La importancia de llamarse Ernesto
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Pasa en silencio por el deporte y algún tramo de vida, y más difícil, apenas sin ruido por los banquillos de fútbol. Donde todo vale ofrece valores, a la pregunta intencionada responde desde la sonrisa sin intención, las ruedas de prensa son ponencias de equilibrio y tono sostenido, no desafina a la presión.
Era el mejor fichaje que podía hacer el Barça, ¿cuál es la cláusula de rescisión de un Manager del orden, el equilibro y la lealtad?, ¿cuánto cuesta tanta cordura?, ¿con qué moneda se paga en el Futbol actual a los domadores de carácter y afición?, ¿dónde encuentras en Europa un entrenador de Palcos? Pocos en su puesto pueden elegir banquillo de Champions, hará dibujos animados, hace fotos del saber estar. Enseña cuando parece que está pidiendo, le dolía el alma y las manos en los bolsillos cada hueco en la defensa o en la afición, pedía solo decir hasta luego. Vino cuando nadie se atrevía, sin pedir, la mano dada, amigo de sus amigos, se va cuando todo el mundo quiere. Deja titulares y relevo, sin buscar jamás excusas en un banquillo de no más de 40 partidos, orgulloso de quienes somos. Cabezota en San José, eterno en De Marcos, buscando elixir para Aduriz, gol para Muní, dos paredes para Balenziaga, se va esperando a Susa, haciendo mayor a Ińaki, entrenando tres porteros, deja leyenda bajo palos, tapando espacios a Laporte, dando oxígeno a Beñat y buscando a Itu en aquel verano de selección, alargando el corazón de Raúl, buscando más Yerays calentando en la banda. Le dolía cada derrota por qué era cerca del portal de casa y cada victoria por que sabía que era muy difícil de repetir. Le duele el alma de bilbaíno y el corazón entre la espada y el regreso, a pocos les brillarían las lágrimas camino del Camp Nou. Se echará de menos su semblante y de más su hombros bajos, hombre de una imagen, Instagram de la calma, más que de mil palabras. El Athletic Club será inteligente si deja las puertas de Lezama, de San Mamés y de casa abiertas de par en par al regreso de un hombre tranquilo, en paz, con el fútbol y consigo mismo. Mila esker, Ernesto!
Por Aitor Elizegi, Cocinero y empresario
Blog: 'Licencia para aliñar'