En España, el consumo de agua con gas no es tan habitual como en el resto del mundo; tanto es así, que incluso algunas personas la tienen demonizada. ¿Hasta qué punto son ciertas todas las creencias sobre esta bebida? ¿Es igual de saludable que beber agua o es como tomarse un refresco?
Ante este desconocimiento, la farmacéutica y divulgadora científica, Boticaria García, explica en sus redes todo lo que debes saber sobre el consumo de agua con gas, desmonta las falsas creencias y específica qué personas deben abstenerse de consumirla.
El primer bulo que desmiente la farmacéutica es el de que el agua con gas aumenta la tensión. Si bien es cierto que "el agua con gas tiene sodio", por lo general es "en cantidades pequeñas". Esto significa que si en su etiquetado presenta menos de 20 mg por litro de agua, la ley la considera un agua baja en sodio.
El segundo es que daña los huesos. "Este mito viene de confundirla con algunos refrescos que sí llevan ácido fosfórico", aclara la profesional. Y es que "este ácido, sin suficiente calcio en la dieta, sí podría afectar a la salud ósea, sobre todo en las mujeres". Sin embargo, esta recalca que "el agua con gas solo lleva CO2, no hay ácido fosfórico, no hay pérdida de calcio y no hay riesgo para tus huesos".
La tercera y última creencia popular que desmiente es que daña la salud de los dientes. Si bien es cierto que "que el agua con gas tiene un pH ligeramente ácido, no se considera agresivo para dañar al esmalte, además, ni tiene azúcar, ni otras sustancias que causen caries ".
Además de desmentir algunas creencias, Boticaria García añade que "puede estimular la secreción gástrica, más jugo para digerir, puede acelerar el vaciado del estómago e incluso mejorar el transito intestinal".
No obstante, no todas las personas disfrutan de dichos beneficios, y es que a aquellos que tienen "síndrome de intestino irritable, dispepsia funcional, aerofagia, reflujo o hernia de hiato el gas puede molestarles más que ayudarles".