Atmósfera de partido grande y el sentido homenaje a Benítez

Los Valencia-Real Madrid no es un partido más, es de los que la afición ché espera desde el mismo inicio de la Liga. Mestalla respiró ambiente de partidazo desde muchas horas antes, como dirían los hombres del tiempo, el estadio valencianista sufrió una ciclogénesis explosiva en toda regla porque hubo una convergencia de masas de aire frío del invierno en Valencia con las masas de aire cálido inestable que provenía de la grada y de una afición que espero a su equipo horas antes del partido en la avenida de Suecia, bufandas en mano y con los nervios habituales de la grandes citas.

Y es que los grandes partidos son lo que tienen, con muy poco se calienta y eso ocurrió con la llegada del autobús del equipo que hizo entrada a las 19:00 horas en Mestalla y las gargantas comenzaron a calentarse, a gritar y a corear el nombre de los héroes que tenían que traer la gloria ante el Real Madrid. La fiesta estaba en la cale y por eso se tardó tanto en entrar, Mestalla presentaba un aspecto frío, con las gradas a mitad lenar, pero la Avenida de Suecia era un hervidero de personas que esperaban el inicio del partido apurando su cerveza y las risas con los amigos.

Peter Lim en Mestalla y los subcampeones de la Liga Promises

Con el propietario del club en el campo, Peter Lim, Mestalla recibió por todo lo alto a los subcampeones de la Liga Promises en Miami, ese equipo Sub'12 que ilusionó al valencianismo una vez más en Navidad y que repetía final como ya hiciera en 2014 cuando se proclamó campeón. Eran los momentos previos al inicio del partido y los decibelios subían cada vez más, mientras los dos equipos aguardaban en el túnel de vestuarios para saltar a Mestalla y ahí arrancó un nuevo partido de los grandes. El estadio ché apretó desde el inicio del partido, le iba más la batalla a la grada que a los jugadores del Valencia que no presionaban al árbitro en ningún momento. Pero entonces legó el minuto 4 de partido y con él un sentido homenaje a Rafa Benítez el artífice del cambio de mentalidad de un club que se lo creyó y fue capaz de doblegar a los grandes, conquistando dos Ligas, una UEFA y dejando al Valencia como el mejor equipo del mundo.

Homenaje a Rafa Benítez

La pancarta de lado a lado del fondo Sur era muy clara: "Rafa nos regalaste los mejores años de nuestras vidas. Gracias". Benítez leyó la pancarta y con un gesto con el brazo saludó a Mestalla porque también esa grada le había permitido convertirse en lo que es hoy, uno de los mejores entrenadores del mundo. Rafa aparcó por un momento su gesto serio porque se estaba jugando la vida al frente del banquillo blanco y regaló su mejor sonrisa, esa que descubrió Mestalla con la primera Liga y que ya no se borró hasta su salida en 2004. A partir de ahí Mestalla olvidó los guiños al pasado y comenzó a pelear por su equipo y vamos que si luchó porque 'This is Mestalla' y aquí se aprieta de lo lindo.
Ni el gol de Benzema apagó los ánimos porque cuando peor estaba el equipo, Mestalla volvió a ser ese estadio áspero cuando lo visitan los grandes y se comenzó a protestar todas las acciones en las que el árbitro sibilinamente comenzaba a decantar la balanza con las faltas hacia el lado del Real Madrid. Ahí llegaron los minutos en los que la afición blanquinegra volvió a demostrar de qué pasta está hecha y por mucho que digan fuera de Valencia que si es muy exigente, que si pitan o que si es caprichosa, lo que verdaderamente ocurre es que fue capaz de arrinconar a Messi hace unas semanas y este domingo lo hizo con el mismo Cristiano.

No se bajan los brazos

 
Tan sólo una mala decisión de Abdennour en la primera mitad permitió que la BBC (Bale, Cristiano y Benzema) fabricara el primer gol. Hasta el final del primer tiempo Mestalla tiró del equipo en busca del empate, hasta que lo logró gracias al penalti que André Gomes le sacó a Pepe al filo del descanso. La grada pitó ese penalti, gritó para que el colegiado debutante Sánchez Martínez no se echara atrás.
Pero fue en la segunda mitad cuando Mestalla tiró de galones porque fue clave en muchas de las decisiones que marcaron el partido. Apretó de lo lindo para que Kovacic viera la roja directa cuando hizo una entrada sobre Cancelo merecedora de expulsión, pero para que no se echara para atrás el colegiado, gritó todo el estadio al unisono para que comprendiera que el Madrid debía acabar con uno menos. Pero fue clave sobre todo para buscar de nuevo el empate tras el tanto de Bale, ya que no permitió que el equipo bajase los brazos y en la siguiente jugada al tanto visitante se logró el gol que puso la igualada. Mestalla lo celebró como si fuese una fiesta lo conseguido, un punto muy disputado y luchado que supo a gloria en el estadio ché.