Problemas en el paraíso

Como todos los idilios, el del Málaga CF y su condición de invicto en La Rosaleda ha finalizado. Han tenido que pasar diez partidos para que eso ocurra, pero ha llegado en el momento más inoportuno, ante el rival más inesperado -un Amorebieta que ha logrado su primera victoria a domicilio de la temporada- y de la forma más cruel: con un juego y una intensidad... prácticamente invisibles. No se sabe dónde ha quedado ese equipo que en casa y ante su gente salía a morder, a arañar y a llevarse por delante a cualquiera que se pusiera en su camino. Este domingo, desde luego, no se ha presentado. 

Los problemas en el paraíso tenían que llegar en algún momento, no era normal que se sumaran tantos puntos en casa. Pero se digiere de otra manera si no llega de esta forma tan dolorosa.

Hubo varios factores que dieron a entender que el Málaga había salido poco concentrado al partido. Quizá fuera el viento frío poco habitual en nuestra ciudad, quizá fuera otra cosa. Pero lo cierto es que los blanquiazules parecían perdidos. Y al Amorebieta solo le hicieron falta 10 minutos para aprovecharse de la poca sangre con la que salieron al césped los malaguistas: Guruzeta marcó su primer tanto en competición oficial y lo hizo ante la pasividad de una defensa que esperaba a que el linier levantara el banderín por fuera de juego y se quedó como mera espectadora del gol del rival.

Parecía que respondía con prontitud el Málaga, con varios intentos de Sekou cara a portería. En uno de ellos, acabó en el suelo en el interior del área y La Rosaleda entera se vino abajo cuando Trujillo Suárez indicó que no había pena máxima. Tres minutos hubo que esperar para que el VAR corroborara su versión y se decretara el fuera de juego previo del delantero senegalés que invalidaba el penalti.

Se acercaba el conjunto malacitano a la meta de Unai, pero sin generar verdadero peligro. Los centros de Víctor Gómez desde la derecha ni siquiera entraban en el área, bien repelidos por la defensa visitante. Las internadas de Cufré o Brandon por la izquierda tampoco llegaban a buen puerto.

Y, de pronto, en otro despiste claro de la defensa malaguista, de nuevo Guruzeta se hacía con la pelota y se plantaba completamente solo ante Dani Martín para batir por segunda vez al meta asturiano. 0-2 en el marcador y un mazazo en lo anímico antes del descanso. Ni siquiera las casi 19.000 gargantas que animaban hoy desde la grada parecían surtir efecto en los jugadores.

Mejoría insuficiente en la segunda parte

El Málaga seguía sin cambios al inicio de la segunda mitad pese al resultado en contra, aunque enseguida llamaría José Alberto a Kevin, cuya entrada al césped se notó en el ímpetu del equipo en ataque. Ideas y piernas frescas. Efectivamente, a los pocos minutos llegó el gol que, sin embargo, fue anulado enseguida por Trujillo Suárez.

Víctor Gómez era el encargado de poner un centro envenenado que rebotó en Peybernes, que estaba fuera de juego. La tarde volvió a ser aciaga para el central francés, que fue sustituido al minuto siguiente por Dani Lorenzo. Antoñín también entraría al césped por Jairo.

Pero si creía La Rosaleda que ya había visto todo de Trujillo Suárez, todavía quedaba que dejara al Málaga con un hombre menos. Genaro trató de ir a por el balón, pero puso los tacos por delante y acabó por clavarlos en el cuádriceps de Álvaro Peña. ¿Resultado? Roja tras revisión en el VAR y el equipo blanquiazul con diez.

Así, la escasa mejoría que se había podido vislumbrar en los malaguistas se evaporó como gota de rocío. Con uno menos, el Málaga seguía llegando a portería rival, porque el Amorebieta ya no quiso apretar más, pero le costaba mucho generar peligro.

El enfado y la impotencia entre el malaguismo eran evidentes y los aficionados comenzaron a abandonar las gradas antes de que finalizara el partido, una imagen que hacía tiempo que no se veía en el templo blanquiazul. También es cierto que hacía tiempo que no se veía a un equipo al que le salieran tan mal las cosas en lo que hasta ahora había sido un fortín inexpugnable.

Pero se perdieron el gol con el que los suyos acortaron distancias en el marcador. Fue de rebote, tras un disparo de Víctor Gómez que acabó dando en Óscar Gil, aunque valió igualmente para al menos demostrar antes de finalizar el partido que algún resquicio quedaba del Málaga que ganó por garra y coraje a dos cocos como el Tenerife o Las Palmas.