Sin brillantez, el Pucela sigue sumando

La visita del Llagostera al estadio José Zorrilla era un partido muy importante para el equipo de Miguel Ángel Portugal. Tras la victoria conseguida (2-4) ante el Real Oviedo en el Carlos Tartiere, el equipo blanquivioleta tenía que confirmar las sensaciones de Asturias y aprovechar la inercia generada en aquel partido con imágenes imborrables y una gran comunión con la afición. Pese a las innumerables bajas del equipo y la obligación de tener que formar con una nueva línea defensiva en relación al once titular de aquel partido, el Pucela no quería excusas. No tenía otra opción que ganar para alimentar sus opciones de llegar al play-off de ascenso, su actual objetivo.

 
El Real Valladolid tenía que confirmar muchos aspectos en el partido. Además de tener que ganar su primer partido de la historia al Llagostera, los pucelanos tenían que mantener el nivel ofensivo de Oviedo. Igualar aquella solvencia ofensiva parecía difícil. Con esa claridad o con una versión menor, lo que no podían permitir los vallisoletanos era perder más puntos como locales. Después de no haber ganado ninguno de los últimos tres partidos en el estadio José Zorrilla, el objetivo principal del Real Valladolid ante el Llagostera era resultadista.
Tras asomarse a los puestos altos de la clasificación en la anterior jornada, el Real Valladolid sumaba tres nuevos puntos para asentar esas últimas ilusiones generadas. El gol inicial de Roger Martí, tras los mejores minutos del partido, y un doblete de Vincenzo Rennella en la segunda parte consiguen firmar una victoria sin brillantez pero con el mismo premio de Oviedo: tres puntos vitales para la ilusión.

La pareja de la máscara

Esa fuerza que se pedía al Real Valladolid en la previa se veía cumplida en los primeros minutos del partido. Los locales apretaban mucho la salida de balón del equipo catalán y vivían los primeros instantes del partido encerrando al Llagostera en su área. Los de Alsina no tenían opciones de llegar a la meta de un Kepa Arrizabalaga ausente y sin trabajo durante toda la primera parte. Mientras ellos se defendían, el Pucela buscaba los huecos en los contragolpes y los espacios interiores en el dominio del balón. Los locales confirmaban en los primeros instantes del partido que querían ir a por los tres puntos y que Oviedo había marcado al equipo.
Las señas de indentidad del partido en el Carlos Tartire estaban frescas y el equipo las usaba para asustar al rival pero no para adelantarse en el marcador. Pese a que Johan Mojica entraba mucho en juego, Roger, por su parte, se movía sin cansancio en el área catalán, Mario Hermoso, en su regreso al once titular, ayudaba desde la línea de atrás con el juego directo y pese a que Pedro Tiba pisaba el área rival como había hecho pocas veces en la temporada, la superioridad del Real Valladolid no se traducía en el marcador hasta pasada la media hora de partido.
En el minuto 34, Johan Mojica intentó profundizar por banda una vez más. Quiso apretar la zona de un Masó con amarilla junto a Javi Chica. El lateral izquierdo ayudaba al crecimiento del colombiano que veía a Roger en el área. El centro del '3' encontró rematador y, posteriormente, el gol. Roger Martí introducía el balón en la red y el Pucela rompía el partido gracias a la pareja de la máscara que se hizo famosa en San Mamés. Los de Portugal se adelantaban, con merecimiento, para confirmar sus buenas sensaciones y demostrar sobre el marcador su superioridad en el juego y en la creación de ocasiones.

Complejidad

Pese al tanto con el que se llegaría al descanso, el encuentro no iba a ser sencillo. El Real Valladolid lo sabía y el Llagostera lo demostraba. Los de Miguel Ángel portugal iba a sufrir como demostraba el equipo catalán a los 28 segundos de la reanudación. Edu Oriol, entrado al terreno de juego en el descanso, generaba la ocasión más importante del equipo catalán hasta ese momento. 
Con ese primer acercamiento real sobre la meta de Kepa, los de Oriol Alsina demostraban que iba a pelear hasta el final por sumar en Valladolid. Con esa ocasión, los pucelanos veían que no sería sólo la lluvia la que iba a hacer costosa la segunda parte. El rival también iba a ponerlo difícil. El Llagostera no iba a vender su piel barata y le aseguraba al Pucela que iba a sudar entre la lluvia para sumar tres nuevos puntos.

Incomodidad blanquivioleta

Tras ese susto, las fuerzas se repartían. El dominio blanquivioleta de la primera parte desaparecía y se comenzaba a jugar más en el campo blanquivioleta que en el rival. El Llagostera asustaba y el Real Valladolid se incomodaba en el campo. El dominio del balón era de los catalanes y los espacios de los locales. Pese a que el terreno de juego se iba quedando muy tocado con el avance del partido, el Pucela basaba sus opciones de sentenciar el partido en el contragolpe. Una acción esporádica ante un rival muy abierto mataría las opciones del Llagostera.
Ese final del partido llegó en las botas de Vincenzo Rennella en una jugada sin gran peligro. El ex del Real Betis lanzaba cerrado un saque de esquina que no remataba nadie y que René, el portero visitante, no conseguía atrapar. Con mayor ventaja en el marcador, el Real Valladolid regresaba a ese dominio que había firmado en los primeros 45 minutos. Con la comodidad del marcador, el Pucela se gustó en el dominio del balón para asegurar su portería. Con esa fortaleza en campo propio llegaron más ocasiones y al borde del minuto 90, Rennella hizo su segundo tanto. Un doblete de corazón que le confirma en su rol destacado.
Pese a los tres goles anotados, el Pucela careció sin esa fuerza ofensiva tan alta que mostró en el Carlos Tartiere. Sin esas grandes sensaciones de la victoria ante el Real Oviedo, los pucelanos consigueron el mayor objetivo del partido: los puntos. Tras encadenar dos victorias consecutivas, el equipo cree aunque sea sin brillantez.