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God of War: Ragnarök, un broche de oro a la epopeya nórdica de Kratos
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God of War: Ragnarök, un broche de oro a la epopeya nórdica de Kratos

DMQ
Foto autor
Gustavo Maeso
God of War: Ragnarok
God of War: Ragnarok

Pocas sagas de videojuegos han sabido reinventarse de manera tan brillante como God of War. Aquella colección de entregas del héroe espartano que no dejaron títere con cabeza en la mitología griega a lo largo de varias generaciones de PlayStation (desde PS2 hasta PS4, pasando por PSP, PS3 o PS Vita) regresaba en 2018 con la incógnita de si sería capaz de mantener el éxito. ¡Y vaya si lo mantuvo! Una arriesgada maniobra de Santa Monica Studios con Cory Barlog a la cabeza devolvía al Olimpo, o mejor dicho al Valhalla de los videojuegos, a una franquicia mítica.

El God of War de 2018 lo cambió todo y nos invitó a una aventura inmensa, cargada de acción y niveles extraordinariamente diseñados, en los que redescubrimos a Kratos, como héroe retirado en su nueva vida en el Midgar de los dioses nórdicos. Allí conocimos que, tras un autoexilio de las tierras de los dioses griegos, había perdido a su mujer y tenido un hijo, Atreus. Y precisamente su relación con su hijo vertebraría toda la aventura, mientras nos sumergíamos en las sagas nórdicas, cargadas de criaturas y dioses vengativos con un destino inevitable: el Raganrök.

God of War: Ragnarök es la continuación directa de aquella aventura de 2018 que nos cautivó y que, como todos sabréis si la completasteis, quedó abierta con un sorprendente ‘cliffhanger’. El juego es tremendamente continuista y, en cuanto te pones a los mandos, todo te recuerda al juego de 2018, pero esto no es malo en absoluto, al contrario. Sus desarrolladores han buscado a propósito que nos sintamos como en casa, de nuevo con Kratos y Atreus pasando a la acción. Por supuesto hay mejoras, muchas, y eso que parecía imposible poder mejorar aquella experiencia Por eso, tras completarlo, podemos decir que estamos ante un gran candidato a juego del año. Una tremenda epopeya con la que el estudio pone el punto y final a esta aventura nórdica de nuestro semidiós espartano favorito.   

Preparados para el Ragnarök 

Ya en el título de 2018 aprendimos mucho sobre el Ragnarök, esa batalla del fin de los tiempos entre los dioses nórdicos que acabará con todo y que supondrá un renacer. Durante la aventura de Kratos y Atreus, que básicamente buscaban cómo llegar al pico más alto de Midgar para arrojar las cenizas de su esposa y madre, respectivamente, pero la cosa se les complica un poco, conocimos a muchos de los dioses, sus movidas entre ellos y aprendimos cómo el destino de los 9 reinos caminaba sin remedio a este fin del mundo escrito en todas las profecías.  

God of War: Ragnarok

 El juego nos narra un montón de las historias de la mitología nórdica conocida y recogida en las sagas de los países de los vikingos, sobre todo en la voz del genial Mimir, convertido en una cabeza separada de su cuerpo y colgada en el cinturón de Kratos la mayor parte del tiempo. La mitología nórdica entra en el juego con una gran cantidad de información, convenientemente modificada y alterada porque estamos viviéndola en la piel de un dios del Olimpo griego que ha entrada en ella como un elefante en una cacharrería.  

La importancia de los mitos nórdicos continúa aquí desde el primer momento de juego. De hecho, comenzamos la aventura con Kratos y su hijo Atreus viviendo en su cabaña de Midgard, intentando recuperar la normalidad en sus vidas, una cierta normalidad que solo les dura unos tres años ya que el pasado volverá a buscarlos, encarnado en algunos dioses que tienen algunas cuentas pendientes con ellos desde lo vivido en el anterior juego (Freya, Thor o el propio Odin). Además, ya están sufriendo el duro Fimbulwinter, el crudo y terrorífico invierno eterno que es el paso previo al Ragnarök.

Las ansias de Atreus por conocer su pasado y su destino le llevarán a embarcarse en una búsqueda muy peligrosa y Kratos le seguirá los pasos entre la sobreprotección y la necesidad de dejar que el chico encuentre su sitio. Los antiguos aliados y enemigos del juego de 2018 volverán aquí y tendrán mucho más protagonismo en una historia increíblemente construida. De nuevo, viviremos un guion brillante, cargado de secuencias y momentos épicos, con relaciones únicas entre unos personajes fantásticamente construidos, giros inesperados y una mezcla de tramas profundas entre la pareja protagonista, sus aliados y los demás dioses que eligen bando y se preparan para la batalla final.

Horas y horas de épicos combates 

Los fabulosos combates vuelven a ser el foco principal del gameplay de esta historia, donde la exploración exhaustiva de los Nueve Reinos y algunos momentos de resolución de puzles, van salpicando nuestras horas de juego (unas 25-30 si vamos a completar la historia más o menos rápido y unas 45-50 si queremos exprimir todo lo que ofrece el juego). El Hacha del Leviatán, las Cuchillas del Caos y el Escudo del Guardián (y un montón de nuevos escudos) están de vuelta, con un montón de nuevos juguetes que Brok y Sindri nos ofrecerán convenientemente.  

El árbol de habilidades y mejoras para Kratos, Atreus y sus equipos es muy similar a lo que vimos en el primer juego, pero se ha mejorado y ganado en profundidad. Mejorar armaduras, añadir gemas, amuletos y recoger recursos para adquirir habilidades y amplioar equipo nos tendrá entretneidos mucho tiempo y nos permitirá dejar a Kratos y compañía con las aptitudes en batalla que mejor nos convengan.  

God of War: Ragnarok

Y digo compañía porque, como importante novedad, no siempre tendremos a Atreus como compañero de batalla (ni siquiera manejaremos a Kratos todo el rato). Ahí lo dejamos, que ya es suficiente spoiler y no queremos destripar más. Pero si que queremos dejar claro que la pareja de combatientes no es siempre la formada por Kratos y Atreus. Así, tendremos que mejorar también las armaduras, armas y habilidades de otros personajes secundarios. Y esto es muy divertido y añade una profundidad al juego y al gameplay que lo hace aun mejor.  

En definitiva y, sin querer entrar en más detalles que os arruinen las sorpresas, estamos ante un juego mayúsculo, perfectamente acabado y con un diseño de niveles y un control total de la narrativa interactiva y cinematográfica que nos ha dejado con la boca abierta durante muchas horas. Hay momentos en los que llorarás, otros en los que gritarás de emoción y otros en los que no te creerás que un videojuego puede ser tan bueno y atraparte tanto. Es un juego que merece mucho la pena rejugar varias veces, eligiendo cualquiera de sus cinco niveles de dificultad, y exprimir al 100% todo lo que ofrece (misiones secundarias, tareas, retos, coleccionables…). Una maravilla del tamaño de Yggdrasil.    

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