Cuestión de errores

Qué difícil es el sueño en el Nuevo Estadio José Zorrilla y eso que era el gran objetivo para la visita del Real Madrid. Dejando a un lado la mala situación pucelana y la triste dinámica blanca, la vigiesmoséptima jornada estaba marcada por ls necesaria búsqueda del equipo pucelano de un punto de inflexión y de creencia para los últimos 11 partidos.

Sergio pedía esta semana mirar a una competición de 12 jornadas y a ellos los pucelanos llegan con la solvencia de media hora de juego excelsa pero el duro pago de los errores individuales que lastran al Real Valladolid y que evitan que la victoria blanquivioleta en este partido.

La poca solvencia y efectividad de la primera media hora, cuando los de Sergio casi pudieron sentenciar el partido, y la falta de seguridad, confianza y respuesta mental de la última hora de juego hacen difícil creer en un equipo que lo deja todo sobre el terreno de juego pero que no consigue los registros ni los detalles para terminar de confirmar que se puede creer en él con la misma confianza del inicio de temporada.

Media hora de ensueño

Con todo, la mejor forma de demostrar que un equipo quiere es con una presión avanza. Es una idea para confirmar que se tiene ideas, que se confía en la propuesta y, lo más importante, que se cree en ello. Con esta pretensión, el Real Valladolid cree en lo que hace y en cómo lo busca. La sentencia es clara y lo es por la fuerza con la que los de Sergio González comenzaron el partido.

La primera media hora de juego que firmaba el Real Valladolid ante el Real Madrid muestra un camino y un punto de inflexión para creer en este equipo. Pese a la racha de resultados y la mala dinámica de juego, los blanquivioleta firmaron 30 minutos de juego, ocasiones... y goles.

A la tercera fue la vencida y Anuar Tuhami firmó el primer gol 'legal' del equipo pucelano pero antes, y por dos ocasiones, Sergi Guardiola había marcado para el equipo blanquivioleta. Los tres goles y el penalti marrado por Rubén Alcaraz hicieron de los primeros 30 minutos una carta de presentación inmejorables. Tras ellos, la dura realidad de un equipo que paga muy caros sus errores y al que le cuesta sacar rédito de los de los rivales.

Sentencia tras el descanso

Tras esa primera media hora de juego excelsa del equipo de Sergio González, el margen era mínimo. Un simple gol. El primer tanto del centrocampista ceutí en Primera división fue noqueado por un error de Jordi Masip. El primer fallo individual del Real Valladolid dejaba en bandeja el gol de Raphaël Varane. Con él, y con un bagaje mínimo de los de Solari, el partido llegaba el descanso con empate en el marcador y con un Pucela que casi tenía que dar las gracias.

El tramo final de los primeros 45 minutos sonreían a los intereses merengues y el descanso beneficiaba a un Pucela que, por méritos y llegadas, debía tener el partido mucho más controlado de lo que mostraba el marcador y el último tramo de la primera parte.

Con ese cambio de dinámica, el partido variaba su tendencia y el Real Madrid inclinaba el partido hacía la portería de Jordi Masip. Con todo, el duelo quedaba sentenciado antes de llegar a la hora de juego. Un doblete de Benzema, en dos claros errores del Pucela, mataban la fuerza y la creencia de un equipo que, tras recibir el 1-3, vivió instantes de zozobra y dudas.

En superioridad... y con tres '9'

La esperanza y el sueño de la primera media hora moría y lo hacía en los siguientes 30 minutos. De esta forma quedaba media hora más de juego y el Real Valladolid debía asumir riesgos para buscar un gol que le metiera en el partido.

El Real Valladolid firmó media hora de juego enorme par terminar derrumbándose en la última hora por errores individuales

El intento de Sergio, que terminó el partido en superioridad numérica y con tres delanteros sobre el campo, fue inerte. Los blanquivioleta no consiguieron generar miedo ni presencia en el área de Thibaut Courtois y firmaron una segunda parte muy similar a la del RCDE Stadium.

Bajando los credenciales mostradas durante la temporada y el partido, el objetivo parece cada día más lejano. Por la falta de puntería y el pago de los errores individuales.