El Málaga resurge de sus cenizas

El Málaga CF sumó tres puntos muy importantes en su visita a Anduva para enfrentarse al Mirandés. Aun con algunos problemas en defensa, la mejoría fue evidente y en lo ofensivo no hay dudas de que hay calidad de sobra para hacer un buen puñado de goles. En esta ocasión, los firmaron Javi Jiménez, Rubén Castro y Fran Sol, aunque hubo intentos de todos los colores.

Afea un poco el resultado el penalti anotado por el cuadro local, pero este Málaga, toda una oda a la simplicidad futbolística, ha dejado muy buenas sensaciones. Como si de un ave fénix se tratara, el equipo de Pablo Guede -e incluso el propio argentino- resurge de sus cenizas para alzar el vuelo.

Un sistema acorde a la necesidad de juego

Dicen que las cosas nunca son como empiezan sino como acaban. Pero el Málaga empezó realmente bien en Anduva. Seguía generando ciertas dudas atrás, aunque las solventaba con cierta facilidad y estaba especialmente inspirado en ataque, como demostró Febas en apenas unos segundos de juego. Todo, gracias a utilizar un sistema 4-4-2, el llamado ABC del fútbol, el más adecuado para una competición como LaLiga SmartBank. Y el desarrollo de los acontecimientos no haría más que confirmarlo: la simplicidad, a veces, es la mejor compañera del balompié.

A los 15 minutos, sin embargo, parecía que el tema iba a complicarse bastante. Tras un genial control de Rubén Castro y un disparo a la media vuelta con el que casi consigue ver portería, Ramalho sufría unas molestias que le obligaban a retirarse del partido. Los planes, que iban bien encaminados, había que cambiarlos una vez más. Así, Guede retrasó la posición de Genaro, que estaba actuando en el doble pivote junto a Escassi, y dio entrada a Luis Muñoz al campo.

Aun con esta variación, el Málaga no llegó a sufrir demasiado atrás y ofensivamente estaba haciendo muy bien su trabajo. Finalizando jugadas y buscando sin cesar la portería defendida por Ramón Juan, hubo oportunidades de todos los colores para Fran Sol, el propio Febas o un Javi Jiménez que, a la postre, se vio que estaba avisando.

Porque ya en los últimos segundos del descuento, el lateral robó una pelota en campo rival, armó la jugada que siguió con un rechace a un disparo de Sol que acabó recogiendo el propio Javi para, esta vez sí, sorprender al meta rival a puerta vacía. Eso sí, no hubo grandes gestos de celebración por parte del jiennense, exjugador rojillo, a pesar de la importancia que cobraba este gol para los intereses malaguistas.

Solventando los problemas

Ya en la segunda mitad, el Málaga siguió demostrando que no estaba dispuesto a dejar escapar este partido. El cambio de Jozabed por Luis Muñoz extrañó por los pocos minutos que llevaba el malagueño sobre el césped -entró en el 18'-.  Juanfran fue el primero en volver a poner a prueba a Ramón Juan con una pelota que se estrelló contra la madera.

Y apenas dos segundos después llegó el momento que todo el malaguismo llevaba deseando desde principios de julio: el primer gol de Rubén Castro con la elástica blanquiazul. Gallar botaba una falta y la ponía a la perfección para que el Tiburón estrenara su casillero personal poniendo el 0-2 en el luminoso de Anduva.

A partir de entonces, se relajó algo el Málaga, que veía cómo el cuadro rojillo le llegaba con algo más de facilidad, aunque sin generar peligro para Manolo Reina, que apenas tuvo trabajo hasta este momento. El Mirandés, desordenado y algo desubicado, perdía con facilidad la pelota y permitía a los de Guede armar jugadas a la contra.

Pero en el 72', el tembleque se apoderó de la afición cuando el colegiado López Toca indicó la pena máxima tras un leve -casi inexistente- contacto de Genaro sobre Raúl García, que convertía el disparo desde los once metros en el 1-2 y llamaba a los viejos fantasmas malaguistas.

No obstante, la reacción no pudo ser mejor: en una contra bien construida entre Rubén, Fran Sol y Gallar, el madrileño consiguió subir el tercero al marcador y volver a llamar a la calma.