Un equipo que no puede pelear por ascender
Cuando la historia del Real Valladolid no ayuda y todo parece obligar a dejar de creer, me tengo que autoconvencer. "No puedo perder la ilusión por el Real Valladolid", me grito interiormente en muchas ocasiones pero, en esta ocasión, todo parece haber terminado. Sí. Me bajo del barco, que se podría decir. Tristemente he perdido la seguridad y la confianza en este equipo, en este proyecto y, muy posiblemente, mucha de la creencia en Paco Herrera. Sigo pensando que el pacense es un gran entrenador y que, posiblemente, sea el que necesita el Pucela ahora. Es más, compro parte de la corriente que asegura que puede llevar al Pucela a Primera División. Compro todo pero, por el momento, prefiero esperar en esa apuesta.
Me caigo de ella porque no puedo creer en un equipo que tras 35 partidos oficiales, 31 ligueros y cuatro coperos, es incapaz de tener una identidad y un estilo definido. Este Real Valladolid se deshace y, con él, toda mi esperanza. Lo siento. No puedo más aunque seguiré deseando, sin dudar, que este Pucela gane y que, en primer lugar, lo haga en Zaragoza. ¡Ojalá venza en La Romareda!