Por desgracia, cada verano los medios dan la fatal noticia de que un menor ha fallecido por un golpe de calor, sobre todo porque este ha sido olvidado en un coche expuesto al sol.
Dicho accidente, junto con los atragantamientos y los ahogamientos, son los incidentes que más se registran en verano entre los más pequeños. Ante esta realidad, y para evitar que estos se produzcan o, al menos, que no acaben en un desenlace fatal, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha elaborado una guía para desmentir y confirmar algunas de las creencias más extendidas, así como para saber cómo actuar.
El golpe de calor se trata de "un sobrecalentamiento corporal que compromete el correcto funcionamiento de los órganos vitales", producido por la exposición a altas temperaturas que genera una pérdida de agua y sales minerales, y por consiguiente, una alteración del sistema de regulación térmica del organismo.
Ante las sospechas de que un niño o niña está sufriendo un golpe de calor, la AEP recomienda seguir los siguientes paso:
El golpe de calor se produce cuando el organismo no es capaz reducir el aumento de la temperatura corporal, independientemente de que haya o no exposición al sol -debajo de la sombrilla, la temperatura sigue siendo alta-.
Hay que evitar el "ejercicio intenso en las horas centrales del día o cuando el ambiente es de calor extremo".
La crema solar no es suficiente, también es necesario ropa ligera y de colores claros, sombrero o gorra, gafas de sol (a partir de los seis meses) y baño o ducha de agua fresca.
Si bien hay que cubrirse, no vale cualquier tipo de ropa, pues si no es fresca y holgada podría contribuir "a aumentar la temperatura corporal".
Las bebidas energéticas, mejor llamadas estimulantes -ricas en cafeína, azúcar y otros aditivos-, "no son adecuadas para reponer líquidos y electrolitos".
Con 39ºC en la calle, es posible que dentro de un coche cerrado haya zonas que puedan llegar a los 70ºC, incluso a una temperatura ambiente de 29ºC, "la temperatura interior de un vehículo aumenta casi 20ºC en los primeros 45 minutos de exposición solar".
Los menores de cuatro años, y sobro todo los que tienen menos de un año, son los grupos más vulnerables a los golpes de calor, pues "su temperatura corporal aumenta con mayor rapidez que en los adultos debido a su menor reserva de agua, menor capacidad de sudoración y un sistema respiratorio aún inmaduro".
Mareos, vómitos, elevación de la temperatura corporal por encima de los 40ºC, dolor de cabeza, irritabilidad, aumento de las pulsaciones, piel seca y muy caliente, cansancio excesivo, debilidad, respiración superficial y rápida o calambres musculares son los múltiples síntomas que un niño puede presentar ante un golpe de calor.
Asimismo, "en los casos más graves, se pueden producir desmayos o pérdida de conciencia y convulsiones".
La hidratación es fundamental para prevenir un golpe de calor, y aunque "no existe una cantidad exacta de líquido recomendada, es esencial ofrecerles leche materna o fórmula de manera frecuente, sobre todo en los días de altas temperaturas". Además, a partir de los seis meses se pueden introducir pequeñas cantidades de agua.
"Los niños de 6 a 12 años deberían tomar de 750 mililitros a 2 litros de agua al día para evitar la deshidratación y el golpe de calor", concluye la guía de la AEP.