La estabilidad en medio de un terremoto llamado Valencia CF

Ni el guionista de la película de serie B más enrevesada habría construido un relato tan truculento como el que está protagonizando el Valencia CF en la presente temporada. El club valencianista vive inmerso en una situación caótica de profundo calado y en la que multitud de aristas no funcionan. Las principales de ellas, las cuales quedan en evidencia a la luz públicas puesto que son las más importantes en una sociedad deportiva, son precisamente, las deportivas. El entrenador del equipo es interino y hasta ahora y durante los últimos doce años, el delegado. Por otro lado, el actual director deportivo de la entidad es el que hasta ahora era director de la Academia. Ver para creer. Entre tanto, la presidenta se encuentra en Singapur, escudriñando junto al propietario la manera de dotar al club de una estructura deportiva fuerte que pueda lidiar con la difícil situación que se avecina, una más para el Valencia CF. 

Pues bien, en ese contexto caótico, el técnico Voro, salvador para el valencianismo no hace sino tomar decisiones que no aviven ese caos constante, sino más bien todo lo contrario. Con talante conciliador va salvando situaciones comprometidas para que no se conviertan en un lastre añadido para un equipo que arrastra una situación complicada en la que si algo puede salir mal, seguro saldrá mal. Voro toma decisiones que no aviven ese caos constante, sino más bien todo lo contrario
Todas y cada una de las decisiones que ha tomado Voro o las que ha dejado de tomar persiguen el mismo objetivo. Una persona que conoce los códigos del vestuario a la perfección, al igual que los recelos y los egos que pueden surgir dentro de él y que lo convierten en un auténtico polvorín. 
Una de sus primeras decisiones fue aquella de perdonar a Fede Cartabia después de que se borrase de una partido. A la siguiente oportunidad, Voro le dio la titularidad. Del mismo modo que no tomó medidas drásticas con Mario Suárez tras sus críticas públicas a 'otro' compañero. Una tendencia que Voro habrá trasladado a la plantilla tras el rifirafe entre algunos futbolistas en el entrenamiento posterior a la goleada recibida ante el Eibar. 
Es el modo de actuación del hombre tranquilo de club, que ha asumido el objetivo de salvar la categoría y no se ha dejado llevar por alardes ni siquiera cuando el equipo ganó dos partidos consecutivos. Y así lo seguirá haciendo puesto que sabe que es lo mejor para el equipo y por ende, para el objetivo del club. Por eso ni habrá estirón de orejas a Garay por borrarse del choque ante el Betis tras forzar una tarjeta totalmente evitable ante el Eibar ni siquiera se planteará o al menos no llevará a término un cambio en la portería en una temporada en la que los números de Diego Alves están muy alejados de su mejor nivel. 
Son simplemente muestras de en qué ha derivado la gestión del vestuario, obligada por la situación límite a la que ha sido abocada el club de Mestalla. Por favor, háganselo mirar.