Nairo Quintana, asuntos pendientes

Fijo en las quinielas, Nairo Quintana vuelve a presentarse a otra edición del Tour de Francia como uno de los aspirantes para acabar vestido de amarillo en París. El colombiano llega a la edición de 2017 con una preparación radicalmente distinta tras haber hecho el Giro de Italia y con la sombra de tener asignaturas pendientes por aprobar. El de Boyacá acumula tres presencias en el pódium, pero nunca ha ganado el Tour.

Segundo en el Giro, ganador de la Tirreno-Adriático y la Vuelta a la Comunidad Valenciana, con etapas en todas estas carreras, más una en la Vuelta a Asturias. Con semejantes registros, cualquier corredor llegaría al Tour con unos avales intachables para hacerse con el triunfo final. Pero Nairo Quintana aparece en el mes de julio francés con cuentas por cerrar. Con la vitola que siempre le concedió la victoria en el futuro del Tour de Francia, el colombiano aún no lo ha logrado. El problema no radica en que se le agote el tiempo - ¡tiene 27 años y sólo tres participaciones en la Grande Boucle, todas con podio final! –, sino la sensación instalada de que le separa un trecho importante para lograrlo. Lo más cerca que estuvo fue en 2015, cuando sólo le separó un minuto y doce segundos de Chris Froome, pero un margen engañoso, pues sólo en las dos últimas etapas mostró capacidad para desbancar al británico.
Y es que la asignatura pendiente no es sólo ganar el Tour. O mejor dicho, no es tanto ganarlo, pues tiempo tiene por delante. Una gran rémora en Quintana es su ciclismo, a menudo, conservador. En las anteriores ediciones esperó a los últimos días de la última semana para atacar al líder, lo que dio como resultado que ya era tarde para hacer daño en la debilidad del maillot amarillo. En el pasado Giro, más de lo mismo. Si Tom Dumoulin se mostró fuerte, a Nairo Quintana le faltó ambición por aprovechar las debilidades del holandés, así como sus infortunios (aquel contratiempo que tuvo el líder cuando hubo de defecar antes de subir el último puerto de la etapa reina). El recorrido de éste y los últimos años le favorece, con exiguo kilometraje contra el crono, por eso ha de aprovechar para poder marcar diferencias donde casi nadie puede rebatirle: la montaña. Nadie duda y los resultados lo atestiguan, el mejor Quintana fue aquel que optó por un ciclismo ofensivo.
Otra asignatura pendiente es la de llevarse una gran vuelta en este 2017. Jugó la valiente y aplaudida baza de doblar Giro y Tour, pero en Italia no alcanzó la victoria final. Se planta en Francia con el añadido de que si no gana, se irá de vacío en lo que a carreras de tres semanas se refiere, pues no correrá La Vuelta salvo sorpresa mayúscula. Era el máximo favorito a hacerse con la maglia rosa, pero el citado Tom Dumoulin le arrebató el título que sobre el papel tenía en sus piernas. Desde su primer pódium en París acumula ocho grandes vueltas y dos victorias en ellas (Giro ’14 y Vuelta ’16). La otra lectura, porque restarle valor a los méritos del colombiano es ridículo, es que ha sumado seis puestos en el cajón final (tres de ellos en grandes vueltas consecutivas desde el Tour del año pasado). Pero, de nuevo, aparece el mismo problema: la etiqueta que le ha acompañado siempre es de futuro campeón del Tour y corredor llamado a dominar grandes vueltas. No lo ha hecho, pese a unos resultados absolutamente sobresalientes, bárbaros. Una regularidad casi imposible de conseguir, pero que no es suficiente.
Nairo Quintana llega al Tour sin un solo día de competición desde que finalizara el Giro, a finales de mayo, tal como lo tenía planeado. En los cálculos del colombiano está que la ronda italiana le sirviera como puesta a punto suficiente para encarar las tres semanas de julio sin que las tres de mayo le pasen factura. Aquí se plantean cuestiones claras: en el Giro, aunque faltara ambición, se vio perfectamente que Nairo no estaba al 100% y que tuvo constantemente en sus pensamientos el Tour, lo que a buen seguro le limitó para ganar la corsa rosa; y, por otro lado, Quintana elige para doblar un año en el que el Tour presenta un recorrido menos exigente que en otras ocasiones. Es decir, la decisión del colombiano de hacer Giro y Tour es arriesgada, pero tenía notables dosis de sensatez. Salvo que los corredores hagan desde la primera semana una carrera rápida y dura, Quintana cuenta con tener gasolina.
Una victoria en la ronda gala tiene un valor incalculable para el corredor del Movistar. Lleva una muy buena temporada en cuanto a resultados, pero las etiquetas se agarran al maillot azul. Ganar supone pasar de muy buena a temporada enorme, pero sobre todo se quitará la presión que acelera con él en cada rampa. Quintana será un corredor más libre. La reválida tiene fecha: julio de 2017.
Trayectoria en el Tour de Francia.
2013: 2º en la clasificación general, maillot de la montaña y de los jóvenes. Una etapa.
2015: 2º en la clasificación general, maillot de los jóvenes.
2016: 3º en la clasificación general.