Los abusivos precios del teléfono móvil
La semana pasada se la Comisión Nacional de la Competencia abría un expediente sancionador a Telefónica, Vodafone y Orange, 3 de las 4 operadoras de telefonía móvil con red propia, por presunto abuso de su posición dominante al aplicar tarifas excesivas en el servicio de mensajes de texto (SMS) y multimedia (MMS) a las operadoras que no tienen red. Para entender la notica habría que explicar varias cosas.
Para empezar, ¿qué es eso de operadoras con red propia? En España existen muchísimas compañías de telefonía móvil. Cuando comenzó el negocio, hacia mitad de los 90, sólo 3 compañías recibieron licencia del gobierno para instalar y poseer una red móvil propia, es decir, para poner esas antenas de telefonía celular que adornan los tejados y azoteas de muchos edificios. Esas antenas y las centrales que las controlan forman las distintas redes móviles que operan en nuestro país. Luego se añadió otra red más, que fue la 3G de Yoigo, aunque ésta ha quedado fuera del expediente sancionador.
A partir de esas redes surgieron nuevas operadoras, las llamadas virtuales, nombre que deriva del hecho que, al no tener red propia, la alquilan a las compañías que sí las poseen, y realizan su servicio a través de ellas. Son las Simyo, Euskaltel, Jazztel Móvil, ONO io, Pepephone, Carrefour Móvil, Happy Móvil y otras muchísimas más. Estas compañías, curiosamente, suelen tener precios más bajos que las compañías que no son virtuales.
El expediente que la CNC acaba de abrir tiene que dilucidar si las 3 grandes empresas con red propia están haciendo que las virtuales paguen un precio excesivo por el uso de sus servicios, violando las leyes de la libre competencia y las regulaciones en materia de telecomunicaciones, que dictan que las redes de telefonía están ahí no sólo para hacer negocio, sino, sobre todo, para que el ciudadano de pie se beneficie de ellas y pueda tener un servicio de calidad a un precio asequible.
El debate sobre los precios de los servicios móviles no es nuevo. Ya hace unos años el Parlamento Europeo decidió fijar un tope máximo al envío de SMS entre países europeos, e incluso antes, creo recordar que hacia 2004, un gran expediente sancionó a varias compañías de Alemania y el Reino Unido por abusar de los precios a los usuarios que los usaban en roaming, es decir, en otro país. Y es que este negocio, el de los teléfonos móviles, es tan suculento y está tan fuera de control que se presta a atropellos y barbaridades. Porque, si lo pensamos un poco, probablemente llamar desde el móvil debería costar menos incluso que hacerlo desde un fijo.
¿Que por qué digo esto? Pues por algo muy sencillo. La red de telefonía fija consiste en un intrincado tejido de cables que circulan por todo el país. Llevar este servicio a cada casa, a cada oficina, a cada despacho de cada negocio implica tener desplegada una tela de araña de cables de cobre que terminan en los conectores que tenemos en nuestras paredes y que a su vez están interconectados con centralitas y con centros de control de tráfico a través de las grandes autopistas bajo tierra de fibra óptica (y de otro tipo de enlaces que no merece la pena explicar). Mantener todo esto en marcha significa tener una cantidad de operarios que resuelvan los problemas que puedan ocurrir, tanto en las centrales como “in situ” por las casas. Sin embargo, la red móvil es mucho más sencilla: son antenas. Si una antena se estropea, es muy fácil arreglarla, sobre todo porque siempre se sabe cuál es la que se ha estropeado. No hay que ir casa por casa, habitación por habitación, no hay que seguir el rastro a las señales buscando la conexión que ha fallado. Incluso más: alimentar de corriente eléctrica toda esa red bajo tierra es, probablemente, más costoso que alimentar las antenas, entre otras cosas porque la mitad de la energía la sirve el teléfono móvil que tenemos cada uno.
En pocas palabras: los precios que pagamos son un auténtico abuso, y la complejidad del negocio, y, por qué no, el poder de las operadoras, hace que no sean más bajos.
