Radiografía de Unai Vencedor, el 'príncipe' del Athletic

Generación del 2000. Futbolistas que escriben en cada acción ráfagas de poesía mientras con la mente leen lo que habrá de suceder. El 'club de los leones virtuosos'. Estaba la gente creyendo que de Lezama nada surgiría para abastecer las necesidades del primer equipo. Y de repente, la gente de GOL  acercándose a Lezama con la excusa de quedarse extasiada contemplando el arco trasplantado.

Venían a ver, sin embargo, a ese juvenil que terminaría entrenando Aritz Solabarrieta. Era todo tan armonioso, que uno no reparaba en el nombre de los futbolistas. Como si resultara indiferente que fuera Núñez, Paredes, Arberas, Agirre, Vencedor, Sancet, Artola o Rudi el que acarreara el esférico de un lado a otro del campo. ¡Qué calidad individual! ¡Qué técnica colectiva tan depurada!

Un equipo capaz de remontar un marcador adverso hasta el punto de marcar cuatro para que fueran más de los tres goles recibidos. GOL. Esos duelos sabatinos entre juveniles próximos en la distancia. Rivales. Lucha entre canteras. Ojalá el retroceso en el tiempo fuera lícito. Para volver a gozar. Uno siempre ha creído que el fútbol de los 17 años jamás podrá ser superado. Por lo por él en La Florida jugado. Por lo que en Lezama otros jugarán para él y todos esos otros que la virtud la sitúan en la edad de la inocencia.

Muchos, los llamados. Pocos, los elegidos. Al menos, en lo que al primer equipo se refiere...

Entre Sancet, Zarraga y Vencedor andaba el juego. Oihan fue el primero en ser requerido. Quizás por su físico. Esa figura de muchos centímetros y no tantos kilos. Acaparaba elogios. Acaso, desmesurados. Esa necesidad que se tiene de que desde abajo lleguen los llamados a asentarse y garantizar por una década más el futuro de este Club maravilloso.

Tenía a la gente a su lado. Contaba con el beneplácito de sus entrenadores. Pero a la hora de desgranar sus cualidades y encontrarle su espacio en el terreno de juego, dudas por doquier. ¿Quién y cómo es Sancet? ¿Media punta? ¿Medio centro? ¿Segundo delantero en el sistema 1-4-4-2 de Marcelino?

Ahí lo colocó el técnico asturiano en el 'Athletic vs Valencia'. Pareja de baile de Iñaki Williams. Y si no termina de cuajar, no es tanto por su valía como por esas dudas a la hora de otorgarle el rol de 'segundo nueve' a desarrollar. Zarraga. Ese "Ander Herrera" con el que Jaime Ugarte compara al bueno de Oier.

La irrupción de Unai Vencedor

Y en eso, abriéndose paso entre las dudas, surgió imperial un chico de 1,76 m, 70 kg. Tiene un aire a Sean Penn. Surgió. Irrumpió. Sí. Pero tuvo que despuntar en las categorías inferiores del Santutxu para que al Athletic le entrara el miedo de que joya tal pudiera ser 'robada'. Tanto tiempo y sin embargo.

¿Es que a los 14 años este muchacho ni maneras despuntaba? 'Ojeadores' que ven, pero no miran. Tan solo el 'profesor' Barrientos.

¡Pero como el bueno de Jesús no está en nómina! Unai Vencedor recién ha extendido su contrato con el Athletic hasta 2025. Pero, del mismo modo, podría estar vistiendo la camiseta de un equipo que yo me sé.

Por él no apostaba Gaizka Garitano. Y si llegó a alinearlo, fue más por aplacar el deseo de 'sangre' fresca de la afición que por puro convencimiento. No es tiempo ni equipo para jóvenes. Lo pensó y hasta llego a decirlo Garitano.

Con la llegada de Marcelino, Unai Vencedor está marcando con las botas su territorio...

En un sistema 1-4-4-2, sabe el 'Príncipe de Rekalde' que en el centro de la medular se trata de 'él y otro'. De 'otro y él'. Asentado Dani García, Vencedor echa cuentas y le salen Unai López, Mikel Vesga y él. Los años cumplidos son virtud o desventaja. Uno cree que 20 años es una edad perfecta para asentarse y dirigir. A partir de su titularidad, todo lo que llegue servirá para convertirlo en mejor jugador.

