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Tenía que ser Rubén, tenía que ser una obra de arte

Los jugadores del Betis celebran el primer gol ante el Alcorcón.
  • Así está la clasificación de Segunda división

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El Betis ha vuelto a Primera división, su sitio, su lugar, su categoría. El Real Betis, apabullando, como gran parte de la temporada, vuelve a la máxima categoría del fútbol español, que ya puede felicitarse de nuevo por contar con el Betis entre sus equipos principales. Sube el Betis por la vía rápida, directa. Hubo tensión, hubo incertidumbre, pero el Betis enderezó el rumbo para volver, retornar y poder agradecer a su gente el apoyo incondicional, también este año. El Betis vuelve. Que no se vaya nunca. A los cinco minutos de partido ya tuvo el Betis la primera ocasión muy clara de gol. Se olía la fiesta y el cuadro verdiblanco no quería decepcionar a su gente. Dani Ceballos se quedó sólo dentro del área en un mano a mano con Javi Jiménez, pero el portero desbarató el remate con una gran acción. Curioso, tenía que ser el utrerano, el primero que se bajó del autobús al llegar al estadio. El primero tuvo la primera. Tras la ocasión de Ceballos el partido entró en una especie de letargo durante un cuarto de hora. Más juego brusco en el centro del campo que otra cosa. Juego subterráneo, duro. El Alcorcón no lo iba a poner fácil, ni mucho menos. Hubo algún acercamiento del equipo madrileño, pero sin demasiado peligro para los intereses de Adán. Entonces apareció, quién si no, el mago de Las Palmas de Gran Canaria, Rubén Castro. El 24 agarró una pelota en una contra vertiginosa del Betis, se quedó sólo delante del guardameta del Alcorcón y el tiempo se detuvo. Foto congelada. Por la derecha, por la izquierda, por arriba, a media altura... Nada de eso. El gol del ascenso merecía una obra de arte y Rubén lo sabía. Se paró, una milésima de segundo, al borde del área, y optó por una vaselina. Perfecta, medida, preciosa. Sensacional. Es un gol que vale un ascenso. El gol de un jugador que sigue haciendo historia para el Betis. La fiesta se desató en Heliópolis. No era para menos. La grada se veía ya en Primera y, encima, de la mano de su ídolo, del gran artífice del ascenso, del jugador que se llevará el Pichichi de la Liga Adelante con más de treinta goles. El jugador que aguantó al equipo en las horas peores y que supo salir del bache de juego en el que se metió a principios de año para dar el último latigazo a Primera. Rubén, Rubén, Rubén, Rubén, Rubén... Fue él. Tenía que ser él. El Alcorcón no perdió la cara al encuentro, ni puso las cosas fáciles. Dani Ceballos quería el protagonismo y Portillo apareció para aportar algo de luz, sin embargo, ninguna jugada se concretaba. La defensa amarilla estaba muy bien plantada y el mediocampo ayudó una barbaridad, especialmente por mediación de un viejo conocido de la afición verdiblanca como Fausto Tienza, que cuajó un partido muy serio. La primera parte se consumía entre la fiesta de la grada y la imposibilidad del Betis para deshacer la tupida tela de araña del rival. No hubo más ocasiones claras de gol en la primera mitad. Jorge Molina se quedó a un recorte de quedarse solo delante del Javi Jiménez y N'Diaye remató con el tronco una pelota colgada que detuvo el arquero del Alcorcón a bocajarro. La ocasión pareció más clara de lo que fue, ya que el africano ni siquiera vio el balón.  La segunda parte empezó igual que la primera. El Betis pisó área rival, el balón le llegó a Dani Ceballos, hizo dos recortes y esta vez sí sacó petróleo. Penalti claro. Rubén Castro se encargó de la ejecución. Quién si no. Doblete para el mejor de la categoría. La Primera era ya una realidad. Más fiesta y alguna reclamación interesante de la grada con varias pancartas encabezadas por 'Cambiemos la mentalidad'. El partido estaba decidido. El Betis era ya de Primera. Sólo quedaba rubricar el resultado. Entre tanto, Pepe Mel tuvo que saltar al campo y agarrar por el cuello a N'Diaye para calmarlo en un pique con Sergio Mora que acabó en amarilla para ambos. El técnico saltó al verde porque veía que se podía quedar con uno menos y que absurdamente el partido, que estaba totalmente controlado, se podía complicar. Claro que en cualquier fiesta del ascenso del Betis que se precie no podía faltar el gol de Jorge Molina. Llegó en el minuto 65, aprovechando un rechace del portero, siempre con la caña. Este ascenso también es de Jorge Molina y debía aparecer en la foto. Con el tercer tanto llegaron los cánticos de desahogo: “adiós a Segunda, adiós”. Había ganas de cantar esto. Y la grada comenzó a hacer la ola. Hasta la lluvia se unió a la fiesta... Nada importaba. La afición disfrutó del ascenso como hacía mucho tiempo no se disfrutaba en el Heliópolis.