Dudas, sí; alarmas, no

"¿Qué te dice que el Club Deportivo Leganés sea el peor visitante de LaLiga Santander?", le preguntaron a Sergio este jueves. "Que espero que lo siga siendo el domingo", contestó el entrenador catalán. Las pocas prestaciones del conjunto pepinero lejos del Estadio de Butarque marcaban el partido del Nuevo Estadio José Zorrilla.

Ante un Real Valladolid en una pequeña crisis tras no sumar una victoria en las cuatro últimas jornadas y sólo un gol en esos últimos 360 minutos, el Pucela recibía a un equipo con mejores prestaciones de las que marca la clasificación y como definirían el duelo.

Con el discurso coherente, exigente y realista de Sergio González en la previa, el Real Valladolid sabía de la exigencia y dificultad del partido pero, seguro, que no lo imaginaba por cómo llegó al descanso y al final. Tras los primeros 45 minutos, tocaba remar y no fallar, tarea complicada para un equipo que no sabe jugar al límite, como demostró con fallos impensables en el segundo acto.

Dos acciones a balón parado

Siendo un partido de "los nuestros", como aseguró Sergio en su comparecencia previa, estos se deciden por detalles. Esas muescas determinantes se producen en momentos cruciales, como bien marcó el Club Deportivo Leganés. Aprovechando dos acciones a balón parado, una de ellas a los pocos minutos del inicio, el encuentro se ponía muy de cara para los de Mauricio Pellegrino.

El tanto de Dimitrios Siovas comenzó a dificultar el partido. Los madrileños dieron un paso atrás y el Pucela, tras dominar el balón, no encontraba opciones del último pase. Sin fuerza ni creencia, los blanquivioleta parecían superiores en el partido pero sólo lo parecían.

El dominio del balón era pucelano, el control del partido, pepinero. Así el juego era lo que quería el Pucela pero sin fuerza en el último tramo. Por el contrario, en otra acción a balón parado, el Leganés generó dos disparos sobre la meta de Jordi Masip y en el segundo de ellos acabó firmando el segundo gol.

Con el tanto de Óscar Rodríguez, el Real Valladolid llegaba al descanso y al vestuario con muchas dudas que resolver. Necesitando un plus de intensidad y mucha claridad para el último pase, el cuerpo técnico pucelano debía cambiar el duelo desde la pizarra y la motivación.

Una breve ilusión

La exigencia era clara y la realidad, también. En los primeros 12 minutos de la segunda parte los blanquivioleta mostraron mucho más que en toda la primera parte. Verticalidad, fuerza, convicción y ocasiones. En una de ellas Toni Villa recortaba distancias para que el Pucela y el Nuevo Estadio José Zorrilla pudieran creer en la remontada.

Durante los primeros 20 minutos de la segunda parte el Real Valladolid llegó a ilusionar y en el cuarto de hora posterior al gol de Toni tuvo cierta emoción por el partido. Esa expectatvia se cerró en el minuto 65 cuando Jordi Masip falló como nunca lo había hecho.

La sentencia de un error

Hablar de regularidad es hacerlo del portero del Real Valladolid pero en esta ocasión su fallo fue grosero y determinante. No atacar una cesión de Fernando Calero marcó el partido. Guido Carrillo ampliaba las distancias para matar la esperanza y, sobre todo, la ilusión del Real Valladolid.

Desde la llegada de Sergio al Nuevo Estadio José Zorrilla, el Real Valladolid nunca había recibido cuatro goles en un partido

Si tras la reanudación y el gol de Toni Villa se vio un nuevo Real Valladolid, después del tercer gol pepinero, el Pucela bajó la persiana. Bajó los brazos, dio el partido por perdido y sólo mostraba pequeñas intenciones ofensivas. Totalmente roto en los últimos 15 minutos, el resultado se define como un mazazo pepinero muy importante pero que, finalmente, es 'sólo' eso, un buen golpe.

Con la derrota y la goleada sufrida, las dudas se instalan en el Nuevo Estadio José Zorrilla pero las alarmas, por el momento, no se encienden. Hacerlo sería no ser realistas con los objetivos de este Pucela o, como aseguró Sergio en la previa, no ser justos con el Real Valladolid, un equipo muy por encima, hasta la fecha, de sus objetivos.