de hidratos de carbono que pueden consumirse de muchas formas. Últimamente, se ha puesto de moda meterlas al horno o la freidora de aire con la piel, simulando el estilo 'deluxe' que ofrecen muchas hamburgueserías. Sin embargo, la nutricionista del Real Madrid, Itziar González de Arriba, no considera que sea una buena opción.
"Mucha gente no sabe que este alimento, que aparentemente es inofensivo, puede resultar muy perjudicial para nuestra salud si no lo consumimos adecuadamente", comienza diciendo la profesional en una de últimas publicaciones de su cuenta de Instagram.
El motivo por el que Itziar dice esto es porque las patatas contienen una toxinas naturales, tanto en la planta en general como en el propio tubérculo, entre las que destaca la solanina.
La solanina es un glicoalcaloide, una toxina natural. Se trata de "un mecanismo de defensa que esta tiene para evitar que los insectos y demás depredadores y parásitos acaben con ella", describe la nutricionista. Sin embargo, "no solo afecta a los animales, sino que al ser humano también le causa efectos", sobre todo si se consume en cantidades elevadas.
Este pesticida natural se encuentra en toda la planta -especialmente "en grandes concentraciones en los tallos tiernos de la patata y en sus hojas"-, y en el caso del tubérculo, que es la patata propiamente dicha, "la solanina se encuentra en la sustancia verde que está justo debajo de la piel".
Asimismo, la concentración de esta toxina varía dependiendo del tipo y las condiciones de cultivo, la madurez, los factores ambientales y las condiciones de almacenamiento, sobre todo la exposición a la luz y las altas temperaturas, añade el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
La forma en la que la solanina de las patatas afecta a nuestro organismo es mediante "desajustes gastrointestinales y neurológicos". Esto significa que los síntomas de una intoxicación por comer patatas crudas o con piel son muy variables y la gravedad de los mismos depende del grado de toxicidad. Se pueden manifestar los siguientes signos:
Además, tras ingerir las partes más verdes de la patata "es posible percibir una sensación amarga o de ardor en la boca y/o en la lengua".
Por otro lado, la Comunidad de Madrid apunta que "no se han encontrado evidencias de problemas de salud asociados a la exposición repetida o a largo plazo de glicoalcaloides de la patata".
Esto no significa que debamos reducir el consumo de patatas o dejar de consumirlas inmediatamente, sino que para evitar los efectos secundarios de esta toxina natural en nuestra salud, lo más conveniente es: