Chris Froome, favorito con 'peros'

Ha ganado tres Tour de Francia, palmarés que a nivel oficial no puede igualar ningún otro corredor del pelotón. De ese trío, los dos últimos forman parte de la colección, pero Chris Froome llega con dudas al Tour de 2017. El británico no ha mostrado la superioridad de otras preparaciones, y varios corredores que le disputarán la carrera francesa le han superado en competiciones previas. En otras palabras, si Froome acudía al mes de julio con el aval de un gran rendimiento y el palmarés reciente en anteriores ediciones, en ésta su gran argumento es la vitrina la que le sostiene.

¿Es el máximo favorito? Lo que es una necedad es no plantear siquiera la pregunta a pesar de su rendimiento más discreto esta temporada. Chris Froome tiene en la lucha contra el crono un aliado excelso, pero el Tour lleva dos años en los que ha desterrado por completo la modalidad. En esta edición apenas habrá 35 km, contando el prólogo inicial de 13 km. Así, la montaña jugará un papel definitivo, ahí donde Froome no es dominador absoluto. Si este año no ha mostrado sus mejores piernas, la ecuación de repetir título por cuarta vez se tambalea.
El corredor del Sky se presentará en Düsseldorf con cero triunfos en su casillero en 2017. Ha estado realmente lejos en carreras importantes y ésa es una cuestión que, por razones obvias, no puede pasarse desapercibida. Su mejor resultado de la temporada es el cuarto puesto en la general del Dauphiné, carrera que en los dos últimos años había ganado. En la Volta a Catalunya quedó 30º, mientras que en el Tour de Romandía su puesto fue el 18º. Para más inri, ni siquiera contra el crono ha mostrado una buena versión. En el Dauphiné estuvo peor que Richie Porte, Alejandro Valverde y Alberto Contador. Con el australiano alguna cábala acuñaría cierta lógica, pero por detrás de los dos españoles, indica que algo no iba bien. En Romandía, en una crono de apenas 17 km, el de Sky se quedó a 46 segundos del ganador, Primoz Roglic. Muchísimo tiempo. Es cierto, salvo en 2013, que tuvo una preparación en la que fue casi imbatible, otros años no ha estado tan brillante, pero contaba sobradamente con triunfos importantes, tanto finales como parciales.
Ahora bien, es turno de poner la bicicleta sobre el asfalto. Chris Froome ha ganado tres veces el Tour y es un corredor bravo, valiente, que desprende coraje sobre la bicicleta. Si no está al 100%, pondrá el porcentaje que le reste hasta quedarse exiguo en la voluntad. Sin ir más lejos, esta temporada ya aguantó hasta el final en la subida a Lo Port, en la Volta, donde sólo un soberbio Alejandro Valverde le remató. Froome, al contrario que el murciano o que Alberto Contador, llegaba escaso de forma. Y en el Dauphiné, en la etapa del Mont du Chat, aguantó con Richie Porte y Jakob Fulgsang pese a mostrar más debilidad que años anteriores en la gran carrera previa al Tour.
Al corredor nacido en Kenia se le ha achacado demasiadas veces hacer un ciclismo mecánico, demasiado pendiente del aparato que tiene sobre el manillar que mide los vatios. La desnaturalización del deporte. Un potenciómetro que se viste de amarillo. Olvida toda sensación y pedalea en base a números. He ahí el gran contraste y paradoja, porque de repente suelta las dotes de un ciclista bestial, que devora los retos que tiene por delante. Su hambre es honra para el ciclismo. Se dijo que no sabía bajar, y el año pasado dio una estocada tremenda – más moral que de tiempo – en el primer gran descenso del Tour; se dijo que las contrarrelojes le facilitaban la victoria en el Tour, y ganó uno con menos de 15 km contra el crono. Vence en Francia, y busca una ansiada Vuelta a España que tiene clavada en el corazón.
A su favor, y es que nadie puede olvidarlo, todo el tren que le acompaña en las carreteras galas a lo largo de julio. Un equipo potentísimo al que apenas se le puede hacer frente. Sólo estrategias de morir matando desmantelan y desnudan al británico para luchar cuerpo a cuerpo. Luego hacen falta las piernas que acostumbra, pero la escuadra británica del Sky es una garantía absoluta. Jefes de filas hechos gregarios. No se recuerda un equipo tan dominador desde el US Postal de Lance Armstrong. Si flaquea, minimizará pérdidas. Pero, sobre todo, impondrá un respeto que meterá la duda cuando algún valiente piense en atacar.
Chris Froome será más incógnita que nunca cuando empiece a rodar el próximo 1 de julio, pero el hambre del británico sabe cómo remontar las incertidumbres. Imprescindible en el Tour por sus contrastes, por su historial, por su ciclismo. ¿Habrá pausa en su hegemonía?

Trayectoria en el Tour de Francia

2008: 84º en la clasificación general.
2012: 2º en la clasificación general. Una etapa.
2013: 1º en la clasificación general. Tres etapas.
2014: Abandona.
2015: 1º en la clasificación general, maillot de la montaña. Una etapa.
2016: 1º en la clasificación general. Dos etapas.