"El punto es una inyección anímica"
Míchel Herrero, centrocampista del Real Valladolid, valoró este domingo el empate (3-3) logrado en un campo "tan difícil" como el de Balaídos, tras remontar dos goles de diferencia, porque les da un gran "impulso anímico" y "fuerzas para salir a morder" en el próximo partido que, este jueves, desde las 20.00 horas, les enfrentará al Levante UD.
Según explicó hoy en rueda de prensa, el equipo acabó "muy contento" tras sumar un punto ante el Celta, "por el gran trabajo realizado, la capacidad de reacción y la unión de todos", aunque advirtió de que "no se pueden volver a repetir los diez minutos iniciales" de ese partido.
Al respecto, comentó que "no va a volver a pasar" y apeló a la "intensidad y a la máxima concentración desde el minuto uno" porque, tal y como reconoció, "no es fácil remontar un 2-0 y, luego un 3-1, en un campo además tan complicado como el de Balaídos" y, por tanto, "es necesario evitar esa falta de atención".
Aunque el punto sumado en Vigo les ha dejado "un buen sabor de boca", Míchel lamentó las "jugadas polémicas" que se vivieron en el partido y mostró su incredulidad ante el hecho de que no se detuviera el juego y se consultara el VAR y, cuando se hizo, "no sirvió para hacer justicia".
El peso del VAR
En este sentido, aclaró que "un penalti sobre Kiko Olivas fue muy claro", como también lo fue la mano en el segundo gol del Celta de Vigo, que pudieron volver a ver después y reafirmar el error arbitral, aunque éste no se corrigió y eso perjudicó al Real Valladolid.
El jugador valenciano insistió en que, precisamente por este motivo, por haber sido capaces de mantenerse en el partido "dándolo todo", para conseguir la remontada y empatar, "el punto es una inyección anímica" que les va a dar fuerza para "salir a morder desde el primer minuto ante el Levante".
Además, el hecho de haber anotado tres goles, permite "quitar ansiedad a los delanteros" y tener "aun más fe" en su juego y en la capacidad de creación que, hasta ayer, no había tenido su recompensa y que, en Vigo, por fin, obtuvo sus frutos en forma de anotación.
