La última bandera

Recuerdo cuando no existía Internet ni tanta información y nos movíamos por informaciones certeras pero escasa, muy escasas. O como cuando seguíamos la jornada en el teletexto de Televisión Española o cuando veíamos los resultados del sorteo de navidad en una edición especial vespertina que sacaban los periódicos locales, tras escucharlos, con los consabidos errores. Eran otros tiempos. Pero había algo que me gustaba y me sigue pareciendo maravilloso. La clasificación de primera con las banderas de los equipos en la grada de un estadio de fútbol.

El problema es que es maravilloso cuando tu equipo va bien y un drama cuando no es así. Y ahora para el levantinismo es un drama mirar sus banderas y ver como la más importante está la última.
En otros tiempos era una forma de saber cómo iba el equipo y el rival sobre todo. El problema es que es maravilloso cuando tu equipo va bien y un drama cuando no es así. Y ahora para el levantinismo es un drama mirar sus banderas y ver como la más importante está la última. Y siendo un problema creo que hay que relativizar estos momentos.
La sensación que rodea parte del fiel aficionado es de enfado y resignación. Y con todo el cariño del mundo esos dos términos casan muy poco con el sentir de una afición que ha estado en las más duras siempre con la madurez que da el no valorar solo si la pelota entra o no.
El Levante UD ha estado más del 90 por ciento de su historia sin saborear la Primera División y fue feliz y distinto. No necesitó de elogios, ni lujos. Fue consciente de lo que podía y sobre todo de lo necesitaba.

Envuelto en una situación de tristeza y temor

Y ahora es cierto que vive envuelto en una situación de tristeza y temor yo creo que exagerada. Claro que duele estar último y pensando en milagros pero también es cierto que nadie pensó que esto sería fácil. Que el consolidarse en Primera fuera algo que no necesitara de mucho trabajo, paciencia y ¿por qué no mucha suerte?.

Pero el equipo ahora necesita creer en algo, un pelín de fe, de ilusión, de valores intangibles pero necesarios. Recuperar el espíritu que les hizo distintos, ser en el campo un grupo de amigos que se divierten defendiendo unos colores en los que creen. No es el momento de rencores, críticas y censuras. Ahora no. Hay muchos puntos en juego y una afición que merece que cada gota de sudor se convierta en una gota de sangre. Que se pueda ganar o perder pero que no se negocie con la entrega y la profesionalidad. Que cada punto perdido se lo ganen los rivales y que cada victoria tenga la magia de unir a un grupo de jugadores que en este momento trasmiten muy poco a sus aficionados.
Todos deben remar unidos, todos. Desde el presidente hasta el último trabajador. Ahora no valen egos, no ahora solo la unión puede salvar un proyecto maravilloso para Valencia y para los soñadores que piensas que los pequeños pueden también ser grandes.
Mañana es el inicio de una aventura complicada y maravillosa, una más. Por respeto los que murieron con el azul y grana en su corazón no valen cobardes, no. Ahora el barco debe seguir el camino correcto, el que no quiera estar que se baje. El que este que lo intente. Con eso creo que todos se conforman. Ya habrá tiempo de otras cosas, pero ahora no. 
Carlos Egea
Periodista Futplaya