Los ojos del bebé aún son grises
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Ha sentado bien la victoria sobre la Real Sociedad. Tan bien como una cerveza bien fría tras una maratón. No es que se lograra buena marca, o lo que es lo mismo, no se practicó demasiado buen fútbol, pero la necesidad de llegar a meta y ganar apremiaban por igual. Tres puntos. Como dijo Javi Gracia, una "bocanada de aire". Pero los retos se multiplican.
El descenso sigue echando el aliento y las urgencias aún no se han ido, ni mucho menos, pero urge encontrar la identidad de este nuevo Málaga. Hace año el equipo ya tenía sello, tenía forma, un esquema y una idea; ahora mismo, son once tipos vestidos de blanquiazul que no saben si tienen que tocar la canción de la noche anterior. Papá, mamá, el bebé aún tiene los ojos grises. La planificación es el origen. La pelota, sin embargo, está ahora en el tejado del entrenador.
Hasta ahora el Málaga ha sabido amoldarse a escenarios de teórica inferioridad, pero muy distinto ha resultado su fútbol cuando le ha tocado proponer. Otro ejemplo de falta de identidad: echarse atrás con un 2-0 a favor y todo de cara para matar el encuentro. El Málaga ganó con merecimientos a la Real, pero la frialdad de los vascos y Kameni ayudaron lo suyo.
En cualquier caso, el triunfo es un primer escalón. Liberada parte de la ansiedad, sólo queda mirar hacia arriba. Las bajas (Recio, Tissone, ¿Camacho?) son un problema, pero no hay solución sin necesidad. Rápidamente Gracia encontró las teclas adecuadas el año pasado. Tiene el crédito suficiente como para creer que va a volver a hacerlo en breve.