Empezó de rojo y acabó casi de negro

El Sevilla ha saldado con un punto, con un empate, su visita al Espanyol. Un punto que no se sabe bien si es bueno o malo. Posiblemente no sea ni una cosa que ni la otra. Porque sabe a poco en la carrera con el Real Madrid, que de nuevo se va a seis puntos, y porque además la igualada deja muchos daños colaterales, sobre todo las bajas seguras de Koundé, expulsado, y Ocampos, sancionado, y la más que probable de Martial, lesionado. Aunque bien mirado desde otra perspectiva, lo cierto es que el Sevilla se quedó con un futbolista menos por la roja, rigurosa, a Koundé. Y lo cierto es que esos minutos, casi 20, con uno menos el equipo nervionense rindió bien, sufrió poco e incluso pudo llegar arriba.

El partido del Sevilla fue algo irregular, con muchos altibajos. Estuvo falto de determinación en muchas fases del duelo, de inicio, con el 0-1 para buscar el 0-2... Y luego se revolvió contra su destino en otras. Fue por tanto poco constante y eso lo notó.

Empezó bastante flojo, dejando que el Espanyol lo ahogara y encontrando poca salida. Pero la entrada en el campo del Papu, por la desafortunada lesión de Martial, sentó bien al equipo, que recuperó la pelota, la profundidad y la llegada. El argentino de hecho completó su impacto en el partido con una asistencia a Rafa Mir para que el Sevilla se adelantara en el marcador. Los últimos minutos de la primera mitad fueron bien manejados por el equipo de Lopetegui, pero no así la segunda parte, en la que de nuevo el Espanyol pareció devolver al Sevilla a su estado inicial de la primera mitad. No encontraba llegada ni precisión arriba y el Espanyol sí que tuvo su oportunidad aprovechada en parte por un buen hacer periquito y en parte por un resbalón inoportuno de Koundé que dejó a Darder solo.

Con ese empate, el Sevilla entró en una fase de un quiero y no puedo. Tuvo alguna ocasión más ya con los cambios efectuados, que hicieron que el equipo hispalense recuperara la pelota y el control. Óliver y Rakitic mejoraron las prestaciones de unos desaparecidos Jordán y Tecatito y de nuevo a través de la pelota se encontró a sí mismo el equipo hispalense. Parecía de nuevo que podían llevar los de Julen el choque a ese punto donde les gusta, donde pueden generar ocasiones de gol, embotellando al rival.

Pero entonces de nuevo el Sevilla entró en se tiovivo en el que tocó descenso. Koundé inauguró esa nueva etapa con una autoexpulsión entre absurda y realmente rigurosa. Una jugada que el mal árbitro pudo saldar con una amarilla, con una charla incluso, pero que decidió solventar con una roja directa realmente estricta que el VAR no desautorizó.

Quedaban minutos para sufrir o para que el Espanyol apretara. Y quedaban minutos para más desgracias, como la amarilla a Ocampos, que también será baja en el derbi.

Pero a partir de ahí el Sevilla, a pesar de estar con 10, recuperó el pulso del partido e incluso pareció no notar la inferioridad, de hecho alguna acción tuvo en ataque.