¿Describir el juego que despliega Vencedor? ¿Desgranar sus cualidades? Tarea vana. Como la de preguntarle al amor. Como "preguntar cerezas al cerezo". El que quiera saber de Unai Vencedor, del verdadero, que se retrotraiga al juvenil de Solabarrieta. O que entre en YouTube y vea vídeos 'sesgados' de ese Bilbao Athletic en el que impartía una docencia de otra galaxia.

Porque de Vencedor no se debería hablar. Y puestos a hacerlo, seria apenas. Verlo. Tan solo verlo. Y sentir a ojos llenos. Quedarse pasmados ante este hombre llamado a despertar pasiones tales como las que provocaba Julen Guerrero. De haber nacido en aquellos tiempos, los de Jupp, Luis Fernández y otros que descansan en el olvido, Vencedor se habría elevado muy por encima de la "perla jarrillera" que a Jose Iragorri lo volvía loco.

Porque este hombre, en herencia virtuoso por habitar en el medio de todo, ha descubierto que el espacio que ocupa es el 'sitio de su recreo'. Jefe. Boss. Nagusia. Don de mando. Nacido para dirigir. Luz cuando el juego se oscurece. Orden cuando el caos es amenaza. Se sitúa. Se ofrece. Y si no lo ven, "grita". Ya con el balón, hecho suyo con un control orientado, aplica esa máxima suya que le dice que la conducción es tan solo un recurso del que busca la portería contraria con verticalidad.

Cuando decide que en el centro sigue estando su 'campamento base', el balón es una partícula que partiendo de su bota con su privilegiada mente acelera. Abre el campo a la banda izquierda o a la derecha. Si luego del control su mirada es toda al frente, su bota es una regla que traza líneas sobre la hierba. Verticales. Diagonales. Siempre al pie. No haya esfuerzo ni cansancio para el receptor. Ha superado barreras. Él ya decidió. Que sean otros los que culminen.

A veces levanta la vista y construye parábolas. Lejos llega el balón. "Que corra la pelota y no el jugador que la posee", decía Urbano Anda en las viejas casetas de La Florida. "El fútbol es una equis", solía decir también. Con la diestra y la siniestra. La derecha y la zurda. No hace distingos. Toque. Intuición. Levantar la vista mientras otros caminan con la cabeza gacha. Ojos debajo de la frente. En las sienes. Y hasta en la parte posterior de la cabeza.

Solo así, con seis y no dos, se hace comprensible que sepa lo que ocurre delante, a los lados y detrás. Tiene regate. Sale con habilidad de las celadas que pretenden atraparlo. Conduce recto. Llega y culmina. Y las faltas las lanza con dulzura: se cuela el balón por la escuadra y la red ni se queja, oiga usted.

"Si tenemos que explicar el sentido de lo que Vencedor es capaz de regalarnos, es que no estamos entendiendo nada". El primero, este que escribe, que se dijo a sí mismo que sobre Vencedor, fuera palabras, entre en escena su figura en movimiento vistiendo la zamarra y nada mas. ¿Con quién guarda semejanzas este león? ¿A quién se parece? ¿Qué virtudes o cualidades atesora que en su día los astros poseyeran?

Y, como Álvaro de Campos sostiene, si todos resultamos después de habernos mezclado con tantos, Unai Vencedor resultaría del cruce fantástico entre estrellas tales como Giresse, Thigana y Platini. Intento recordar más y no lo consigo. Quizás porque si a alguien se parece Vencedor es ¡a sí mismo! No hay mayor elogio para un futbolista que, abriendo el álbum para el 'pegue', descubrir que el cromo más caro no está repetido. Ni mejor tarjeta de visita que aquella que sus padres encargaron en la imprenta a la hora de su nacimiento.

Unai hay muchos. Pero Vencedor es apellido que ni pintado para casar con Paris, el apellido heredado de su madre. Paris. "El de la hermosa figura". "El del arte de la música". El del "amor y la seducción". El que a Helena raptó. El príncipe que a Troya con un botín tan preciado regresó. Luego, el gigante caballo a las puertas de la ciudad. Muere Héctor.

Paris venga a su hermano buscando el 'talón de Aquiles'. El que a flecha mata a flecha morirá. Solo entonces. Porque escrita 'La 'Iliada', todo lo que Homero nombró habría de volverse inmortal. Entre nosotros lo tenemos. Unai Vencedor PARIS. Ojalá que los leones gocen del entendimiento necesario para poder leer y entender el fútbol majestuoso que el 'Príncipe del Athletic' les llegará muy pronto a proponer.